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Cocinar para una familia entera en Nochebuena es una tradición que está muriendo. Y la explicación está en Mercadona

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Cocinar para una familia entera en Nochebuena es una tradición que está muriendo. Y la explicación está en Mercadona

Lo habitual a estas alturas del año es que la mayoría de reuniones familiares se volviesen monotema: ¿Qué cenar en Nochebuena? ¿Y en Nochevieja? ¿Se repite el menú de otros años? ¿Está toda la compra hecha o quedan flecos pendientes? Eso era lo habitual. Al menos hasta que, en un país cada vez menos aficionado a cocinar y más a la ya comida preparada, empezó a cuajar otra pregunta: ¿Por qué pasarse horas entre fogones las tardes del 24 (y 31) de diciembre si podemos encargar la cena a un restaurante, un catering o el súper de confianza?

Quizás parezca una simple anécdota, pero dice mucho ya no solo de la Navidad sino de cómo están cambiando los hogares y nuestros hábitos de consumo.

¿Una tarde encerrado entre fogones? Que Nochebuena y Nochevieja son citas especiales nadie lo duda. Tampoco que ambas giran básicamente en torno a la mesa. Sin embargo una cosa es eso y otra muy distinta que estemos dispuestos a pasarnos horas encerrados en la cocina para preparar apetitosas cenas para un regimiento de parientes, algo no tan extraño hace solo unas décadas.

En 2019 la cadena de supermercados alemana Aldi hizo un sondeo en el que preguntó eso mismo a los españoles: cuánto tiempo invertimos en preparar las comidas y cenas de Navidad. Su conclusión fue curiosa: aunque de media les dedicamos 137 minutos, la gran mayoría de los entrevistados (62%) aspira a recortar ese tiempo entre fogones, dejándolo como mucho en 112 minutos.

Ana Maltez Hlm6ejesbhy Unsplash

¿Quién cocina entonces? Otros. Así de sencillo. No es fácil dimensionar la tendencia, pero basta una búsqueda en Google para encontrar artículos de diarios regionales que hablan de cómo cada vez más familias encargan las principales comidas y cenas de Navidad a restaurantes, hoteles o empresas de catering.

Ocurre en la Comunidad de Madrid, Galicia, Aragón, Cataluña, Castilla y León o Extremadura, por citar un puñado de ejemplos de una tendencia que en realidad trasciende comunidades. No solo eso. Además de familias dispuestas a pagar por librarse de la carga de preparar cenas para 10, 12, 14… comensales encontramos empresas dispuestas a cubrir ese creciente nicho de mercado, algunas tan relevantes como Mercadona, la cadena de súper con mayor cuota del país.

¿Nochebuena ‘made in Mercadona’? Así es. Desde finales de noviembre la compañía de Juan Roig anuncia su servicio de ‘Listo para Comer’ orientado a las fiestas, un apartado que permite encargar por adelantado canapés, pollo relleno, cochinillo, cordero… para servirlo durante las noches del 24 y 31 de diciembre. “Basta con calentar y servir”, presume Mercadona, que destaca cómo el servicio permite a la familias ahorrar tiempo “sin estar pendiente de la cocina”.

Tiene todo el sentido si se tiene en cuenta que la empresa valenciana lleva años apostando precisamente por esa línea de negocio y el propio Roig ha reconocido públicamente que está convencido de que a mitad de este mismo siglo las cocinas desaparecerán de la casas españolas. Su vaticinio apunta en una dirección clara: los súper ya no serán solo los lugares donde compramos, serán los referentes de la alimentación dónde adquiriremos platos e incluso donde los consumiremos.

¿Ya no cocinamos? No exactamente. Seguimos cocinando, aunque es cierto que lo hacemos de forma distinta y cada vez menos. Una pista nos la daba hace poco un estudio publicado en TIJGFS que deja botando un dato revelador: el 59,1% de los españoles seguimos cocinando prácticamente a diario, lo que significa que la mayoría seguimos usando nuestros hornos y vitros.

La otra cara de esa cifra es que hay un 40,9% que no cocina nunca o lo hace muy rara vez y ese porcentaje ha ido creciendo en la últimas décadas. El CIS también ha constatado que la mayoría sus encuestados (46,5%) creen que la cocina casera está perdiendo terreno frente a la fast food. Si eso no fuera interesante de por sí hay otros indicadores (de la industria de la alimentación) que sugieren cambios en el consumo: por ejemplo cada vez demandamos menos pan fresco y pescado, un  producto este último que empieza a asociarse al ocio fuera del hogar.

¿Y qué pasa en Navidad? Más allá de nuestros hábitos generales en alimentación, las Navidades tienen sus propias peculiaridades. Las cenas de Nochebuena y Nochevieja no son cenas ‘normales’. Primero porque se espera de ellas un grado de elaboración mayor del normal. Segundo porque implica cocinar para mucha más gente de la que forma parte del núcleo familiar habitual: el 24 y 31 de diciembre se sientan a la mesa primos, suegros, cuñados, sobrinos… Lo que acaba traduciéndose fácilmente en grupos de más de diez comensales.

¿Es importante eso? Sí, si tenemos en cuenta que cada vez vivimos en apartamentos más pequeños y las familias son más reducidas, lo que se traduce en una serie de complicaciones prácticas: ¿Cómo cocinar para 12 personas en una cocina minúscula con una vitro de dos fuegos? ¿Dónde almacenar tanta comida? ¿Dónde diablos sentar a 12 o 14 personas en un salón donde hay mobiliario para una pareja, que es la que come realmente en esa casa el resto del año?

¿Hasta ahora se hacía, no? Sí. Pero los tiempos cambian. Y eso es algo que se observa fácilmente saliendo a la calle u ojeando estadísticas. Que cada vez haya más hogares unipersonales o formados por dos personas y menos de tres, cuatro o más integrantes implica que hay menos gente habituada a cocinar para grupos. También estamos menos dispuestos a pasar horas en la cocina, como constataba en 2019 Aldi y confirma el auge de la ‘Tardebuena’ y ‘Tardevieja’. Disfrutamos más del tardeo el 24 y 31 porque pasamos menos tiempo entre cacerolas.

Hay otro factor más y es el económico. En los restaurantes y cáterings hay diferentes tarifas, pero habitualmente garantizan dos cosas: precios y menús cerrados y producto garantizado. Nada de llevarse la sorpresa de que el kilo de cordero se ha puesto por las nubes o verse en el aprieto de que el bacalo se ha estropeado a última hora porque nos hemos equivocado con la receta. Todo esto con la cesta de la compra navideña subiendo un 5,1%, según la OCU, y empresas ofreciendo pavos rellenos con guarnición por unos 37 euros el comensal.

Imágenes | Md Ishak Raman (Unsplash), Aleix Ventayol (Unsplash), Ana Maltez (Unsplash)

En Xataka | Los matemáticos tienen una forma sencilla de aumentar las probabilidades de ganar el Gordo. Otra cosa es que compense


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Cocinar para una familia entera en Nochebuena es una tradición que está muriendo. Y la explicación está en Mercadona

fue publicada originalmente en

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por
Carlos Prego

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​Lo habitual a estas alturas del año es que la mayoría de reuniones familiares se volviesen monotema: ¿Qué cenar en Nochebuena? ¿Y en Nochevieja? ¿Se repite el menú de otros años? ¿Está toda la compra hecha o quedan flecos pendientes? Eso era lo habitual. Al menos hasta que, en un país cada vez menos aficionado a cocinar y más a la ya comida preparada, empezó a cuajar otra pregunta: ¿Por qué pasarse horas entre fogones las tardes del 24 (y 31) de diciembre si podemos encargar la cena a un restaurante, un catering o el súper de confianza?

Quizás parezca una simple anécdota, pero dice mucho ya no solo de la Navidad sino de cómo están cambiando los hogares y nuestros hábitos de consumo.

¿Una tarde encerrado entre fogones? Que Nochebuena y Nochevieja son citas especiales nadie lo duda. Tampoco que ambas giran básicamente en torno a la mesa. Sin embargo una cosa es eso y otra muy distinta que estemos dispuestos a pasarnos horas encerrados en la cocina para preparar apetitosas cenas para un regimiento de parientes, algo no tan extraño hace solo unas décadas.

En 2019 la cadena de supermercados alemana Aldi hizo un sondeo en el que preguntó eso mismo a los españoles: cuánto tiempo invertimos en preparar las comidas y cenas de Navidad. Su conclusión fue curiosa: aunque de media les dedicamos 137 minutos, la gran mayoría de los entrevistados (62%) aspira a recortar ese tiempo entre fogones, dejándolo como mucho en 112 minutos.

¿Quién cocina entonces? Otros. Así de sencillo. No es fácil dimensionar la tendencia, pero basta una búsqueda en Google para encontrar artículos de diarios regionales que hablan de cómo cada vez más familias encargan las principales comidas y cenas de Navidad a restaurantes, hoteles o empresas de catering.

Ocurre en la Comunidad de Madrid, Galicia, Aragón, Cataluña, Castilla y León o Extremadura, por citar un puñado de ejemplos de una tendencia que en realidad trasciende comunidades. No solo eso. Además de familias dispuestas a pagar por librarse de la carga de preparar cenas para 10, 12, 14… comensales encontramos empresas dispuestas a cubrir ese creciente nicho de mercado, algunas tan relevantes como Mercadona, la cadena de súper con mayor cuota del país.

¿Nochebuena ‘made in Mercadona’? Así es. Desde finales de noviembre la compañía de Juan Roig anuncia su servicio de ‘Listo para Comer’ orientado a las fiestas, un apartado que permite encargar por adelantado canapés, pollo relleno, cochinillo, cordero… para servirlo durante las noches del 24 y 31 de diciembre. “Basta con calentar y servir”, presume Mercadona, que destaca cómo el servicio permite a la familias ahorrar tiempo “sin estar pendiente de la cocina”.

Tiene todo el sentido si se tiene en cuenta que la empresa valenciana lleva años apostando precisamente por esa línea de negocio y el propio Roig ha reconocido públicamente que está convencido de que a mitad de este mismo siglo las cocinas desaparecerán de la casas españolas. Su vaticinio apunta en una dirección clara: los súper ya no serán solo los lugares donde compramos, serán los referentes de la alimentación dónde adquiriremos platos e incluso donde los consumiremos.

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¿Ya no cocinamos? No exactamente. Seguimos cocinando, aunque es cierto que lo hacemos de forma distinta y cada vez menos. Una pista nos la daba hace poco un estudio publicado en TIJGFS que deja botando un dato revelador: el 59,1% de los españoles seguimos cocinando prácticamente a diario, lo que significa que la mayoría seguimos usando nuestros hornos y vitros.

La otra cara de esa cifra es que hay un 40,9% que no cocina nunca o lo hace muy rara vez y ese porcentaje ha ido creciendo en la últimas décadas. El CIS también ha constatado que la mayoría sus encuestados (46,5%) creen que la cocina casera está perdiendo terreno frente a la fast food. Si eso no fuera interesante de por sí hay otros indicadores (de la industria de la alimentación) que sugieren cambios en el consumo: por ejemplo cada vez demandamos menos pan fresco y pescado, un  producto este último que empieza a asociarse al ocio fuera del hogar.

¿Y qué pasa en Navidad? Más allá de nuestros hábitos generales en alimentación, las Navidades tienen sus propias peculiaridades. Las cenas de Nochebuena y Nochevieja no son cenas ‘normales’. Primero porque se espera de ellas un grado de elaboración mayor del normal. Segundo porque implica cocinar para mucha más gente de la que forma parte del núcleo familiar habitual: el 24 y 31 de diciembre se sientan a la mesa primos, suegros, cuñados, sobrinos… Lo que acaba traduciéndose fácilmente en grupos de más de diez comensales.

¿Es importante eso? Sí, si tenemos en cuenta que cada vez vivimos en apartamentos más pequeños y las familias son más reducidas, lo que se traduce en una serie de complicaciones prácticas: ¿Cómo cocinar para 12 personas en una cocina minúscula con una vitro de dos fuegos? ¿Dónde almacenar tanta comida? ¿Dónde diablos sentar a 12 o 14 personas en un salón donde hay mobiliario para una pareja, que es la que come realmente en esa casa el resto del año?

¿Hasta ahora se hacía, no? Sí. Pero los tiempos cambian. Y eso es algo que se observa fácilmente saliendo a la calle u ojeando estadísticas. Que cada vez haya más hogares unipersonales o formados por dos personas y menos de tres, cuatro o más integrantes implica que hay menos gente habituada a cocinar para grupos. También estamos menos dispuestos a pasar horas en la cocina, como constataba en 2019 Aldi y confirma el auge de la ‘Tardebuena’ y ‘Tardevieja’. Disfrutamos más del tardeo el 24 y 31 porque pasamos menos tiempo entre cacerolas.

Hay otro factor más y es el económico. En los restaurantes y cáterings hay diferentes tarifas, pero habitualmente garantizan dos cosas: precios y menús cerrados y producto garantizado. Nada de llevarse la sorpresa de que el kilo de cordero se ha puesto por las nubes o verse en el aprieto de que el bacalo se ha estropeado a última hora porque nos hemos equivocado con la receta. Todo esto con la cesta de la compra navideña subiendo un 5,1%, según la OCU, y empresas ofreciendo pavos rellenos con guarnición por unos 37 euros el comensal.

Imágenes | Md Ishak Raman (Unsplash), Aleix Ventayol (Unsplash), Ana Maltez (Unsplash)

En Xataka | Los matemáticos tienen una forma sencilla de aumentar las probabilidades de ganar el Gordo. Otra cosa es que compense

– La noticia

Cocinar para una familia entera en Nochebuena es una tradición que está muriendo. Y la explicación está en Mercadona

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Carlos Prego

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