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Netflix le confió más de 70 millones para una serie. Él vino con cero episodios y una factura de colchones de lujo de 638.000 dólares

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Netflix le confió más de 70 millones para una serie. Él vino con cero episodios y una factura de colchones de lujo de 638.000 dólares

Carl Rinsch, director de la película semidesconocida de Keanu Reeves ’47 Ronin’ ha sido declarado culpable de defraudar 11 millones de dólares a Netflix. Por la producción de una serie de ciencia ficción que nunca llegó a hacerse… ni estaba previsto que se hiciera. Fraude electrónico, lavado de dinero y transacciones ilegales son los cargos para este ingenioso sinvergüenza que se atrevió a tomarle el pelo a uno de los gigantes corporativos del audiovisual moderno. 

Qué pasó. El proyecto ‘White Horse’, posteriormente rebautizado como ‘Conquest’, arrancó en 2018 como una ambiciosa serie de ciencia ficción sobre una especie humanoide artificial que se rebela contra sus creadores. Netflix superó a Amazon, Apple y HBO en una guerra de ofertas por los derechos de la serie, desembolsando más de 61 millones de dólares y concediendo a Rinsch control creativo final. 44 millones de dólares después y tras rodajes en Uruguay, Brasil y Hungría, no había nada sobre la mesa del señor Netflix.

Inversiones a lo loco. En marzo de 2020, mientras la pandemia se extendía, Rinsch solicitó 11 millones adicionales para, supuestamente, completar la serie. Por algún motivo, Netflix accedió: Rinsch transfirió los fondos directamente a cuentas personales y especuló con opciones sobre acciones de Gilead Sciences, la farmacéutica que quería acabar con el COVID-19 (y el COVID acabó con ella), perdiendo aproximadamente la mitad del capital en semanas.

Posteriormente invirtió en Dogecoin, convirtiendo 4 millones en 27. Con las ganancias desató un huracán consumista que se tradujo en cinco Rolls-Royce y un Ferrari por valor de 2,4 millones de dólares, dos colchones Hästens fabricados artesanalmente en Suecia valorados en 638.000 dólares, relojes suizos de 387.000 y muebles antiguos valorados en 3,3 millones. Netflix canceló el proyecto en 2021 tras recibir únicamente algunos fragmentos promocionales de la hipotética serie.

La sentencia. En una estrategia poco común, Rinsch optó por testificar en su propia defensa, sosteniendo que los 11 millones constituían un reembolso legítimo por capital propio invertido en el proyecto, y que el material ya rodado servía como herramienta de negociación para asegurar una segunda temporada que Netflix nunca llegaría a autorizar formalmente. La fiscalía presentó extractos bancarios que demostraban transferencias directas del presupuesto de producción a cuentas personales de Rinsch.

Por qué pasó. Para entender esta serie de infortunios para el bolsillo de Netflix hay que contextualizar cuándo se produjo: entre 2018 y 2020, Netflix estuvo en el centro de una especie de “fiebre del oro” del streaming, con un gasto en contenido que alcanzó 17.300 millones de dólares en 2020. La plataforma acumulaba entonces el 45% del gasto global en contenido de streaming desde 2010, duplicando la inversión de su competidor más cercano, Amazon Prime Video.

La guerra por el talento creativo se intensificó con el desembarco de Disney+ en noviembre de 2019, seguida por HBO Max, Apple TV+ y Peacock. Eran los tiempos en los que, buscando la creación de un catálogo consistente, Netflix priorizaba la cantidad por encima de la calidad. En este contexto, Netflix dio a Rinsch ese final cut por temor a perder el proyecto frente a rivales.

Otros fraudes. Rinsch no es un caso aislado en una industria cada vez más vulnerable al fraude. David Ozer, productor con credenciales en Starz Media y Sony Pictures Television, cumple condena tras haber desviado más de 200.000 dólares del presupuesto de ‘Safehaven’. Más recientemente, en agosto de 2025, David Raymond Brown fue acusado de orquestar un esquema Ponzi por 12 millones de dólares: el productor creó una empresa ficticia que emitía facturas por servicios inexistentes o ya pagados y falsificó su perfil en IMDb para atraer a más inversores.

Cabecera | Dima Solomin en Unsplash


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John Tones

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​Carl Rinsch, director de la película semidesconocida de Keanu Reeves ’47 Ronin’ ha sido declarado culpable de defraudar 11 millones de dólares a Netflix. Por la producción de una serie de ciencia ficción que nunca llegó a hacerse… ni estaba previsto que se hiciera. Fraude electrónico, lavado de dinero y transacciones ilegales son los cargos para este ingenioso sinvergüenza que se atrevió a tomarle el pelo a uno de los gigantes corporativos del audiovisual moderno. 
Qué pasó. El proyecto ‘White Horse’, posteriormente rebautizado como ‘Conquest’, arrancó en 2018 como una ambiciosa serie de ciencia ficción sobre una especie humanoide artificial que se rebela contra sus creadores. Netflix superó a Amazon, Apple y HBO en una guerra de ofertas por los derechos de la serie, desembolsando más de 61 millones de dólares y concediendo a Rinsch control creativo final. 44 millones de dólares después y tras rodajes en Uruguay, Brasil y Hungría, no había nada sobre la mesa del señor Netflix.
Inversiones a lo loco. En marzo de 2020, mientras la pandemia se extendía, Rinsch solicitó 11 millones adicionales para, supuestamente, completar la serie. Por algún motivo, Netflix accedió: Rinsch transfirió los fondos directamente a cuentas personales y especuló con opciones sobre acciones de Gilead Sciences, la farmacéutica que quería acabar con el COVID-19 (y el COVID acabó con ella), perdiendo aproximadamente la mitad del capital en semanas.

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Posteriormente invirtió en Dogecoin, convirtiendo 4 millones en 27. Con las ganancias desató un huracán consumista que se tradujo en cinco Rolls-Royce y un Ferrari por valor de 2,4 millones de dólares, dos colchones Hästens fabricados artesanalmente en Suecia valorados en 638.000 dólares, relojes suizos de 387.000 y muebles antiguos valorados en 3,3 millones. Netflix canceló el proyecto en 2021 tras recibir únicamente algunos fragmentos promocionales de la hipotética serie.
La sentencia. En una estrategia poco común, Rinsch optó por testificar en su propia defensa, sosteniendo que los 11 millones constituían un reembolso legítimo por capital propio invertido en el proyecto, y que el material ya rodado servía como herramienta de negociación para asegurar una segunda temporada que Netflix nunca llegaría a autorizar formalmente. La fiscalía presentó extractos bancarios que demostraban transferencias directas del presupuesto de producción a cuentas personales de Rinsch.

Por qué pasó. Para entender esta serie de infortunios para el bolsillo de Netflix hay que contextualizar cuándo se produjo: entre 2018 y 2020, Netflix estuvo en el centro de una especie de “fiebre del oro” del streaming, con un gasto en contenido que alcanzó 17.300 millones de dólares en 2020. La plataforma acumulaba entonces el 45% del gasto global en contenido de streaming desde 2010, duplicando la inversión de su competidor más cercano, Amazon Prime Video.
La guerra por el talento creativo se intensificó con el desembarco de Disney+ en noviembre de 2019, seguida por HBO Max, Apple TV+ y Peacock. Eran los tiempos en los que, buscando la creación de un catálogo consistente, Netflix priorizaba la cantidad por encima de la calidad. En este contexto, Netflix dio a Rinsch ese final cut por temor a perder el proyecto frente a rivales.

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Otros fraudes. Rinsch no es un caso aislado en una industria cada vez más vulnerable al fraude. David Ozer, productor con credenciales en Starz Media y Sony Pictures Television, cumple condena tras haber desviado más de 200.000 dólares del presupuesto de ‘Safehaven’. Más recientemente, en agosto de 2025, David Raymond Brown fue acusado de orquestar un esquema Ponzi por 12 millones de dólares: el productor creó una empresa ficticia que emitía facturas por servicios inexistentes o ya pagados y falsificó su perfil en IMDb para atraer a más inversores.

Cabecera | Dima Solomin en Unsplash

– La noticia

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John Tones

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