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Las tunas corren riesgo de extinguirse porque ya nadie quiere ser tuno. Castilla y León quiere ponerle remedio

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Las tunas corren riesgo de extinguirse porque ya nadie quiere ser tuno. Castilla y León quiere ponerle remedio

Su imagen es icónica, inconfundible. Capas, jubones, cintas y parches, con las guitarras y bandurrias entre las manos y marcando el ritmo por los campus. Las tunas universitarias forman parte del acerbo cultural de España y como tal quiere protegerlas la Junta de Castilla y León, que acaba de declarar la tradición un Bien de Interés Cultural (BIC) de carácter inmaterial. La medida llega en un momento especialmente delicado: con la tuna viva, pero acechada por “amenazas”.

¿Qué ha pasado? Que Castilla y León acaba de declarar las tunas universitarias Bien de Interés Cultural Inmaterial. En realidad el Consejo de Gobierno regional tomó la decisión hace ya varias semanas, el 27 de noviembre, pero no se había consolidado hasta ahora, con su publicación en el Boletín Oficial del Estado

¿Por qué es importante? Para empezar porque supone un reconocimiento público a una tradición cultural que se remonta siglos atrás y dispondrá a partir de ahora de un nuevo barniz institucional. Entre otras cuestiones, la etiqueta de BIC debería ponérselo más fácil a las agrupaciones a la hora de promocionarse.

La declaración como BIC inmaterial coloca el foco además en otra cuestión, fundamental: el estado de salud de las tunas universitarias en España. Al fin y al cabo la propia Junta de Castilla y León reconoce que uno de los objetivos de la medida es “proteger la singularidad” de una tradición que, insiste, se mantiene “viva” e “integrada” en los campus. No todos comparten su optimismo. Desde Cultura advertían hace no mucho que las tunas se enfrentan a “amenazas”.

Usal Sac Musica Tuna Universitaria Imagen 4

¿Por qué declararla BIC? El Gobierno castellanoleonés lo tiene claro: reivindica “el arraigo” de la tuna en la región y recuerda que la tradición surgió al calor de algunas de sus primeras universidades, como la de Palencia, Salamanca o Valladolid, que remontan sus orígenes al siglo XIII. “Esto ha propiciado que la tradición echase raíces profundas en la región desde fechas tempranas”, recoge el anuncio del BOE, en el que presenta a Salamanca como la “cuna de la tuna”.

Desde entonces las agrupaciones han pasado por múltiples altibajos. Las tunas arrancaron entre los universitarios más humildes de la baja Edad Media, jóvenes que tocaban a cambio de comida o unas monedas, y se mantuvieron activas a lo largo de los siglos siguientes. En el XIX estuvieron al borde de la desaparición, pero ganaron un impulso renovado gracias al movimiento romántico. 

La Guerra Civil amenazó su pervivencia de nuevo, pero la tradición se reforzó durante los años 40, 50 y sobre todo entre los 60 y 70, cuando España se abría a un turismo que encontró en aquellos jóvenes que se dedicaban a cantar ataviados con capas y cintas un “símbolo pintoresco del folklore estudiantil español”. Ya en las décadas de 1980 y 1990 se consolidaron los primeros grupos femeninos.

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¿Y cómo están ahora? La Junta asegura que “la presencia de tunas universitarias” abarca toda la región, dando forma a “un mosaico vivo”. “Castilla y León alberga entre 20 y 30 tunas universitarias activas o con actividad reciente, distribuidas por todas sus provincias”, celebra el Gobierno castellanoleonés ante de precisar que esa estimación incluye todo tipo de agrupaciones, las masculinas, femeninas y las conocidas como cuarentunas, formadas por antiguos tunos.

¿Cómo van de salud? Depende de la fuente que consultemos. En junio el departamento de Ernest Urtasun publicó un informe en el que, tras recalcar el interés cultural e histórico de estas agrupaciones, lanza un aviso a navegantes: “La tuna universitaria se enfrenta a riesgos y amenazas derivados sobre todo del envejecimiento de sus miembros por falta de incorporación de nuevos integrantes en las agrupaciones existentes que deviene en la disminución de su número”.

El comentario se incluye de hecho en un expediente oficial que pretende declarar la tuna “manifestación representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial”.

¿Cómo son las tunas hoy? He ahí la clave. El País concreta que de los 150 músicos que integran la tuna de Derecho de la Universidad Complutense, solo 15 tienen menos de 30 años. “Al final es una tradición que abandera gente que no es universitaria”, reconoce uno de sus miembros. Otro veterano de una tuna de Valladolid admite que se realizan “muchas menos actuaciones” que antes. 

“Ya no hay tanta afluencia de gente que quieran unirse, ya sea por gustos musicales, la pérdida de apoyo económico, las modas o la aparición de otras agrupaciones, como las charangas”, reflexiona. “Lo que sí tengo claro es que la tuna sigue siendo una forma de reunirse con amistades que comparten el gusto por la música, creando lazos que pueden durar toda la vida”. 

La situación varía también de una a otra zona de España. Hace cuatro años El Correo Gallego explicaba que en Santiago de Compostela, otra de las principales ciudades universitarias del país, solo se mantenía intacta (hay otras iniciativas) una tuna, la de la Derecho. Eso sí, a base de músicos que en su mayor parte ya no estaban ligados a la universidad. El diario gallego señalaba no obstante que la tendencia era algo distinta en la mitad meridional de la península.

Imágenes | Universidad de Salamanca 1 y 2 y Universidad de Sevilla

En Xataka | El toque de las campanas españolas es un lenguaje en sí mismo. Y ahora también Patrimonio de la Humanidad


La noticia

Las tunas corren riesgo de extinguirse porque ya nadie quiere ser tuno. Castilla y León quiere ponerle remedio

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Carlos Prego

.

​Su imagen es icónica, inconfundible. Capas, jubones, cintas y parches, con las guitarras y bandurrias entre las manos y marcando el ritmo por los campus. Las tunas universitarias forman parte del acerbo cultural de España y como tal quiere protegerlas la Junta de Castilla y León, que acaba de declarar la tradición un Bien de Interés Cultural (BIC) de carácter inmaterial. La medida llega en un momento especialmente delicado: con la tuna viva, pero acechada por “amenazas”.

¿Qué ha pasado? Que Castilla y León acaba de declarar las tunas universitarias Bien de Interés Cultural Inmaterial. En realidad el Consejo de Gobierno regional tomó la decisión hace ya varias semanas, el 27 de noviembre, pero no se había consolidado hasta ahora, con su publicación en el Boletín Oficial del Estado. 

¿Por qué es importante? Para empezar porque supone un reconocimiento público a una tradición cultural que se remonta siglos atrás y dispondrá a partir de ahora de un nuevo barniz institucional. Entre otras cuestiones, la etiqueta de BIC debería ponérselo más fácil a las agrupaciones a la hora de promocionarse.

La declaración como BIC inmaterial coloca el foco además en otra cuestión, fundamental: el estado de salud de las tunas universitarias en España. Al fin y al cabo la propia Junta de Castilla y León reconoce que uno de los objetivos de la medida es “proteger la singularidad” de una tradición que, insiste, se mantiene “viva” e “integrada” en los campus. No todos comparten su optimismo. Desde Cultura advertían hace no mucho que las tunas se enfrentan a “amenazas”.

¿Por qué declararla BIC? El Gobierno castellanoleonés lo tiene claro: reivindica “el arraigo” de la tuna en la región y recuerda que la tradición surgió al calor de algunas de sus primeras universidades, como la de Palencia, Salamanca o Valladolid, que remontan sus orígenes al siglo XIII. “Esto ha propiciado que la tradición echase raíces profundas en la región desde fechas tempranas”, recoge el anuncio del BOE, en el que presenta a Salamanca como la “cuna de la tuna”.
Desde entonces las agrupaciones han pasado por múltiples altibajos. Las tunas arrancaron entre los universitarios más humildes de la baja Edad Media, jóvenes que tocaban a cambio de comida o unas monedas, y se mantuvieron activas a lo largo de los siglos siguientes. En el XIX estuvieron al borde de la desaparición, pero ganaron un impulso renovado gracias al movimiento romántico. 
La Guerra Civil amenazó su pervivencia de nuevo, pero la tradición se reforzó durante los años 40, 50 y sobre todo entre los 60 y 70, cuando España se abría a un turismo que encontró en aquellos jóvenes que se dedicaban a cantar ataviados con capas y cintas un “símbolo pintoresco del folklore estudiantil español”. Ya en las décadas de 1980 y 1990 se consolidaron los primeros grupos femeninos.

¿Y cómo están ahora? La Junta asegura que “la presencia de tunas universitarias” abarca toda la región, dando forma a “un mosaico vivo”. “Castilla y León alberga entre 20 y 30 tunas universitarias activas o con actividad reciente, distribuidas por todas sus provincias”, celebra el Gobierno castellanoleonés ante de precisar que esa estimación incluye todo tipo de agrupaciones, las masculinas, femeninas y las conocidas como cuarentunas, formadas por antiguos tunos.
¿Cómo van de salud? Depende de la fuente que consultemos. En junio el departamento de Ernest Urtasun publicó un informe en el que, tras recalcar el interés cultural e histórico de estas agrupaciones, lanza un aviso a navegantes: “La tuna universitaria se enfrenta a riesgos y amenazas derivados sobre todo del envejecimiento de sus miembros por falta de incorporación de nuevos integrantes en las agrupaciones existentes que deviene en la disminución de su número”.
El comentario se incluye de hecho en un expediente oficial que pretende declarar la tuna “manifestación representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial”.

¿Cómo son las tunas hoy? He ahí la clave. El País concreta que de los 150 músicos que integran la tuna de Derecho de la Universidad Complutense, solo 15 tienen menos de 30 años. “Al final es una tradición que abandera gente que no es universitaria”, reconoce uno de sus miembros. Otro veterano de una tuna de Valladolid admite que se realizan “muchas menos actuaciones” que antes. 
“Ya no hay tanta afluencia de gente que quieran unirse, ya sea por gustos musicales, la pérdida de apoyo económico, las modas o la aparición de otras agrupaciones, como las charangas”, reflexiona. “Lo que sí tengo claro es que la tuna sigue siendo una forma de reunirse con amistades que comparten el gusto por la música, creando lazos que pueden durar toda la vida”. 
La situación varía también de una a otra zona de España. Hace cuatro años El Correo Gallego explicaba que en Santiago de Compostela, otra de las principales ciudades universitarias del país, solo se mantenía intacta (hay otras iniciativas) una tuna, la de la Derecho. Eso sí, a base de músicos que en su mayor parte ya no estaban ligados a la universidad. El diario gallego señalaba no obstante que la tendencia era algo distinta en la mitad meridional de la península.
Imágenes | Universidad de Salamanca 1 y 2 y Universidad de Sevilla
En Xataka | El toque de las campanas españolas es un lenguaje en sí mismo. Y ahora también Patrimonio de la Humanidad

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Las tunas corren riesgo de extinguirse porque ya nadie quiere ser tuno. Castilla y León quiere ponerle remedio

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por
Carlos Prego

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