Ciencia y Tecnología
Por qué Cádiz se ha preparado ahora para un tsunami: la ciencia tras un riesgo geológico que se repite cada 1.200 años
Pese a que los tsunamis parecen efectos que están reservados para las costas japonesas, la realidad es que España tiene también muchas papeletas de sufrir un evento de esta magnitud en nuestras costas. Cádiz es una de las ubicaciones con mayor riesgo de sufrir un maremoto en España, y las autoridades han querido comprobar que los sistemas de emergencia y respuesta funcionan por si en algún momento ocurre este tipo de evento.
Para poder comprobarlo, las autoridades hicieron un simulacro a mediados de noviembre en el que se movilizó el sistema ES-Alert, varios colegios y a todos los servicios de emergencia. Y ante este gran despliegue, la pregunta es obligatoria: ¿qué probabilidades hay de que se produzca un tsunami en Cádiz?
Cádiz está en el centro de este simulacro debido a que es la zona con mayor peligrosidad por maremotos del país, debido a la historia que tiene a sus espaldas y la sismicidad de la zona de Azores-Gibraltar. Por eso, la Junta de Andalucía ha elaborado un Plan de Emergencia ante el Riesgo de Maremotos (PEMA) y ha elegido Cádiz para el mayor simulacro de tsunami hecho en España.
Por qué. En el pasado, los registros geológicos apuntan a que al menos se han dado hasta cinco grandes tsunamis en el golfo de Cádiz en los últimos 7.000 años. Todos estos asociados a megaterremotos en el límite de placas entre África y Eurasia. A esto se suma el referente histórico: el tsunami ligado al terremoto de Lisboa del 1 de noviembre de 1755, que inundó por completo Cádiz y parte de la costa andaluza con olas de varios metros en cuestión de decenas de minutos.
Los trabajos de paleosismología del CSIC y varias universidades sitúan el intervalo de recurrencia de estos eventos entre 1.200 y 1.500 años, lo bastante largo como para que se olviden socialmente, pero demasiado corto como para ignorarlos en planificación de riesgos. Eso coloca al suroeste peninsular como una de las zonas más expuestas de Europa a los tsunamis, pese a que el “riesgo percibido” en la calle haya sido históricamente muy bajo.
Y es que justamente esto es algo que se ha podido analizar en las capas de arenas y restos marinos que se dejan tierras adentro y que nos da información sobre lo que pasó hace miles de años. Aunque lógicamente siempre con una franja de tiempo que es aproximado.
Por qué ahora. El hecho de hacer el simulacro justo en este mes de noviembre puede hacernos pensar que los científicos han encontrado evidencias de que se viene un gran tsunami sobre Cádiz, pero nada más lejos de la realidad. Lo que ocurre en este caso es que se está tomando más en serio un riesgo conocido desde hace mucho tiempo y para el que, hasta ahora, apenas se había ensayado nada a gran escala.
Es por ello que esta evidencia científica que nos habla del riesgo real que existe en este caso en las costas de Cádiz se ha trasladado hasta la normativa. En 2015 se aprueba la Directriz Básica de planificación de Protección Civil ante el Riesgo de Maremotos, que reconoce al golfo de Cádiz como una zona crítica donde la altura de la ola prevista supera los 0,5 metros.
Un marco que no se limita a mapas bonitos, sino que define directrices de decisión según magnitud y localización de terremotos, cadenas de mando, protocolos de aviso y objetivos de tiempo de respuesta, con el Instituto Geográfico Nacional, AEMET y la futura red SINAM como sensores de entrada.
Lo que se ha simulado. En este caso, Cádiz ha simulado un terremoto de magnitud aproximada de 7,5-7,6 al suroeste del cabo de San Vicente, muy similar al de Lisboa en 1755 y que genera un maremoto que apunta directo a la costa andaluza occidental. En ese escenario, los modelos de propagación estiman entre 45 y 60 minutos desde la activación de la alerta hasta la llegada de la primera ola de Cádiz, lo que en la práctica es el reloj con el que trabaja Protección Civil.
El objetivo del ejercicio era salvar virtualmente al mayor número posible de personas en ese margen de una hora: se ensayó evacuación horizontal hacia zonas no inundables, evacuación vertical hacia plantas altas, rescates en playa y puerto, protección de bienes culturales y gestión de edificios dañados. Sobre el papel, todo esto ya existía en manuales y mapas; lo que faltaba era comprobar cómo se comporta una ciudad real cuando suena una alerta de tsunami en plena mañana laboral.
Imágenes | Matt Paul Catalano
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La noticia
Por qué Cádiz se ha preparado ahora para un tsunami: la ciencia tras un riesgo geológico que se repite cada 1.200 años
fue publicada originalmente en
Xataka
por
José A. Lizana
.
Pese a que los tsunamis parecen efectos que están reservados para las costas japonesas, la realidad es que España tiene también muchas papeletas de sufrir un evento de esta magnitud en nuestras costas. Cádiz es una de las ubicaciones con mayor riesgo de sufrir un maremoto en España, y las autoridades han querido comprobar que los sistemas de emergencia y respuesta funcionan por si en algún momento ocurre este tipo de evento.
Para poder comprobarlo, las autoridades hicieron un simulacro a mediados de noviembre en el que se movilizó el sistema ES-Alert, varios colegios y a todos los servicios de emergencia. Y ante este gran despliegue, la pregunta es obligatoria: ¿qué probabilidades hay de que se produzca un tsunami en Cádiz?
Cádiz está en el centro de este simulacro debido a que es la zona con mayor peligrosidad por maremotos del país, debido a la historia que tiene a sus espaldas y la sismicidad de la zona de Azores-Gibraltar. Por eso, la Junta de Andalucía ha elaborado un Plan de Emergencia ante el Riesgo de Maremotos (PEMA) y ha elegido Cádiz para el mayor simulacro de tsunami hecho en España.
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Por qué. En el pasado, los registros geológicos apuntan a que al menos se han dado hasta cinco grandes tsunamis en el golfo de Cádiz en los últimos 7.000 años. Todos estos asociados a megaterremotos en el límite de placas entre África y Eurasia. A esto se suma el referente histórico: el tsunami ligado al terremoto de Lisboa del 1 de noviembre de 1755, que inundó por completo Cádiz y parte de la costa andaluza con olas de varios metros en cuestión de decenas de minutos.
Los trabajos de paleosismología del CSIC y varias universidades sitúan el intervalo de recurrencia de estos eventos entre 1.200 y 1.500 años, lo bastante largo como para que se olviden socialmente, pero demasiado corto como para ignorarlos en planificación de riesgos. Eso coloca al suroeste peninsular como una de las zonas más expuestas de Europa a los tsunamis, pese a que el “riesgo percibido” en la calle haya sido históricamente muy bajo.
Y es que justamente esto es algo que se ha podido analizar en las capas de arenas y restos marinos que se dejan tierras adentro y que nos da información sobre lo que pasó hace miles de años. Aunque lógicamente siempre con una franja de tiempo que es aproximado.
Por qué ahora. El hecho de hacer el simulacro justo en este mes de noviembre puede hacernos pensar que los científicos han encontrado evidencias de que se viene un gran tsunami sobre Cádiz, pero nada más lejos de la realidad. Lo que ocurre en este caso es que se está tomando más en serio un riesgo conocido desde hace mucho tiempo y para el que, hasta ahora, apenas se había ensayado nada a gran escala.
Es por ello que esta evidencia científica que nos habla del riesgo real que existe en este caso en las costas de Cádiz se ha trasladado hasta la normativa. En 2015 se aprueba la Directriz Básica de planificación de Protección Civil ante el Riesgo de Maremotos, que reconoce al golfo de Cádiz como una zona crítica donde la altura de la ola prevista supera los 0,5 metros.
Un marco que no se limita a mapas bonitos, sino que define directrices de decisión según magnitud y localización de terremotos, cadenas de mando, protocolos de aviso y objetivos de tiempo de respuesta, con el Instituto Geográfico Nacional, AEMET y la futura red SINAM como sensores de entrada.
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El objetivo del ejercicio era salvar virtualmente al mayor número posible de personas en ese margen de una hora: se ensayó evacuación horizontal hacia zonas no inundables, evacuación vertical hacia plantas altas, rescates en playa y puerto, protección de bienes culturales y gestión de edificios dañados. Sobre el papel, todo esto ya existía en manuales y mapas; lo que faltaba era comprobar cómo se comporta una ciudad real cuando suena una alerta de tsunami en plena mañana laboral.
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José A. Lizana
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