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Ciencia y Tecnología

La guerra en Ucrania es un videojuego: salvar vidas no da medallas, da puntos para desbloquear las armas más letales

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La guerra en Ucrania es un videojuego: salvar vidas no da medallas, da puntos para desbloquear las armas más letales

A comienzos de noviembre Ucrania actualizó el juego más sangriento de la nación, esa especie de “Amazon bélico” donde tomaba prestada la idea de los videojuegos y sus sistemas de recompensa, otorgando puntos a sus soldados por eliminar tropas enemigas. Esos puntos luego se podían canjear por armas y sistemas. Ahora, en una vuelta de tuerca, la mayor recompensa no la da un disparo certero, la da salvar vidas.

Innovación bélica. La guerra en Ucrania ha entrado en una fase en la que la tecnología, los sistemas de incentivos y la gestión de recursos humanos se entrelazan. El escenario ya no se define solo por el choque de ejércitos, sino por la capacidad de un país para transformar sus procesos internos, acelerar la llegada de equipos al frente y mantener cohesionada una fuerza militar sometida a un desgaste extremo. 

En ese marco, la aparición de plataformas digitales capaces de recompensar acciones tácticas, priorizar la protección de vidas y comprimir la cadena logística en cuestión de días revela un país que intenta compensar la inferioridad numérica con innovación estructural (la ética es más discutible). 

La moral. Al mismo tiempo, este desarrollo ocurre sobre un teatro militar donde la presión rusa es intensa, donde ciudades enteras corren el riesgo de quedar aisladas y donde la dirección política se ve obligada a decidir entre sostener posiciones simbólicas o preservar a sus soldados para líneas más sostenibles. 

La convergencia de ambos fenómenos define una dinámica bélica en la que la tecnología no solo da forma a la ofensiva y la defensa, sino también a las consideraciones morales y estratégicas que determinan cada retirada, cada avance y cada sacrificio.

Amazon y sus nuevos incentivos. Lo contamos al inicio, la digitalización del esfuerzo bélico ucraniano ha cristalizado en un sistema de recompensas y adquisiciones capaz de alterar la manera en que las unidades obtienen armas, sistemas electrónicos y material táctico. La plataforma Brave1 Market permite que cualquier unidad, desde brigadas de drones hasta batallones de infantería mecanizada, solicite directamente a fabricantes equipos que antes dependían de cadenas burocráticas lentas, con plazos incompatibles con la urgencia del frente. 

Sus catálogos, que abarcan las armas más costosas y letales de la nación, tienen desde drones, hasta UGVs, sistemas de guerra electrónica, cámaras, baterías, motores y comunicaciones satelitales, dispositivos que se renuevan constantemente a medida que empresas y voluntarios integran nuevas tecnologías. El resultado es un entorno de compras casi instantáneo, financiado por el Estado pero guiado por las necesidades inmediatas de quienes combaten. La rapidez del modelo, sumada al seguimiento de puntos acumulados por unidades de todo el país, ha generado una competición interna que acelera la incorporación de innovaciones y crea incentivos para ejecutar misiones de alto impacto táctico.

Brave1

Algunas de las armas y robots que se pueden canjear en Brave1

Desbloquear salvar vidas. Así, en un frente donde las evacuaciones médicas se han convertido en una de las tareas más letales debido a la proliferación de drones de reconocimiento y ataque, los vehículos terrestres no tripulados han adquirido una relevancia decisiva. Estos robots son capaces de entrar en zonas batidas por artillería o vigiladas por drones kamikaze, de remolcar heridos desde posiciones expuestas, de transportar munición y de llevar a cabo misiones de demolición contra vehículos y puntos fortificados. 

La ampliación del sistema de recompensas para privilegiar el rescate de compañeros introduce un cambio de enfoque: salvar vidas pasa a ocupar un lugar central en la estructura de incentivos, generando no solo efectos prácticos en la supervivencia, sino también psicológicos en tropas que combaten en un entorno cada vez más automatizado. Esta prioridad se refuerza con testimonios de unidades que ya han experimentado rescates exitosos, aunque no exentos de riesgos derivados de la pérdida de señal o de la necesidad de operar en terrenos complejos.

La disyuntiva estratégica. Y mientras la innovación avanza, el país enfrenta decisiones repetidas sobre el destino de sus posiciones urbanas más disputadas. Ciudades como Bakhmut o Avdiivka demostraron que aguantar durante meses puede infligir pérdidas severas a las fuerzas rusas, pero también que prolongar la defensa después de perder rutas de abastecimiento conduce a un desgaste insostenible. 

Con Pokrovsk y Myrnohrad amenazadas por avances rusos que buscan el cerco progresivo, resurge el dilema entre resistir para demorar el empuje enemigo o retirarse para preservar unidades indispensables en una guerra de desgaste. La diferencia entre mantener una posición y perder un contingente entero de soldados se mide en corredores cada vez más estrechos, sometidos a bombardeos continuos y a asaltos de grupos rusos que aprovechan la escasez de personal ucraniano para infiltrar líneas debilitadas. Este patrón se ha repetido ya en varios escenarios donde la retirada tardía ha conducido a capturas, pérdidas masivas y la caída veloz de fortificaciones en profundidad.

La fragilidad de las defensas. El avance ruso reciente en distintos sectores muestra la capacidad de Moscú para explotar huecos surgidos tras meses de presión continua. La reducción de efectivos debida a la defensa prolongada de zonas urbanas puede traducirse en un debilitamiento inesperado de líneas posteriores, que, si no reciben refuerzos a tiempo, quedan expuestas a rupturas más profundas.

En zonas como el suroeste de Donetsk y partes de Zaporiyia, las fuerzas rusas han capturado varios asentamientos en un periodo breve, aprovechando tanto el desgaste ucraniano como condiciones meteorológicas que limitan el uso de drones de vigilancia. La posibilidad de que unidades atrapadas en ciudades sometidas a cerco no puedan retirarse afecta no solo al equilibrio local, sino al conjunto de la arquitectura defensiva del frente oriental, donde la pérdida de personal entrenado pesa más que la de territorio en una guerra de largo aliento.

Una guerra de adaptación tecnológica. Si se quiere, la combinación de un sistema de incentivos digitalizado, el auge de robots terrestres y la presión implacable sobre ciudades estratégicas dibuja una guerra en la que innovación y supervivencia están estrechamente unidas. La adopción acelerada de tecnologías distribuida entre brigadas, la capacidad de comprar material en horas y la priorización de salvamentos mediante recompensas multiplicadas forman un modelo de guerra en red que intenta compensar la asimetría de recursos con agilidad organizativa. 

Ocurre que esa modernización se desarrolla en paralelo a un frente donde las decisiones territoriales implican la posibilidad de perder cientos de soldados en semanas, donde la falta de personal entrenado limita cada contraataque y donde la retirada o la resistencia prolongada pueden alterar todo el equilibrio operativo. La guerra en Ucrania, así, avanza hacia una fase en la que la automatización, la descentralización y los robots conviven con el dilema permanente de cuántas vidas se pueden sacrificar antes de ceder una ciudad que ya no puede sostenerse.

La paradoja es que ahora la recompensa para salvar vidas son armas más letales.

Imagen | RawPixel, Picryl

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En Xataka | La guerra de Ucrania se está librando realmente en el futuro: los soldados rusos ya tienen capas de “invisibilidad” 


La noticia

La guerra en Ucrania es un videojuego: salvar vidas no da medallas, da puntos para desbloquear las armas más letales

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Miguel Jorge

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​A comienzos de noviembre Ucrania actualizó el juego más sangriento de la nación, esa especie de “Amazon bélico” donde tomaba prestada la idea de los videojuegos y sus sistemas de recompensa, otorgando puntos a sus soldados por eliminar tropas enemigas. Esos puntos luego se podían canjear por armas y sistemas. Ahora, en una vuelta de tuerca, la mayor recompensa no la da un disparo certero, la da salvar vidas.

Innovación bélica. La guerra en Ucrania ha entrado en una fase en la que la tecnología, los sistemas de incentivos y la gestión de recursos humanos se entrelazan. El escenario ya no se define solo por el choque de ejércitos, sino por la capacidad de un país para transformar sus procesos internos, acelerar la llegada de equipos al frente y mantener cohesionada una fuerza militar sometida a un desgaste extremo. 

En ese marco, la aparición de plataformas digitales capaces de recompensar acciones tácticas, priorizar la protección de vidas y comprimir la cadena logística en cuestión de días revela un país que intenta compensar la inferioridad numérica con innovación estructural (la ética es más discutible). 

En Xataka

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La moral. Al mismo tiempo, este desarrollo ocurre sobre un teatro militar donde la presión rusa es intensa, donde ciudades enteras corren el riesgo de quedar aisladas y donde la dirección política se ve obligada a decidir entre sostener posiciones simbólicas o preservar a sus soldados para líneas más sostenibles. 

La convergencia de ambos fenómenos define una dinámica bélica en la que la tecnología no solo da forma a la ofensiva y la defensa, sino también a las consideraciones morales y estratégicas que determinan cada retirada, cada avance y cada sacrificio.

Amazon y sus nuevos incentivos. Lo contamos al inicio, la digitalización del esfuerzo bélico ucraniano ha cristalizado en un sistema de recompensas y adquisiciones capaz de alterar la manera en que las unidades obtienen armas, sistemas electrónicos y material táctico. La plataforma Brave1 Market permite que cualquier unidad, desde brigadas de drones hasta batallones de infantería mecanizada, solicite directamente a fabricantes equipos que antes dependían de cadenas burocráticas lentas, con plazos incompatibles con la urgencia del frente. 

Sus catálogos, que abarcan las armas más costosas y letales de la nación, tienen desde drones, hasta UGVs, sistemas de guerra electrónica, cámaras, baterías, motores y comunicaciones satelitales, dispositivos que se renuevan constantemente a medida que empresas y voluntarios integran nuevas tecnologías. El resultado es un entorno de compras casi instantáneo, financiado por el Estado pero guiado por las necesidades inmediatas de quienes combaten. La rapidez del modelo, sumada al seguimiento de puntos acumulados por unidades de todo el país, ha generado una competición interna que acelera la incorporación de innovaciones y crea incentivos para ejecutar misiones de alto impacto táctico.

Algunas de las armas y robots que se pueden canjear en Brave1

Desbloquear salvar vidas. Así, en un frente donde las evacuaciones médicas se han convertido en una de las tareas más letales debido a la proliferación de drones de reconocimiento y ataque, los vehículos terrestres no tripulados han adquirido una relevancia decisiva. Estos robots son capaces de entrar en zonas batidas por artillería o vigiladas por drones kamikaze, de remolcar heridos desde posiciones expuestas, de transportar munición y de llevar a cabo misiones de demolición contra vehículos y puntos fortificados. 

La ampliación del sistema de recompensas para privilegiar el rescate de compañeros introduce un cambio de enfoque: salvar vidas pasa a ocupar un lugar central en la estructura de incentivos, generando no solo efectos prácticos en la supervivencia, sino también psicológicos en tropas que combaten en un entorno cada vez más automatizado. Esta prioridad se refuerza con testimonios de unidades que ya han experimentado rescates exitosos, aunque no exentos de riesgos derivados de la pérdida de señal o de la necesidad de operar en terrenos complejos.

La disyuntiva estratégica. Y mientras la innovación avanza, el país enfrenta decisiones repetidas sobre el destino de sus posiciones urbanas más disputadas. Ciudades como Bakhmut o Avdiivka demostraron que aguantar durante meses puede infligir pérdidas severas a las fuerzas rusas, pero también que prolongar la defensa después de perder rutas de abastecimiento conduce a un desgaste insostenible. 

Con Pokrovsk y Myrnohrad amenazadas por avances rusos que buscan el cerco progresivo, resurge el dilema entre resistir para demorar el empuje enemigo o retirarse para preservar unidades indispensables en una guerra de desgaste. La diferencia entre mantener una posición y perder un contingente entero de soldados se mide en corredores cada vez más estrechos, sometidos a bombardeos continuos y a asaltos de grupos rusos que aprovechan la escasez de personal ucraniano para infiltrar líneas debilitadas. Este patrón se ha repetido ya en varios escenarios donde la retirada tardía ha conducido a capturas, pérdidas masivas y la caída veloz de fortificaciones en profundidad.

La fragilidad de las defensas. El avance ruso reciente en distintos sectores muestra la capacidad de Moscú para explotar huecos surgidos tras meses de presión continua. La reducción de efectivos debida a la defensa prolongada de zonas urbanas puede traducirse en un debilitamiento inesperado de líneas posteriores, que, si no reciben refuerzos a tiempo, quedan expuestas a rupturas más profundas.

En zonas como el suroeste de Donetsk y partes de Zaporiyia, las fuerzas rusas han capturado varios asentamientos en un periodo breve, aprovechando tanto el desgaste ucraniano como condiciones meteorológicas que limitan el uso de drones de vigilancia. La posibilidad de que unidades atrapadas en ciudades sometidas a cerco no puedan retirarse afecta no solo al equilibrio local, sino al conjunto de la arquitectura defensiva del frente oriental, donde la pérdida de personal entrenado pesa más que la de territorio en una guerra de largo aliento.

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Ocurre que esa modernización se desarrolla en paralelo a un frente donde las decisiones territoriales implican la posibilidad de perder cientos de soldados en semanas, donde la falta de personal entrenado limita cada contraataque y donde la retirada o la resistencia prolongada pueden alterar todo el equilibrio operativo. La guerra en Ucrania, así, avanza hacia una fase en la que la automatización, la descentralización y los robots conviven con el dilema permanente de cuántas vidas se pueden sacrificar antes de ceder una ciudad que ya no puede sostenerse.

La paradoja es que ahora la recompensa para salvar vidas son armas más letales.

Imagen | RawPixel, Picryl

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– La noticia

La guerra en Ucrania es un videojuego: salvar vidas no da medallas, da puntos para desbloquear las armas más letales

fue publicada originalmente en

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Miguel Jorge

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