Ciencia y Tecnología
Quizás es momento de que dejemos de responder “quizás” a las invitaciones del calendario
La ciencia acaba de demostrar algo que todos intuíamos pero nadie quería admitir: cuando respondes “quizás” a una invitación, no estás siendo educado. Estás siendo egoísta.
Un estudio publicado en Science Direct y traído por Causas y Azares explica que los anfitriones prefieren un “no” rotundo a un “quizás” ambiguo. La razón es simple: el “quizás” los obliga a planificar para dos escenarios simultáneos:
- ¿Reservo mesa para cinco o para seis?
- ¿Compro comida para ocho o para nueve?
- ¿Dejo tiempo para las preguntas de doce personas o de dieciocho?
Esa incertidumbre no es cortesía. Es una carga que trasladamos al otro. Quienes responden “quizás” operan bajo una ilusión sistemática:
- Creen que están mostrando interés, que su indecisión es mejor que un rechazo.
- Pero los datos muestran lo contrario: los anfitriones se sienten más respetados con un “no” que con un “quizás”.
Hay algo revelador aquí: confundimos mantener nuestras opciones abiertas con ser considerados, cuando en realidad estamos exportando nuestra propia indecisión como problema ajeno. Traspasamos nuestro problema (me asusta parecer grosero, no quiero tener que elegir todavía) al otro (cómo demonios voy a planificar el evento si hay 10 sí y 24 quizás).
El estudio identifica aquí un caso clásico de razonamiento motivado:
- Respondemos “quizás” porque nos conviene (nos reservamos la libertad de decidir más tarde).
- Y luego racionalizamos esa decisión egoísta como si fuera lo que el otro prefiere.
Es un autoengaño tan común que ni siquiera lo percibimos. Proyectamos nuestras preferencias sobre los demás, y así nos ahorramos la incomodidad de reconocer que estamos priorizando nuestra flexibilidad sobre su planificación.
La implicación práctica es clara: si vas a responder “quizás”, más vale que sea porque realmente necesitas tiempo para resolver algo concreto, no porque quieras esperar a ver si surge algo mejor. No porque te cueste decir que no.
El “quizás” tiene un coste que paga quien envía la invitación. La próxima vez que nos llegue una invitación en el calendario, deberíamos preguntarnos si estamos siendo considerados o simplemente nos estamos cubriendo las espaldas. La respuesta probablemente nos incomode.
En Xataka | Así es como uso el calendario para organizar mi vida entera
Imagen destacada | Xataka con Mockuuups Studio
–
La noticia
Quizás es momento de que dejemos de responder “quizás” a las invitaciones del calendario
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Lacort
.
La ciencia acaba de demostrar algo que todos intuíamos pero nadie quería admitir: cuando respondes “quizás” a una invitación, no estás siendo educado. Estás siendo egoísta.
Un estudio publicado en Science Direct y traído por Causas y Azares explica que los anfitriones prefieren un “no” rotundo a un “quizás” ambiguo. La razón es simple: el “quizás” los obliga a planificar para dos escenarios simultáneos:
¿Reservo mesa para cinco o para seis?¿Compro comida para ocho o para nueve?¿Dejo tiempo para las preguntas de doce personas o de dieciocho?
Esa incertidumbre no es cortesía. Es una carga que trasladamos al otro. Quienes responden “quizás” operan bajo una ilusión sistemática:
Creen que están mostrando interés, que su indecisión es mejor que un rechazo.Pero los datos muestran lo contrario: los anfitriones se sienten más respetados con un “no” que con un “quizás”.
En Xataka
Calendario lleno, mente vacía: la ecuación que define la crisis de productividad moderna
Hay algo revelador aquí: confundimos mantener nuestras opciones abiertas con ser considerados, cuando en realidad estamos exportando nuestra propia indecisión como problema ajeno. Traspasamos nuestro problema (me asusta parecer grosero, no quiero tener que elegir todavía) al otro (cómo demonios voy a planificar el evento si hay 10 sí y 24 quizás).
El estudio identifica aquí un caso clásico de razonamiento motivado:
Respondemos “quizás” porque nos conviene (nos reservamos la libertad de decidir más tarde).Y luego racionalizamos esa decisión egoísta como si fuera lo que el otro prefiere.
Es un autoengaño tan común que ni siquiera lo percibimos. Proyectamos nuestras preferencias sobre los demás, y así nos ahorramos la incomodidad de reconocer que estamos priorizando nuestra flexibilidad sobre su planificación.
La implicación práctica es clara: si vas a responder “quizás”, más vale que sea porque realmente necesitas tiempo para resolver algo concreto, no porque quieras esperar a ver si surge algo mejor. No porque te cueste decir que no.
El “quizás” tiene un coste que paga quien envía la invitación. La próxima vez que nos llegue una invitación en el calendario, deberíamos preguntarnos si estamos siendo considerados o simplemente nos estamos cubriendo las espaldas. La respuesta probablemente nos incomode.
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Imagen destacada | Xataka con Mockuuups Studio
– La noticia
Quizás es momento de que dejemos de responder “quizás” a las invitaciones del calendario
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Lacort
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