A la altura del tercer inning, cuando el venezolano Anthony Santander pegó un sencillo que remolcó dos carreras y decretó la explosión del abridor Carlos Rodón, los Blue Jays tenían 91.5 % de probabilidades de ganar el tercer partido de la Serie Divisional y barrer a los Yankees. Ese batazo puso el choque 6-1 a favor de Toronto, que mantenía la inspiración de los dos primeros desafíos en el Rogers Centre. Sin embargo, todo cambió en un abrir y cerrar de ojos…
La franquicia canadiense tomó por asalto el Yankee Stadium con un arranque bestial, que incluyó seis anotaciones en las tres primeras entradas, siguiendo la misma línea agresiva de los dos encuentros en Toronto. Crucial fue la capacidad de Davis Schneider para poner la pelota en juego y el poder descomunal de Vladimir Guerrero Jr., quien mandó un mensaje contundente con su cuadrangular de dos carreras en el episodio de apertura.
El inicialista silenció el feudo de los Yankees y dio paso a otro festival ofensivo en el que Ernie Clement y el mencionado Santander jugaron un rol determinante con batazos impulsores. Pero lo que parecía ser otro partido abierto para los Blue Jays se transformó en un thriller de mucha tensión, en el que los neoyorkinos encontraron una vida extra con una victoria 9-6.
Los relevistas de los Yankees habían permitido 14 carreras limpias y 17 hits en los dos primeros partidos de la Serie Divisional contra Toronto. Su efectividad tras esos dos encuentros era de 12.19, un desastre de grandes magnitudes. El equipo necesitaba un cambio urgente y el bullpen respondió con una épica resurrección.
Fernando Cruz, Camilo Doval, Tim Hill, Devin Williams y David Bednar se combinaron para retirar 6.2 innings sin carreras, tres hits, nueve ponches y ningún boleto ante una alineación que intimidaba. Esa labor de contención mantuvo vivas las esperanzas de remontada, que se concretó con el despertar de los bates.
Mientras los lanzadores hacían el trabajo sucio, la ofensiva debía salir del letargo y dieron un primer paso con par de dobles consecutivos de Trent Grisham y Aaron Judge. Después, Cody Bellinger anotó otra carrera con un elevado de sacrificio de Giancarlo Stanton y puso la pizarra 6-3.
Las sensaciones comenzaron a cambiar. De pronto, las probabilidades de victoria de Toronto descendieron al 80 % y continuaron cayendo cuando Austin Wells se embasó por un error de Addison Barger y Grisham negoció un boleto. Eso dejó la mesa servida para Judge entrara en escena.
“El Juez” agarró una recta pegada del relevista Louis Varland y despachó un batazo de 373 pies que salió disparado a 103.1 millas por el jardín izquierdo. Con mucho suspenso, porque la bola iba pegada a la raya de foul, todos esperaron hasta el último momento cuando impactó contra la varilla y decretó el empate 6-6.
Según la base de datos de Baseball Savant, en 2025 se habían producido 527 lanzamientos de 99+ millas, localizados fuera de la zona y en conteo de dos strikes sin bolas. De todos ellos, ninguno había acabado en un jonrón del bateador, hasta que apareció Judge.
El bambinazo igualó la pizarra y disparó el optimismo en el Bronx. Del resto se encargaron Jazz Chisholm Jr, con otro vuelacercas, además de Wells y Ben Rice, quienes también consiguieron remolques y sentenciaron la victoria de los Yankees.
Tras este espectacular triunfo, los Yankees tienen ahora balance de 39 victorias y 32 derrotas en partidos de eliminación en postemporada. En casa su récord es de 24-16. Si vamos solo a las Series Divisionales, su récord es de 16-9, con un parcial de 9-3 como locales.
Los Blue Jays pondrán a prueba otra vez este registro positivo de los Yankees, que el miércoles vuelven a jugarse la temporada en un partido de eliminación. ¿Sacarán otra vida extra?