Ciencia y Tecnología
Arabia Saudí no está comprando EA por los videojuegos. Está comprando influencia cultural en cientos de millones de hogares

Un fondo soberano árabe acaba de cerrar la mayor operación de compra apalancada de la historia: 55.000 millones de dólares por Electronic Arts. Pagando una prima del 25% (en la horquilla de lo normal), aparentemente sin regatear (definitivamente algo anormal). Cerrando la operación en tiempo récord. Y nadie levanta una ceja. Porque se supone que es “solo videojuegos”.
Pero EA no son “solo videojuegos”:
- Es el FC 26 entrando cada semana en el salón de 150 millones de hogares, sobre todo para sus miembros más jóvenes.
- Es Los Sims enseñando a adolescentes qué es una familia, una carrera, una vida aspiracional.
- Es Madden NFL y Battlefield ocupando las tardes de domingo y las noches de entre semana de medio planeta.
Arabia Saudí no ha comprado un estudio sino un canal de distribución cultural más potente que cualquier cadena de televisión, más silencioso que cualquier campaña publicitaria, más eficaz que cualquier estudio de Hollywood.
Pensemos en lo concreto:
- En EA Sports FC, cada año se decide qué celebraciones de goles incluir, qué banderas aparecen en los estadios, qué mensajes sociales se integran en el juego, qué rol se le otorga al fútbol femenino, qué atuendo llevan los aficionados.
- En Los Sims, se define qué tipo de relaciones son posibles y cuáles no, qué carreras profesionales se glamurizan y cuáles pierden valor, qué constituye “éxito” en la vida simulada.
- En Battlefield, se elige qué conflictos históricos representar, cómo se retrata a Oriente Medio, qué facciones son “los buenos”.
Estos no son detalles técnicos. Son decisiones editoriales que moldean la cosmovisión de millones de jugadores que pasan cientos de horas al año en estos mundos.
Y cuando una empresa deja de cotizar en bolsa, esas decisiones ya no tienen que justificarse públicamente:
- No hay accionistas preguntando por qué se eliminaron ciertas banderas de ciertos mercados.
- No hay que explicar por qué desaparecen referencias al alcohol, al juego, al sexo o a ciertos estilos de vida en actualizaciones posteriores.
- No hay analistas cuestionando por qué ciertos conflictos se representan de determinada manera.
- No hay informes trimestrales que expliquen cambios narrativos.
Solo ajustes graduales, imperceptibles, que normalizan ciertas visiones del mundo.
El fondo saudí no ha ido a por estudios indie experimentales ni a por juegos de nicho con mensajes políticos. Ha ido a por las franquicias más mainstream, seguras y masivas del planeta. Lo menos cuestionable posible. El soft power más invisible que existe: entretenimiento tan normalizado que nadie se pregunta quién está detrás. Simplemente juega.
Y luego está el detalle que pasa desapercibido: pagan un 25% de prima sobre el precio de cierre sin pestañear. Cierran en pocos meses cuando operaciones así suelen alargarse años.
- Un fondo de inversión tradicional habría regateado cada punto porcentual.
- Habría pedido más due diligence.
- Habría negociado hasta el último dólar.
El PIF saudí paga la prima y acelera el cierre. Porque cuando tu objetivo no es maximizar el retorno de lo invertido sino maximizar influencia estratégica, la velocidad importa más que el precio. Cerrar antes de que alguien se dé cuenta de lo que realmente estás comprando. A Microsoft le llevó dos años consolidar la compra de Activision Blizzard. Esto va por la vía rápida.
Jared Kushner, yerno de Trump, está en esta operación, según el Financial Times, y no por casualidad. Su fondo, Affinity Partners, recibió 2.000 millones del PIF saudí tras dejar la Casa Blanca. Ahora devuelve el favor: su presencia convierte una compra extranjera en una operación “liderada por estadounidenses”, lo que reduce el escrutinio del Comité de Inversión Extranjera (CFIUS). Mientras él figure como arquitecto del consorcio, la Casa Blanca verá socios y no amenazas.
Se puede replicar que esto es solo diversificación económica, petrodólares buscando retorno en el entretenimiento. Si fuera así, ¿por qué no comprar Netflix, Disney o Spotify? ¿Por qué específicamente el sector donde puedes moldear qué hacen millones de adolescentes durante miles de horas al año sin que parezca propaganda?
Lo alucinante no es que esto ocurra. El fútbol nos ha acostumbrado al blanqueo saudí. Lo alucinante es que casi nadie lo cuestione. La mejor forma de ejercer el poder y la influencia es que simplemente parezca diversión. Loot boxes y pases de temporada mientras nadie se pregunta quién decide qué normalizar en esos mundos.
Y cuando sacas una empresa de bolsa (lo que va a ocurrir con EA), eliminas la obligación de transparencia trimestral, ya no tienes que rendir cuentas ante accionistas occidentales escrutadores y puedes hacer ajustes sutiles que nadie detectará hasta que sea demasiado tarde. Nada escandaloso. Solo pequeños cambios en narrativas, representaciones, sistemas de progresión que, multiplicados por 500 millones de jugadores durante años, mueven agujas culturales enteras.
Esa es la conquista perfecta.
En Xataka | Este juego lo ha programado solo una persona, y ya se habla de él como uno de los grandes shooters del año
Imagen destacada | Xataka
–
La noticia
Arabia Saudí no está comprando EA por los videojuegos. Está comprando influencia cultural en cientos de millones de hogares
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Lacort
.
Un fondo soberano árabe acaba de cerrar la mayor operación de compra apalancada de la historia: 55.000 millones de dólares por Electronic Arts. Pagando una prima del 25% (en la horquilla de lo normal), aparentemente sin regatear (definitivamente algo anormal). Cerrando la operación en tiempo récord. Y nadie levanta una ceja. Porque se supone que es “solo videojuegos”.Pero EA no son “solo videojuegos”:Es el FC 26 entrando cada semana en el salón de 150 millones de hogares, sobre todo para sus miembros más jóvenes.Es Los Sims enseñando a adolescentes qué es una familia, una carrera, una vida aspiracional.Es Madden NFL y Battlefield ocupando las tardes de domingo y las noches de entre semana de medio planeta.Arabia Saudí no ha comprado un estudio sino un canal de distribución cultural más potente que cualquier cadena de televisión, más silencioso que cualquier campaña publicitaria, más eficaz que cualquier estudio de Hollywood.Pensemos en lo concreto:En EA Sports FC, cada año se decide qué celebraciones de goles incluir, qué banderas aparecen en los estadios, qué mensajes sociales se integran en el juego, qué rol se le otorga al fútbol femenino, qué atuendo llevan los aficionados.En Los Sims, se define qué tipo de relaciones son posibles y cuáles no, qué carreras profesionales se glamurizan y cuáles pierden valor, qué constituye “éxito” en la vida simulada.En Battlefield, se elige qué conflictos históricos representar, cómo se retrata a Oriente Medio, qué facciones son “los buenos”.
En Xataka
‘inZOI’ quería ser el nuevo ‘Los Sims’, pero la crisis que viven los simuladores sociales ha acabado también con sus expectativas
Estos no son detalles técnicos. Son decisiones editoriales que moldean la cosmovisión de millones de jugadores que pasan cientos de horas al año en estos mundos.Y cuando una empresa deja de cotizar en bolsa, esas decisiones ya no tienen que justificarse públicamente:No hay accionistas preguntando por qué se eliminaron ciertas banderas de ciertos mercados.No hay que explicar por qué desaparecen referencias al alcohol, al juego, al sexo o a ciertos estilos de vida en actualizaciones posteriores.No hay analistas cuestionando por qué ciertos conflictos se representan de determinada manera.No hay informes trimestrales que expliquen cambios narrativos. Solo ajustes graduales, imperceptibles, que normalizan ciertas visiones del mundo.El fondo saudí no ha ido a por estudios indie experimentales ni a por juegos de nicho con mensajes políticos. Ha ido a por las franquicias más mainstream, seguras y masivas del planeta. Lo menos cuestionable posible. El soft power más invisible que existe: entretenimiento tan normalizado que nadie se pregunta quién está detrás. Simplemente juega.Y luego está el detalle que pasa desapercibido: pagan un 25% de prima sobre el precio de cierre sin pestañear. Cierran en pocos meses cuando operaciones así suelen alargarse años.Un fondo de inversión tradicional habría regateado cada punto porcentual.Habría pedido más due diligence.Habría negociado hasta el último dólar.El PIF saudí paga la prima y acelera el cierre. Porque cuando tu objetivo no es maximizar el retorno de lo invertido sino maximizar influencia estratégica, la velocidad importa más que el precio. Cerrar antes de que alguien se dé cuenta de lo que realmente estás comprando. A Microsoft le llevó dos años consolidar la compra de Activision Blizzard. Esto va por la vía rápida.Jared Kushner, yerno de Trump, está en esta operación, según el Financial Times, y no por casualidad. Su fondo, Affinity Partners, recibió 2.000 millones del PIF saudí tras dejar la Casa Blanca. Ahora devuelve el favor: su presencia convierte una compra extranjera en una operación “liderada por estadounidenses”, lo que reduce el escrutinio del Comité de Inversión Extranjera (CFIUS). Mientras él figure como arquitecto del consorcio, la Casa Blanca verá socios y no amenazas.Se puede replicar que esto es solo diversificación económica, petrodólares buscando retorno en el entretenimiento. Si fuera así, ¿por qué no comprar Netflix, Disney o Spotify? ¿Por qué específicamente el sector donde puedes moldear qué hacen millones de adolescentes durante miles de horas al año sin que parezca propaganda?
Lo alucinante no es que esto ocurra. El fútbol nos ha acostumbrado al blanqueo saudí. Lo alucinante es que casi nadie lo cuestione. La mejor forma de ejercer el poder y la influencia es que simplemente parezca diversión. Loot boxes y pases de temporada mientras nadie se pregunta quién decide qué normalizar en esos mundos.Y cuando sacas una empresa de bolsa (lo que va a ocurrir con EA), eliminas la obligación de transparencia trimestral, ya no tienes que rendir cuentas ante accionistas occidentales escrutadores y puedes hacer ajustes sutiles que nadie detectará hasta que sea demasiado tarde. Nada escandaloso. Solo pequeños cambios en narrativas, representaciones, sistemas de progresión que, multiplicados por 500 millones de jugadores durante años, mueven agujas culturales enteras.Esa es la conquista perfecta.En Xataka | Este juego lo ha programado solo una persona, y ya se habla de él como uno de los grandes shooters del añoImagen destacada | Xataka
– La noticia
Arabia Saudí no está comprando EA por los videojuegos. Está comprando influencia cultural en cientos de millones de hogares
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Lacort
.