Ciencia y Tecnología
Todas las relaciones comerciales entre la Unión Europea y la India dependen de una sola cosa: el arroz basmati

Desde hace años, Bruselas y Nueva Delhi negocian un acuerdo de libre comercio. Es un tratado histórico, tremendamente ambicioso y, sobre todo, necesario para todas las partes: para la India porque la Unión es su tercer socio comercial (y representa un 10% de su comercio total); para la Unión porque busca desesperadamente diversificar socios en un contexto cada vez más agresivo y polarizado.
Pues bien, las negociaciones están a punto de descarrilar y todo por grano de arroz.
De arroz basmati, para ser concretos. El basmati es un arroz muy apreciado. De grano largo y delicada fragancia, esta variedad de arroz lleva 2.500 años cultivándose a los pies del Himalaya, entre la India y Pakistán. Aún hoy es así.
De hecho, según los datos de 2019, la India producía el 65% del basmati del mundo. Pakistán, el otro 35%. Algo perfectamente normal en dos países que tienen 3.323 kilómetros de frontera. El problema es que, en fin, son la India y Pakistan.
¿Por qué no ser amigos? En 2018, la India solicitó la etiqueta de Indicación Geográfica Protegida exclusiva para el basmati en la UE. Ahí empezaron los problemas. Pakistán, como era previsible para cualquiera que conociera la rivalidad entre ambos países, se opuso rotundamente y la reclamó para sí mismo.
Aunque parezca un asunto menor, una decisión a favor de un país u otro podría afectar gravemente las exportaciones del damnificado.
Y la India quiere sacar partido. Nadie puede recriminárselo a Nueva Delhi: la situación geopolítica actual ha arrinconado a una Unión Europea. Y no es que la situación previa fuera de gran fortaleza. Solo basta recordar que antes de la pandemia (y probablemente después) no se fabricaba ni un gramo de paracetamol en todo el continente.
Por ello, lo que era algo de sentido común, en plena guerra comercial, se ha convertido en acuciante: Bruselas necesita ampliar el terreno de juego y la India es su gran baza para hacerlo.
Vivimos tiempos raros (o no tanto). Durante años, el consenso comercial internacional que le daba a la Organización Mundial del Comercio y a sus normas el carácter pivotal de las dinámicas económicas mundiales. Hoy, entre bravuconadas y guerras, hemos descubierto que ese consenso no era más que una ficción.
La fragmentación económica, el colapso del multilateralismo y la creciente incertidumbre han llevado a tal crisis del sistema que hasta un grano de arroz puede ponerlo en jaque.
Imagen | Kanesue | Joshua Olsen
En Xataka | India a Pakistán: “ya no te voy a dar más agua de mis ríos”. Una escalada sin precedentes del conflicto
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La noticia
Todas las relaciones comerciales entre la Unión Europea y la India dependen de una sola cosa: el arroz basmati
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Jiménez
.
Desde hace años, Bruselas y Nueva Delhi negocian un acuerdo de libre comercio. Es un tratado histórico, tremendamente ambicioso y, sobre todo, necesario para todas las partes: para la India porque la Unión es su tercer socio comercial (y representa un 10% de su comercio total); para la Unión porque busca desesperadamente diversificar socios en un contexto cada vez más agresivo y polarizado.Pues bien, las negociaciones están a punto de descarrilar y todo por grano de arroz. De arroz basmati, para ser concretos. El basmati es un arroz muy apreciado. De grano largo y delicada fragancia, esta variedad de arroz lleva 2.500 años cultivándose a los pies del Himalaya, entre la India y Pakistán. Aún hoy es así.De hecho, según los datos de 2019, la India producía el 65% del basmati del mundo. Pakistán, el otro 35%. Algo perfectamente normal en dos países que tienen 3.323 kilómetros de frontera. El problema es que, en fin, son la India y Pakistan.
En Xataka
El conflicto entre India y Pakistán podría parecer una guerra cualquiera. El problema es que los dos tienen armas nucleares
¿Por qué no ser amigos? En 2018, la India solicitó la etiqueta de Indicación Geográfica Protegida exclusiva para el basmati en la UE. Ahí empezaron los problemas. Pakistán, como era previsible para cualquiera que conociera la rivalidad entre ambos países, se opuso rotundamente y la reclamó para sí mismo.
Aunque parezca un asunto menor, una decisión a favor de un país u otro podría afectar gravemente las exportaciones del damnificado.
Y la India quiere sacar partido. Nadie puede recriminárselo a Nueva Delhi: la situación geopolítica actual ha arrinconado a una Unión Europea. Y no es que la situación previa fuera de gran fortaleza. Solo basta recordar que antes de la pandemia (y probablemente después) no se fabricaba ni un gramo de paracetamol en todo el continente.
Por ello, lo que era algo de sentido común, en plena guerra comercial, se ha convertido en acuciante: Bruselas necesita ampliar el terreno de juego y la India es su gran baza para hacerlo.
Vivimos tiempos raros (o no tanto). Durante años, el consenso comercial internacional que le daba a la Organización Mundial del Comercio y a sus normas el carácter pivotal de las dinámicas económicas mundiales. Hoy, entre bravuconadas y guerras, hemos descubierto que ese consenso no era más que una ficción.
La fragmentación económica, el colapso del multilateralismo y la creciente incertidumbre han llevado a tal crisis del sistema que hasta un grano de arroz puede ponerlo en jaque.
Imagen | Kanesue | Joshua Olsen
En Xataka | India a Pakistán: “ya no te voy a dar más agua de mis ríos”. Una escalada sin precedentes del conflicto
– La noticia
Todas las relaciones comerciales entre la Unión Europea y la India dependen de una sola cosa: el arroz basmati
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Jiménez
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