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Quién durmió mejor anoche tras el GP de Azerbaiyán de F1

Carlos Sainz ha tenido muy mala suerte desde principios de año, y no creo que haya sido por falta de velocidad ni nada por el estilo, creo que ha sido una cuestión de fortuna. Esa frase no la dice quien escribe este artículo, aunque la respalda, sino Charles Leclerc, ex compañero de Sainz, que celebró como propio el primer podio del español con Williams.
Antes de que el monegasco atendiera a los medios en el circuito urbano de Bakú, ya habíamos visto una gran celebración de Sainz con su equipo, donde muchos elogiaron la presencia e implicación de Alex Albon. Eso dice mucho del tipo de persona que es el anglotailandés, por más que sus redes sociales probablemente vayan a tener que soportar numerosos ataques estos días por su toque con otro piloto. Pero también dice mucho de cómo se ha vivido desde dentro este primer curso de Sainz con Williams.
Tras salir de Ferrari, el madrileño se convirtió en la joya del mercado, y finalmente se decidió por un mítico equipo británico que trataba de remontar el vuelo después de haber tocado fondo. Williams con Sainz fichó a una estrella, lo que provocó que algunos rápidamente pusieran la lupa sobre el #55, que arrancó el año con ciertas dificultades. Cuando estuvo más o menos adaptado, comenzó a dejar muestras de su talento, pero una y otra vez la diosa Fortuna le fue esquiva.
Porque la mala suerte a menudo es un recurso fácil, pero a Sainz le hizo entrar en una espiral que le impidió alcanzar su mejor rendimiento, y que provocó que sus críticos se preguntaran incluso si sus mejores días en la F1 habían pasado.
Y de repente, Bakú. Un genial ritmo en clasificación con medios, en una sesión con hasta seis banderas rojas y donde varios de sus rivales se chocaron, le dejaron a las “puertas” de una pole que habría sido histórica, y aunque Mercedes le arrebató en carrera la segunda plaza con la estrategia de George Russell de salir con duros e ir muy largo en el primer stint, resistió para dar a Williams el primer podio del equipo desde 2021.
“He tenido la suerte de conseguir varios podios en mi carrera, pero este es uno que recordaré para siempre. Lo ganamos juntos como equipo: un equipo que, en los últimos años, ha estado atrás, luchando por sobrevivir, y ahora ha luchado para volver a esta posición”, escribió el director de Williams, James Vowles, en sus redes sociales. Un tipo que se hartó de acumular podios en la época gloriosa de Lewis Hamilton con Mercedes.
Si para entender la importancia de este podio no se fían de las palabras de Vowles, las de Leclerc o las del mismo Sainz, miren qué post tiene fijado la cuenta de la propia Fórmula 1 en X (Twitter) y qué foto tienen de encabezado. Ahí va una captura por si lees esto cuando ya lo hayan actualizado.

La doble buena noticia para Sainz es en que en F1 para muchos eres tan bueno como tu última carrera, y ahora hay una semana de pausa hasta la siguiente. Y aunque precisamente ese lema significa que si en Singapur vuelve la mala fortuna no muchos se acordarán de Bakú, siempre quedaremos los que recordemos que, en 2025, lo que hizo que (de momento) Sainz tenga la mitad de puntos que su compañero en el mundial no fue precisamente su falta de talento.
En la edición de Motorsport.com donde originalmente empezamos esta sección de ‘quién durmió peor’ y ‘quién durmió mejor’ (la alemana), así como en la edición Global de esta web, eligieron a otro para este blog, y tenían sus razones para ello.
Porque lo que Max Verstappen consiguió en Bakú fue más importante que una victoria. Fue asegurarse, por si aún dudaba alguien, de que este año no ganará el título el mejor piloto, sino uno que habrá tenido el mejor coche. Sí, claro, normalmente en F1 el campeón tiene el mejor coche, pero precisamente tenerlo le suele permitir sobresalir con sus actuaciones. Si alguien sabe el rendimiento del Red Bull Racing y el McLaren F1 este año pero no conoce los resultados, no dará crédito cuando le digan que Verstappen lleva más poles que los dos pilotos Papaya y solo una victoria menos que Lando Norris (y tres que Oscar Piastri).
Y si buena fue su victoria, brutal fue su pole el sábado. Sí, hemos hablado de que Sainz se quedó a las puertas, pero pusimos comillas a esa frase porque Verstappen se impuso por casi medio segundo, incluso sobre Carlos, segundo clasificado.
“Nunca se llegaba a coger el ritmo. Tal vez eso fue lo bueno al final, que nadie realmente entró en ritmo”, dijo Verstappen con una ligera sonrisa el sábado tras liderar una sesión donde otros luchaban por no chocarse. Cuanto más caótico se vuelve, más destaca su brillantez. Cuanto más difícil lo tienen los demás, más fácil le resulta marcar la diferencia.

Max Verstappen, Red Bull Racing
Foto de: Bryn Lennon / Formula 1 / Getty Images
No sin razón se llama Bakú la ciudad del viento. Nos cuentan nuestros compañeros que esperando en la zona de prensa durante casi dos horas el sábado, mientras las paredes de los garajes gemían, los cubos de basura se volcaban y los paraguas volaban entre las ráfagas, se sentían las fuerzas impredecibles de ese lugar. Seis accidentes, seis banderas rojas, interrupciones constantes: era imposible encontrar un ritmo. Pero Verstappen no necesita ritmo. Está presente desde la primera tanda de una sesión de entrenamientos libres hasta la última vuelta de una carrera, así que no fue una sorpresa que acabara con la vuelta más importante del día tras un festival de errores.
McLaren ya avisa de que aún puede ganar el título, y aunque la distancia de casi 70 puntos a falta de 7 grandes premios parece insalvable, el neerlandés no necesita el título para ser catalogado como el mejor de este año. Y de la actualidad.