Cuando McLaren F1 llene las cajas con el material a enviar a Bakú, añadirá también una buena cantidad de botellas de champán. La fiesta está reservada: si al término del Gran Premio de Azerbaiyán Piastri y Norris consiguen en conjunto nueve puntos más que el tándem Leclerc-Hamilton, el equipo inglés conquistará matemáticamente su décimo título mundial de constructores. Un resultado ampliamente al alcance del equipo papaya.
El año pasado, precisamente en Bakú, McLaren superó a Red Bull Racing en el Mundial de Constructores, un liderato que mantuvo hasta el final de la temporada y que no ha vuelto a soltar hasta hoy. En caso de que (como todo indica) en Azerbaiyán llegue la certeza matemática del primer título mundial del campeonato 2025, será interesante ver qué sucederá dentro del equipo respecto a la gestión de sus dos pilotos en los últimos seis fines de semana de la temporada.
Andrea Stella ha hablado en varias ocasiones de las líneas guía de este ciclo McLaren, conocidas como las papaya rules, reglas que siempre convergen hacia el interés del equipo. Lando Norris y Oscar Piastri las han cumplido al pie de la letra hasta ahora: prohibido dejar puntos en el camino por luchas internas, prohibido estorbarse si eso supone un daño para los objetivos de la escudería, e incluso estar dispuestos a ponerse en juego si para lograr un mejor resultado puntual se hace necesario diferenciar estrategias o el momento de realizar una parada en boxes.
Hay quienes están convencidos de que la conquista del Mundial de Constructores podrá influir en el enfoque con el que McLaren gestione las últimas siete citas de la temporada, es decir, desde el Gran Premio de Singapur hasta la bandera a cuadros de Abu Dabi. Si el MCL39 es siempre capaz de garantizar una supremacía absoluta frente a los rivales, para el equipo no habrá grandes problemas: las reglas ya están escritas y probablemente no son diferentes de las que adoptaría cualquier otra escudería. Sin embargo, podrían darse escenarios distintos si un rival demostrara ser capaz de competir por la victoria en alguna carrera.
Foto de: Andy Hone/ LAT Images via Getty Images
El regreso a la cima de Red Bull en el fin de semana de Monza se debió en parte a la perfecta adaptación del monoplaza a la configuración de “baja carga”, pero no solo a eso. Tanto Verstappen como Laurent Mekies confirmaron un paso adelante en la gestión del coche que debería permitir a Max estar en la pelea en algunos de los circuitos restantes. En este escenario, McLaren podría verse obligada a tomar decisiones con un impacto probable en la clasificación de pilotos, pero a diferencia de las carreras anteriores, ya no estará en juego la “razón de Estado” del Mundial de Constructores.
El ejemplo más claro fueron las decisiones tomadas en la primera mitad del Gran Premio de Hungría, cuando el equipo optó por diferenciar las estrategias de Piastri y Norris para contrarrestar la amenaza de Charles Leclerc. La duda es legítima: ¿cómo actuará McLaren si a partir de Singapur se repite ese mismo escenario? ¿Arriesgará de nuevo tener un impacto crucial en sus jerarquías internas (como en Hungaroring) o dará prioridad a una gestión equitativa de la carrera de sus dos pilotos?
En algunos de los próximos circuitos no puede excluirse al cien por cien que Verstappen o Leclerc consigan dar el zarpazo en clasificación, y que en consecuencia los dos coches papaya se encuentren en las primeras fases de carrera detrás del líder. Si para intentar ganar la prueba fuese necesario diferenciar las estrategias, los hombres de McLaren correrán el riesgo de convertirse en árbitros del Mundial; por otro lado, una línea guía que coloque en primer lugar la equidad de trato entre sus dos pilotos implicaría el riesgo de tener que dejar escapar alguna victoria. Será interesante descubrir qué contemplan las papaya rules en un escenario así.
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