Espectáculo
La emotiva historia de Justin: un adolescente que sueña con una vida sin límites

Santo Domingo.– La vida de Justin Melo, un adolescente de 15 años, ha estado marcada por una condición congénita que le impide llevar la cotidianidad de cualquier otro joven de su edad.

Desde el momento en que nació, su madre, Virginia Urbaez Medina, se enfrentó a una dura realidad, su hijo llegó al mundo con mielomeningocele, una malformación de la médula espinal que afecta sus esfínteres y lo obliga a depender de pañales de por vida.
“Desde el momento que él nació fue algo chocante, porque es difícil. Uno no sabe que su niño trae una situación y cuando llega, te dicen que tiene que ser trasladado de emergencia al Robert Reid”, recuerda con la voz entrecortada Virginia, quien pasó un mes completo junto a su bebé en el hospital, donde además el pequeño adquirió una bacteria que complicó aún más el cuadro.
A lo largo de los años, Justin ha enfrentado múltiples evaluaciones médicas. Los pronósticos iniciales hablaban de hidrocefalia y atrofia en sus extremidades, pero esas complicaciones no llegaron a desarrollarse. Sin embargo, su realidad no dejó de ser dura, fue operado a los dos años, pero perdió la función vital de los esfínteres.
“Él usa pañales siempre, imagínate, 15 años así. Una se frustra porque cuando te dicen que no hay cura y que siempre será así, eso es terrible”, lamenta su madre.

Una cirugía costosa, pero necesaria
El adolescente necesita con urgencia una cirugía para colocarle un esfínter uretral artificial, un dispositivo que le permitiría vaciar su vejiga de forma controlada y reducir las infecciones recurrentes.

“El dispositivo cuesta casi 8 mil dólares y los honorarios médicos rondan los 400 mil pesos. En total, son más de 500 mil pesos que no tenemos”, explica Virginia.
Las limitaciones económicas de la familia hacen que la operación sea, por ahora, inalcanzable. La madre no trabaja, mientras que la abuela, Santa Medina, apenas puede sostener el hogar.
“No contamos con ese dinero, porque imagínate. Nosotras vivimos aquí, mira la condición. Ella no trabaja y no vive con el papá”, cuenta doña Santa.
Entre el bullying y la esperanza

Más allá de lo médico, Justin también ha tenido que enfrentar las secuelas sociales de su condición. En la escuela ha sufrido burlas y rechazo, lo que lo ha llevado a interrumpir sus estudios en varias ocasiones.
“Hay personas que no entienden, niños que no entienden que esta enfermedad es algo profundo y no se debe relajar con eso”, relata el propio Justin.
Aun así, el joven trata de mantener una actitud resiliente, sobre todo para no hacer sufrir más a su madre.
“Yo me he desarrollado para aprender a convivir con eso. Lo llevo prácticamente bien, porque en mi situación es mi día a día”
Pese a las adversidades, Justin es un adolescente activo, colaborador en su iglesia y apasionado por el fútbol. Sueña con una vida más normal, sin las limitaciones que le impone su enfermedad.
“Yo quisiera que, si Dios toca el corazón de una persona con recursos, me ayude, porque no es fácil ver a tu hijo sufrir y no poder hacer nada”, clama Virginia, aferrada a la fe.
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