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Si la pregunta es cómo blindar el monte a los incendios, en Soria tienen una solución ancestral: suerte de pinos

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Si la pregunta es cómo blindar el monte a los incendios, en Soria tienen una solución ancestral: suerte de pinos

Con decenas de miles de hectáreas calcinadas, cientos de personas evacuadas, varios fallecidos y un impacto ambiental y económico que solo se podrá concretar con el paso de las semanas, estos días no abundan las buenas noticias relacionadas con los incendios forestales. El jueves 13 sin embargo el Colegio de Ingenieros de Montes (COIM), presumía en redes de una “fórmula ancestral” que ha permitido a parte de la población rural de las provincias de Soria y Burgos librarse del acoso de las llamas o, como mínimo, mirar el verano con algo más tranquilidad.

Su nombre: “suerte de pinos”.

En un lugar de Soria… Desde hace días en España hablar de incendios es hacerlo de hectáreas calcinadas, evacuaciones y confinamientos. Por eso llama más aún la atención si cabe que el jueves el COIM publicase en X un hilo de tono bien distinto. En él recuerda que la comarca de Pinares, entre Soria y Burgos, parece haber dado con una fórmula para reducir el impacto de los incendios forestales. Y eso que en la zona, entre el Parque Natural de la Laguna Negra y los Circos Glaciares de Urbión, se sitúa uno de los mayores pinares de Europa.

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Tres palabras: suerte de pinos. “En la comarca soriana de Tierra de Pinares hace más de 20 años no que se produce un gran incendio forestal. ¿Magia? No… Llámalo gestión forestal ancestral”, arranca el colegio antes de concretar que la clave de ese aparente blindaje frente a los incendios está en la “suerte de pinos”, “un modelo ancestral de gestión” que desde hace siglos confiere a los vecinos una serie de derechos y deberes sobre el monte. Es más, el COIM recuerda que hace unos días un rayo provocó un conato de incendio en Vinuesa, la cabecera de la comarca, pero fue sofocado al poco tiempo. “¿Casualidad? No”, remarca.

El miércoles Heraldo de Soria hablaba de varias alertas de incendios que no pasaron a mayores en las zonas de Tera, Gómara y Vinuesa, donde a primera hora de la mañana, sobre las 7.45 h, se detectó un incendio, probablemente ocasionado por un rayo, que quedó sofocado solo una hora después, a las 8.42. La intervención de varios agentes medioambientales, junto a una dotación de bomberos, permitió que las llamas arrasasen una superficie reducida, de 0,01 hectáreas de pasto.

¿Qué es la suerte de pinos? Como señala el COIM no tiene nada de mágica. La suerte de pinos es una forma de gestionar los recursos forestales, un sistema que se remonta siglos atrás, a las cartas pueblas concedidas durante la Edad Media y que ha ayudado a establecer un fuerte vínculo entre la población local y los bosques.

“Esta vinculación profunda con el bosque ha creado una comunidad que no solo vive del monte (madera, caza, setas, turismo), sino que lo protege activamente”, señalan desde el colegio antes de recordar que la fórmula incluye coordinación entre las instituciones, sistemas de prevención y una vigilancia continuada.

Bajando al detalle. Dicho así tal vez suene abstracto o difuso, pero la filosofía del sistema es en realidad muy sencilla: lo que plantea es la distribución entre los miembros de una comunidad de recursos forestales como la madera extraída de pinares municipales. El reparto se hace a través de lotes y los beneficiados deben cumplir ciertos requisitos que garanticen su arraigo y vínculo con la localidad, lo entre otras cosas contribuye a generar un sentimiento de pertenencia local.

“La suerte de pinos es un sistema de reparto del aprovechamiento forestal de maderas y leñas que se integra en una comunidad como una práctica que se ha mantenido durante siglos de forma ininterrumpida gracias a la voluntad de los ayuntamientos y los habitantes de los pueblos, encargadas de perpetuar este ritual, transmitiéndolo de generación en generación como símbolo de identidad cultural y pertenencia a la comunidad”, explicaba la Junta de Castilla y León en diciembre, cuando decidió declarar la fórmula Bien de Interés Cultural inmaterial.

¿Y cómo lo hacen? “El disfrute de los lotes se lleva a cabo a través de concesiones periódicas de suertes o cortas de madera a los vecinos”, abunda la Junta. “Se trata de divisiones de aprovechamiento en porciones iguales, lotes o suertes, que son objeto de sorteo entre los beneficiados. Durante mucho tiempo, el reparto se materializaba en especie, con la propia madera. En las últimas décadas, la necesidad de facilitar las tareas de gestión y conservación ha derivado en la confección de lotes que, una vez vendidos, dan lugar a repartos de dinero”.

Los encargados de fiscalizar y elaborar el padrón de beneficiados son los ayuntamientos o entidades locales, que en ocasiones exigen a quienes participan que cumplan algunos requisitos, como tener arraigo en la localidad o llevar cierto tiempo viviendo allí. Ahora mismo se expande por las comarcas de Pinares Soria-Burgos y Pinares Llanos de Almazán, por las que se extienden según la Junta de Castilla y León a cerca de 100.000 hectáreas de masa forestal autóctona.

¿Tan antigua es? Lo cierto es que sí. La propia Junta recuerda que las primeras referencias escritas se remontan al siglo XVI, aunque su historia en realidad es más rica. “El privilegio por el que los reyes concedieron el derecho de aprovechamiento que se obtuviera de los montes, mediante Cartas Pueblas y Cartas de Privilegio, se remonta a la Edad Media con la repoblación de estos territorios”, recuerda. Con el paso del tiempo, durante los siglos XVII, XVIII o XX, la práctica se consolidó.

A principios del siglo pasado la suerte quedó plasmada a nivel legal a través de ordenanzas especiales y estatutos, “convirtiendo una situación de hecho en una de derecho”. Más allá de su tradición y arraigo, la Junta destaca sus ventajas, como su efecto para “vincular” a la población a su entorno o su eficacia para luchar contra la despoblación. “Beneficia a los habitantes que residen en esas localidades”, señala el Gobierno. “Además es un importante aporte económico para la comunidad”.

La fórmula soriana. Sean las suertes de pinos la clave o una pieza más de la fórmula de gestión forestal de Soria, lo cierto es que desde hace tiempo diferentes medios se han planteado la misma pregunta: “¿Por qué no se quema Soria?” Esa pregunta se formulaba por ejemplo en 2022, otro verano aciago en los montes del país, Heraldo-Diario de Soria, que recordaba que la provincia dispone de 600.000 hectáreas de superficie forestal y que en 2022 había  447.000 ha arboladas.

¿Cuál es la respuesta? Pablo Sabín, director del Centro de Servicios y Promoción Forestal y de su Industria de Castilla y León, deslizaba algunas claves, como “una gestión forestal asentada” y que cuenta con la implicación de diferentes agentes, como la administración o la industria. “Otra diferencia es la tradición. España y muchas zonas de Castilla y León están en un estado de juventud forestal. Hay pocas masas maduras, y la sociedad no ha integrado esos bosques jóvenes”.

Imágenes | Ministerio de Defensa (X) y Manuel López (Unsplash)

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por
Carlos Prego

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​Con decenas de miles de hectáreas calcinadas, cientos de personas evacuadas, varios fallecidos y un impacto ambiental y económico que solo se podrá concretar con el paso de las semanas, estos días no abundan las buenas noticias relacionadas con los incendios forestales. El jueves 13 sin embargo el Colegio de Ingenieros de Montes (COIM), presumía en redes de una “fórmula ancestral” que ha permitido a parte de la población rural de las provincias de Soria y Burgos librarse del acoso de las llamas o, como mínimo, mirar el verano con algo más tranquilidad.

Su nombre: “suerte de pinos”.

En un lugar de Soria… Desde hace días en España hablar de incendios es hacerlo de hectáreas calcinadas, evacuaciones y confinamientos. Por eso llama más aún la atención si cabe que el jueves el COIM publicase en X un hilo de tono bien distinto. En él recuerda que la comarca de Pinares, entre Soria y Burgos, parece haber dado con una fórmula para reducir el impacto de los incendios forestales. Y eso que en la zona, entre el Parque Natural de la Laguna Negra y los Circos Glaciares de Urbión, se sitúa uno de los mayores pinares de Europa.

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Tres palabras: suerte de pinos. “En la comarca soriana de Tierra de Pinares hace más de 20 años no que se produce un gran incendio forestal. ¿Magia? No… Llámalo gestión forestal ancestral”, arranca el colegio antes de concretar que la clave de ese aparente blindaje frente a los incendios está en la “suerte de pinos”, “un modelo ancestral de gestión” que desde hace siglos confiere a los vecinos una serie de derechos y deberes sobre el monte. Es más, el COIM recuerda que hace unos días un rayo provocó un conato de incendio en Vinuesa, la cabecera de la comarca, pero fue sofocado al poco tiempo. “¿Casualidad? No”, remarca.

El miércoles Heraldo de Soria hablaba de varias alertas de incendios que no pasaron a mayores en las zonas de Tera, Gómara y Vinuesa, donde a primera hora de la mañana, sobre las 7.45 h, se detectó un incendio, probablemente ocasionado por un rayo, que quedó sofocado solo una hora después, a las 8.42. La intervención de varios agentes medioambientales, junto a una dotación de bomberos, permitió que las llamas arrasasen una superficie reducida, de 0,01 hectáreas de pasto.

¿Qué es la suerte de pinos? Como señala el COIM no tiene nada de mágica. La suerte de pinos es una forma de gestionar los recursos forestales, un sistema que se remonta siglos atrás, a las cartas pueblas concedidas durante la Edad Media y que ha ayudado a establecer un fuerte vínculo entre la población local y los bosques.

“Esta vinculación profunda con el bosque ha creado una comunidad que no solo vive del monte (madera, caza, setas, turismo), sino que lo protege activamente”, señalan desde el colegio antes de recordar que la fórmula incluye coordinación entre las instituciones, sistemas de prevención y una vigilancia continuada.

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Bajando al detalle. Dicho así tal vez suene abstracto o difuso, pero la filosofía del sistema es en realidad muy sencilla: lo que plantea es la distribución entre los miembros de una comunidad de recursos forestales como la madera extraída de pinares municipales. El reparto se hace a través de lotes y los beneficiados deben cumplir ciertos requisitos que garanticen su arraigo y vínculo con la localidad, lo entre otras cosas contribuye a generar un sentimiento de pertenencia local.

“La suerte de pinos es un sistema de reparto del aprovechamiento forestal de maderas y leñas que se integra en una comunidad como una práctica que se ha mantenido durante siglos de forma ininterrumpida gracias a la voluntad de los ayuntamientos y los habitantes de los pueblos, encargadas de perpetuar este ritual, transmitiéndolo de generación en generación como símbolo de identidad cultural y pertenencia a la comunidad”, explicaba la Junta de Castilla y León en diciembre, cuando decidió declarar la fórmula Bien de Interés Cultural inmaterial.

¿Y cómo lo hacen? “El disfrute de los lotes se lleva a cabo a través de concesiones periódicas de suertes o cortas de madera a los vecinos”, abunda la Junta. “Se trata de divisiones de aprovechamiento en porciones iguales, lotes o suertes, que son objeto de sorteo entre los beneficiados. Durante mucho tiempo, el reparto se materializaba en especie, con la propia madera. En las últimas décadas, la necesidad de facilitar las tareas de gestión y conservación ha derivado en la confección de lotes que, una vez vendidos, dan lugar a repartos de dinero”.

Los encargados de fiscalizar y elaborar el padrón de beneficiados son los ayuntamientos o entidades locales, que en ocasiones exigen a quienes participan que cumplan algunos requisitos, como tener arraigo en la localidad o llevar cierto tiempo viviendo allí. Ahora mismo se expande por las comarcas de Pinares Soria-Burgos y Pinares Llanos de Almazán, por las que se extienden según la Junta de Castilla y León a cerca de 100.000 hectáreas de masa forestal autóctona.

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¿Tan antigua es? Lo cierto es que sí. La propia Junta recuerda que las primeras referencias escritas se remontan al siglo XVI, aunque su historia en realidad es más rica. “El privilegio por el que los reyes concedieron el derecho de aprovechamiento que se obtuviera de los montes, mediante Cartas Pueblas y Cartas de Privilegio, se remonta a la Edad Media con la repoblación de estos territorios”, recuerda. Con el paso del tiempo, durante los siglos XVII, XVIII o XX, la práctica se consolidó.

A principios del siglo pasado la suerte quedó plasmada a nivel legal a través de ordenanzas especiales y estatutos, “convirtiendo una situación de hecho en una de derecho”. Más allá de su tradición y arraigo, la Junta destaca sus ventajas, como su efecto para “vincular” a la población a su entorno o su eficacia para luchar contra la despoblación. “Beneficia a los habitantes que residen en esas localidades”, señala el Gobierno. “Además es un importante aporte económico para la comunidad”.

La fórmula soriana. Sean las suertes de pinos la clave o una pieza más de la fórmula de gestión forestal de Soria, lo cierto es que desde hace tiempo diferentes medios se han planteado la misma pregunta: “¿Por qué no se quema Soria?” Esa pregunta se formulaba por ejemplo en 2022, otro verano aciago en los montes del país, Heraldo-Diario de Soria, que recordaba que la provincia dispone de 600.000 hectáreas de superficie forestal y que en 2022 había  447.000 ha arboladas.

¿Cuál es la respuesta? Pablo Sabín, director del Centro de Servicios y Promoción Forestal y de su Industria de Castilla y León, deslizaba algunas claves, como “una gestión forestal asentada” y que cuenta con la implicación de diferentes agentes, como la administración o la industria. “Otra diferencia es la tradición. España y muchas zonas de Castilla y León están en un estado de juventud forestal. Hay pocas masas maduras, y la sociedad no ha integrado esos bosques jóvenes”.

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Carlos Prego

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