Ciencia y Tecnología
No es que la guerra haya entrado en su fase Mad Max, es que Ucrania está utilizando los camiones de vimos en la película

En el mes de junio comenzaron a llegar unas imágenes inquietantes desde la guerra en Ucrania. Habíamos visto anteriormente como la Primera y Segunda Guerra Mundial se reconocían en algunas prácticas, pero la última era radical: oleadas ofensivas de tropas rusas a dos ruedas, en motocicletas como herramienta principal para avanzar hacia las líneas ucranianas, en un intento de eludir la destrucción de sus blindados modernos ante el poder de los drones.
A aquella fase le ha seguido otra casi calcada a la película de Miller.
Un blindaje improvisado. Sí, la guerra en Ucrania ha convertido los campos de batalla en escenarios que recuerdan al universo de Mad Max, con vehículos militares cubiertos por blindajes improvisados que buscan resistir el azote de los drones explosivos.
Una reciente imagen tomada en Kostiantynivka, al norte de Donetsk, mostraba un Humvee estadounidense empleado por Ucrania rodeado de una enorme jaula metálica con redes y palos sobresaliendo de su estructura, ejemplo extremo de las soluciones de fortuna que tanto rusos como ucranianos desarrollan para intentar protegerse de un enemigo cada vez más letal: los pequeños drones que, con costes de apenas unos cientos de dólares, son capaces de destruir blindados de millones.
Origen y evolución. Estas pantallas protectoras, conocidas popularmente como “cope cages”, comenzaron a verse hace meses, cuando la proliferación de drones transformó la guerra terrestre. Inicialmente se instalaron solo en carros de combate y vehículos blindados, pero pronto se extendieron a una amplia gama de sistemas.
Sus diseños varían enormemente: algunas estructuras son burdas y pesadas, otras están mejor planificadas, incorporando jaulas metálicas, placas de acero, cadenas, pinchos, redes de camuflaje e incluso blindaje reactivo para reforzar las zonas más vulnerables. En el caso ruso, algunos tanques han llegado a ser recubiertos por completo, lo que les ha valido el apodo de “tanques tortuga” por su parecido con el caparazón de estos animales.
Adaptación industrial. Lo que comenzó como improvisación de los propios soldados ha evolucionado hacia una producción más organizada. De hecho, el ejército ruso ya distribuye instrucciones oficiales para la construcción de estas jaulas, mientras que en Ucrania varias compañías han desarrollado versiones adaptadas a distintos modelos, desde los tanques T-64 y T-72 de origen soviético hasta los Abrams y Bradley suministrados por Estados Unidos, pasando incluso por sistemas antiaéreos Patriot.
Pese a ello, la efectividad real de estos dispositivos es objeto de debate. ¿La razón? Aunque pueden ofrecer cierta protección frente a drones FPV y algunas armas antitanque, su peso y volumen suelen dificultar la movilidad y las operaciones de los vehículos.
El dron omnipresente. Lo hemos contado muchas veces. El auge de los drones de bajo coste, usados de forma masiva por ambos bandos, ha consolidado su papel como factor asimétrico decisivo: son capaces de neutralizar vehículos de alto valor o eliminar tripulaciones enteras con una inversión mínima. La proliferación de este tipo de armas ha obligado a plantear defensas de último recurso como estas “cope cages”, pero también ha impulsado el desarrollo de medidas tecnológicas más sofisticadas.
Contramedidas electrónicas. Tanto Ucrania como Rusia recurren de forma extensiva a la guerra electrónica, bloqueando las comunicaciones entre operadores y drones o interfiriendo sus sistemas de navegación por GPS.
Como respuesta a ello, han surgido nuevas generaciones de drones resistentes a estas técnicas, como los modelos con conexión por fibra óptica, que mantienen un enlace físico directo con el operador y dejan tras de sí kilómetros de cable en el terreno. A la par, drones dotados de inteligencia artificial comienzan a usarse con mayor frecuencia, capaces de completar sus misiones incluso si la conexión se interrumpe.
Carrera entre ataque y defensa. Si se quiere también, la imagen de vehículos cubiertos por jaulas improvisadas es la materialización visible de la nueva dinámica bélica en Ucrania: una carrera constante entre la capacidad ofensiva de los drones baratos y la creatividad defensiva de soldados e ingenieros.
Aunque, como decíamos, algunos de estos blindajes ofrecen protección limitada, su expansión refleja la urgencia con la que ambos ejércitos tratan de adaptarse a un entorno donde la amenaza principal ya no siempre procede de un misil de largo alcance, sino de un pequeño dron artesanal que, lanzado por un operador a kilómetros de distancia, puede decidir el destino de un carro de combate que cuesta una fortuna.
Imagen | Special Kherson Cat, Heute, X, АрміяInform
En Xataka | Ucrania ha cazado un dron “invisible” de Rusia. La sorpresa ha sido mayúscula al abrirlo: es “made in USA”
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La noticia
No es que la guerra haya entrado en su fase Mad Max, es que Ucrania está utilizando los camiones de vimos en la película
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Xataka
por
Miguel Jorge
.
En el mes de junio comenzaron a llegar unas imágenes inquietantes desde la guerra en Ucrania. Habíamos visto anteriormente como la Primera y Segunda Guerra Mundial se reconocían en algunas prácticas, pero la última era radical: oleadas ofensivas de tropas rusas a dos ruedas, en motocicletas como herramienta principal para avanzar hacia las líneas ucranianas, en un intento de eludir la destrucción de sus blindados modernos ante el poder de los drones.
A aquella fase le ha seguido otra casi calcada a la película de Miller.
Un blindaje improvisado. Sí, la guerra en Ucrania ha convertido los campos de batalla en escenarios que recuerdan al universo de Mad Max, con vehículos militares cubiertos por blindajes improvisados que buscan resistir el azote de los drones explosivos.
Una reciente imagen tomada en Kostiantynivka, al norte de Donetsk, mostraba un Humvee estadounidense empleado por Ucrania rodeado de una enorme jaula metálica con redes y palos sobresaliendo de su estructura, ejemplo extremo de las soluciones de fortuna que tanto rusos como ucranianos desarrollan para intentar protegerse de un enemigo cada vez más letal: los pequeños drones que, con costes de apenas unos cientos de dólares, son capaces de destruir blindados de millones.
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Origen y evolución. Estas pantallas protectoras, conocidas popularmente como “cope cages”, comenzaron a verse hace meses, cuando la proliferación de drones transformó la guerra terrestre. Inicialmente se instalaron solo en carros de combate y vehículos blindados, pero pronto se extendieron a una amplia gama de sistemas.
Sus diseños varían enormemente: algunas estructuras son burdas y pesadas, otras están mejor planificadas, incorporando jaulas metálicas, placas de acero, cadenas, pinchos, redes de camuflaje e incluso blindaje reactivo para reforzar las zonas más vulnerables. En el caso ruso, algunos tanques han llegado a ser recubiertos por completo, lo que les ha valido el apodo de “tanques tortuga” por su parecido con el caparazón de estos animales.
Adaptación industrial. Lo que comenzó como improvisación de los propios soldados ha evolucionado hacia una producción más organizada. De hecho, el ejército ruso ya distribuye instrucciones oficiales para la construcción de estas jaulas, mientras que en Ucrania varias compañías han desarrollado versiones adaptadas a distintos modelos, desde los tanques T-64 y T-72 de origen soviético hasta los Abrams y Bradley suministrados por Estados Unidos, pasando incluso por sistemas antiaéreos Patriot.
Pese a ello, la efectividad real de estos dispositivos es objeto de debate. ¿La razón? Aunque pueden ofrecer cierta protección frente a drones FPV y algunas armas antitanque, su peso y volumen suelen dificultar la movilidad y las operaciones de los vehículos.
El dron omnipresente. Lo hemos contado muchas veces. El auge de los drones de bajo coste, usados de forma masiva por ambos bandos, ha consolidado su papel como factor asimétrico decisivo: son capaces de neutralizar vehículos de alto valor o eliminar tripulaciones enteras con una inversión mínima. La proliferación de este tipo de armas ha obligado a plantear defensas de último recurso como estas “cope cages”, pero también ha impulsado el desarrollo de medidas tecnológicas más sofisticadas.
Contramedidas electrónicas. Tanto Ucrania como Rusia recurren de forma extensiva a la guerra electrónica, bloqueando las comunicaciones entre operadores y drones o interfiriendo sus sistemas de navegación por GPS.
Como respuesta a ello, han surgido nuevas generaciones de drones resistentes a estas técnicas, como los modelos con conexión por fibra óptica, que mantienen un enlace físico directo con el operador y dejan tras de sí kilómetros de cable en el terreno. A la par, drones dotados de inteligencia artificial comienzan a usarse con mayor frecuencia, capaces de completar sus misiones incluso si la conexión se interrumpe.
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Aunque, como decíamos, algunos de estos blindajes ofrecen protección limitada, su expansión refleja la urgencia con la que ambos ejércitos tratan de adaptarse a un entorno donde la amenaza principal ya no siempre procede de un misil de largo alcance, sino de un pequeño dron artesanal que, lanzado por un operador a kilómetros de distancia, puede decidir el destino de un carro de combate que cuesta una fortuna.
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por
Miguel Jorge
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