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Ciencia y Tecnología

Oveja de hace 4.000 años revela pistas sobre una antigua peste

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Un estudio del Instituto Max Planck identifica en restos ovinos la bacteria Yersinia pestis del Neolítico tardío y la Edad de Bronce, sugiriendo que la ganadería pudo ser clave en la propagación de la peste en Eurasia.

​Un estudio del Instituto Max Planck identifica en restos ovinos la bacteria Yersinia pestis del Neolítico tardío y la Edad de Bronce, sugiriendo que la ganadería pudo ser clave en la propagación de la peste en Eurasia.  

Hace unos 5.000 años, una misteriosa forma de peste se propagó por toda Eurasia. Un reciente estudio ha identificado la bacteria responsable en los restos de una oveja de 4.000 años, lo que aporta nuevas pistas sobre el papel del ganado en la difusión de esta enfermedad en sus primeras etapas.

Se trata de la peste del Neolítico tardío y la Edad de Bronce (LNBA, por sus siglas en inglés), que desapareció unos 2.000 años después de su aparición. Este linaje, ya extinto, se conoce gracias al ADN antiguo y estaba causado por la bacteria Yersinia pestis, responsable también de las grandes pandemias históricas que han provocado millones de muertes humanas. Sin embargo, el origen y las vías de transmisión de esta variante antigua siguen siendo un misterio.

A diferencia de las cepas históricas y modernas, el linaje LNBA carecía del mecanismo genético clave para la transmisión por pulgas, lo que plantea interrogantes sobre cómo se contagiaba.

La pista en Arkaim

Para comprender cómo esta infección persistió y se extendió durante milenios, un equipo internacional liderado por el Instituto Max Planck(Alemania) analizó huesos y dientes de ganado de la Edad del Bronce hallados en Arkaim (Rusia), un asentamiento pastoril de la cultura Sintashta-Petrovka, famosa por sus avances en la cría de vacas, ovejas y caballos.

Arkaim era “un lugar ideal para buscar pistas sobre la peste: se trataba de sociedades pastorales primitivas que no disponían del tipo de almacenes de grano que atraen a las ratas y sus pulgas, y se han encontrado individuos Sintashta anteriores infectados con Y. pestis”, explicó Taylor Hermes, de la Universidad de Arkansas (Estados Unidos) y coautor del artículo.

El análisis revelóque una oveja de 4.000 años estaba infectada con el mismo linaje LNBA que afectaba a los humanos en la región, lo que sugiere que el ganado pudo desempeñar un papel clave en su propagación.

Ovejas pastando.
La comparación del genoma de la oveja con otros genomas antiguos y modernos reveló una sorprendente coincidencia con el de un humano hallado en un yacimiento cercano y de la misma época.Imagen: picture-alliance/dpa/R. Weihrauch

Un vínculo genético casi idéntico

El análisis genético revela que los seres humanos y las ovejas fueron infectados por cepas de peste casi idénticas y la enfermedad se contrajo a través del contagio desde un reservorio animal salvaje desconocido.

La comparación del genoma de la oveja con otros genomas antiguos y modernos reveló una sorprendente coincidencia con el de un humano hallado en un yacimiento cercano y de la misma época. “Si no hubiéramos sabido que procedía de una oveja, todo el mundo habría asumido que se trataba de otra infección humana, ya que es casi indistinguible”, señaló Christina Warinner de la Universidad de Harvard.

Este nuevo genoma, junto con otros procedentes de restos humanos, permitió reconstruir mejor la dinámica evolutiva de este antiguo linaje. A diferencia de las cepas actuales, muy variadas según la región, la LNBA mostraba una gran homogeneidad genética en toda su amplia distribución, unos 6.000 kilómetros, en cualquier momento de su historia.

Los investigadores plantean que el auge de la ganadería durante la Edad del Bronce incrementó el contacto entre humanos, animales domésticos y reservorios silvestres, facilitando la aparición y propagación de enfermedades zoonóticas como esta forma temprana de peste.

bt (EFE, Instituto Max Planck, Cell)

 

​Deutsche Welle: DW.COM – Ciencia y Tecnologia

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