La emoción por el Mundial 2026, que será organizado conjuntamente por Estados Unidos, México y Canadá, se ha visto empañada por la controversia en torno a la selección de sedes.
Aunque Estados Unidos albergará la mayoría de los partidos, muchos aficionados y expertos han cuestionado la lógica detrás de las ciudades elegidas y, sobre todo, las que fueron dejadas fuera.
Entre las ausencias más notables se encuentran Chicago, San Francisco y Washington D.C., tres ciudades con historia futbolística, infraestructura de primer nivel y una base sólida de aficionados. La exclusión de estas sedes ha generado desconcierto, especialmente considerando que otras ciudades con menor tradición futbolera sí fueron seleccionadas.
Chicago, que fue sede en el Mundial de 1994, no estará presente en 2026, lo que ha sido interpretado por muchos como una decisión política o económica más que deportiva.
La reacción de los aficionados no se hizo esperar. En redes sociales, miles de usuarios expresaron su molestia por lo que consideran una “decisión injusta” de la FIFA. Incluso figuras del fútbol estadounidense, como Alexi Lalas, han sugerido que factores geopolíticos y comerciales influyeron más que el mérito deportivo o la tradición local.
Podríamos haber organizado este Mundial solos, sin necesidad de sumar a México y Canadá
Alexi Lalas
Según él, la inclusión de otras naciones fue una estrategia para suavizar posibles resistencias dentro de la FIFA.
Diversos analistas coinciden en que la elección de sedes no fue únicamente deportiva. La FIFA habría priorizado ciudades con mayor capacidad hotelera, conectividad aérea y acuerdos comerciales favorables. Esto explicaría la inclusión de algunas sedes menos tradicionales, pero con fuerte respaldo económico.
La presión de patrocinadores y gobiernos locales también habría influido en la decisión final, dejando fuera a ciudades que no ofrecieron suficientes incentivos financieros o logísticos.
Aunque el torneo será compartido entre tres países, Estados Unidos albergará 78 de los 104 partidos, mientras que México y Canadá recibirán solo 13 cada uno. Esta distribución ha sido vista como un reflejo del poder organizativo y económico de EE.UU., pero también ha generado críticas por parte de los otros países anfitriones.
La FIFA ha defendido la decisión como una cuestión de capacidad e infraestructura, pero la percepción de desigualdad persiste entre los aficionados.
Para muchos, la exclusión de ciudades clave representa una oportunidad perdida para consolidar el crecimiento del fútbol en Estados Unidos. Ciudades como San José, Minneapolis o Detroit, con comunidades futboleras activas, quedaron fuera del mapa mundialista.
El Mundial 2026 será el primero con 48 selecciones y una nueva estructura de grupos, lo que ofrecía una oportunidad única para expandir el alcance del torneo a más regiones del país.
Aunque la expectativa por el Mundial 2026 sigue siendo alta, la elección de sedes ha dejado un sabor agridulce entre muchos seguidores del fútbol. La FIFA y el comité organizador tendrán que trabajar para recuperar la confianza de las ciudades excluidas y demostrar que el evento será verdaderamente inclusivo y representativo.
El fútbol en Estados Unidos sigue creciendo, pero decisiones como esta podrían frenar su impulso en regiones clave.