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Quería dormir mejor, así que decidí probar el último rincón del lujo: una almohada de 500 euros hecha con plumón siberiano

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Quería dormir mejor, así que decidí probar el último rincón del lujo: una almohada de 500 euros hecha con plumón siberiano

Más de una vez me he preguntado qué se siente al usar productos de lujo extremo. ¿Realmente merece la pena pagar diez, quince o veinte veces más por algo que, en teoría, hace lo mismo que su equivalente barato? ¿Qué sensaciones experimentas cuando usas una almohada de más de 500 euros?

Como unos auriculares para dormir tampoco solucionaron mis problemas de sueño, me pareció oportuno probar durante unas semanas la almohada más cara que he visto nunca y contar qué tal a mi apreciado público de Xataka.

Al menos esta vez es una experiencia placentera, sin tener que pinchar nada en mi piel ni dar el cante con un exoesqueleto.

Vamos al lío.

El primer contacto

Esa es otra. ¿Cómo llega empaquetada una almohada tan cara? No con un gran lujo, pero sí con mayor solemnidad que las que usamos los mortales. Transmite que se anticipa algo caro. Dentro, la almohada Asana. El modelo recibido: 90×50 centímetros de plumón de oca de Siberia que cuesta 510 euros. Lo mismo que me costó el Garmin.

Sivana Asana 03

Así es como sale de la caja. Funda de transporte y carta de agradecimiento. Imagen: Xataka.

La primera noche fue rara. No porque fuera incómoda –al contrario–, sino porque no sabía muy bien qué esperar. ¿Cómo se supone que debe sentirse una almohada de 500 euros? Mi referencia desde 2017 es una almohada que compré por 40 euros, de las que cumplen su función sin aspavientos.

La Asana es innegablemente distinta desde el momento en que apoyas la cabeza. El relleno de plumas que vienen de la tundra tiene una elasticidad que mi almohada barata no posee. Se adapta a la forma de cráneo y cuello, pero sin hundirse como hace la espuma con memoria.

Su funda de algodón virgen tiene un gramaje notable e impide que escape el plumón. Temía ver alguna pluma suelta al cabo del mes, me muevo mucho de noche, pero eso no ha ocurrido.

La transpirabilidad es quizás su mayor punto fuerte. Vivo en Valencia y estamos en verano: combo calor y humedad full equip. Con el paso de los días caí en que realmente no estaba notando el calor de cabeza que antes sí notaba. El plumón de oca parece tener una capacidad natural para regular la temperatura que ningún material sintético consigue replicar del todo.

Tiempo y posiciones

Me muevo mucho durante la noche (algo ahora cuantificado) y cambio de posición varias veces.

  • Mi fiel almohada, la de 40 euros, funciona bien para dormir de lado, regular boca arriba, fatal boca abajo.
  • La Asana se adapta a cualquier posición sin tener que recolocarla durante la noche.

Creo que es la primera almohada que no me obliga a negociar mi postura para dormir.

Sivana Asana 01

Imagen: Xataka.

Tras el mes con ella, puedo decir que sí, he dormido mejor con ella que sin ella. Me he despertado menos durante la noche y en general noto un mayor confort.

Pero aquí llega la pregunta incómoda: ¿merece la pena pagar doce veces más por esa mejora? Ese es el gran punto.

La ley de los rendimientos decrecientes

La diferencia existe. Es innegable. Pero no es una diferencia de 470 euros. Es como comparar un coche de 20.000 euros con otro de 80.000 euros: ambos te llevan del punto A al punto B, y si respetas los límites de velocidad, lo hacen en el mismo tiempo. Pero uno lo hace con más refinamiento, mejores materiales y pequeños detalles que suman confort.

La Asana es objetivamente superior a mi almohada. En adaptabilidad, transpirabilidad y durabilidad aparente. Sus materiales son de una calidad que se siente y huele desde el primer momento. El algodón de su funda, el volumen del plumón, la construcción general. Todo transmite la sensación de producto bien hecho.

Si duermes ocho horas al día, pasas un tercio de tu vida con la cabeza apoyada en una almohada. Visto así, invertir en calidad del descanso tiene sentido económico. Una almohada de 500 euros que dure diez años sale a 50 euros anuales. Menos de cinco euros al mes por dormir mejor. Pero incluso viéndolo con esos ojos benévolos, sigue siendo un gasto de los que a la mayoría nos pica, y mucho.

La cuestión es si realmente necesitas llegar hasta el plumón de oca siberiano para conseguir un descanso de calidad. Seguramente hay un punto óptimo entre prestaciones y precio en algún lugar entre mis 40 euros y estos 510.

El síndrome del comprador educado

Tras un mes durmiendo con la Asana, volver a mi almohada anterior ha sido un palo. Ha conseguido educar mi percepción sobre lo que debe ser una buena almohada. Es el síndrome clásico del lujo: una vez lo pruebas, todo lo anterior te parece insuficiente.

Mi conclusión tras este experimento es que la almohada Asana cumple sus promesas. Es cómoda, transpirable, adaptable y hecha con materiales de primera. Pero 510 euros siguen siendo 510 euros, y para la mayoría de mortales existen alternativas que ofrecen el 80% de esa experiencia por el 20% del precio.

A partir de ahí, cada uno hará sus cábalas sobre lo que le encaja y lo que no. Es muy buena, pero no hace magia y no es para cualquier bolsillo.

Imagen destacada | Xataka

En Xataka | Dormir mal no siempre se nota al despertar: así afecta la postura al sueño profundo

Este producto ha sido cedido para prueba por parte de Sivana. Puedes consultar cómo hacemos las reviews en Xataka y nuestra política de relaciones con empresas.


La noticia

Quería dormir mejor, así que decidí probar el último rincón del lujo: una almohada de 500 euros hecha con plumón siberiano

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Javier Lacort

.

​Más de una vez me he preguntado qué se siente al usar productos de lujo extremo. ¿Realmente merece la pena pagar diez, quince o veinte veces más por algo que, en teoría, hace lo mismo que su equivalente barato? ¿Qué sensaciones experimentas cuando usas una almohada de más de 500 euros?

Como unos auriculares para dormir tampoco solucionaron mis problemas de sueño, me pareció oportuno probar durante unas semanas la almohada más cara que he visto nunca y contar qué tal a mi apreciado público de Xataka.

Al menos esta vez es una experiencia placentera, sin tener que pinchar nada en mi piel ni dar el cante con un exoesqueleto.

Vamos al lío.

El primer contacto

Esa es otra. ¿Cómo llega empaquetada una almohada tan cara? No con un gran lujo, pero sí con mayor solemnidad que las que usamos los mortales. Transmite que se anticipa algo caro. Dentro, la almohada Asana. El modelo recibido: 90×50 centímetros de plumón de oca de Siberia que cuesta 510 euros. Lo mismo que me costó el Garmin.

Así es como sale de la caja. Funda de transporte y carta de agradecimiento. Imagen: Xataka.

La primera noche fue rara. No porque fuera incómoda –al contrario–, sino porque no sabía muy bien qué esperar. ¿Cómo se supone que debe sentirse una almohada de 500 euros? Mi referencia desde 2017 es una almohada que compré por 40 euros, de las que cumplen su función sin aspavientos.

La Asana es innegablemente distinta desde el momento en que apoyas la cabeza. El relleno de plumas que vienen de la tundra tiene una elasticidad que mi almohada barata no posee. Se adapta a la forma de cráneo y cuello, pero sin hundirse como hace la espuma con memoria.

Su funda de algodón virgen tiene un gramaje notable e impide que escape el plumón. Temía ver alguna pluma suelta al cabo del mes, me muevo mucho de noche, pero eso no ha ocurrido.

La transpirabilidad es quizás su mayor punto fuerte. Vivo en Valencia y estamos en verano: combo calor y humedad full equip. Con el paso de los días caí en que realmente no estaba notando el calor de cabeza que antes sí notaba. El plumón de oca parece tener una capacidad natural para regular la temperatura que ningún material sintético consigue replicar del todo.

Tiempo y posiciones

Me muevo mucho durante la noche (algo ahora cuantificado) y cambio de posición varias veces.

Mi fiel almohada, la de 40 euros, funciona bien para dormir de lado, regular boca arriba, fatal boca abajo.
La Asana se adapta a cualquier posición sin tener que recolocarla durante la noche.

Creo que es la primera almohada que no me obliga a negociar mi postura para dormir.

Imagen: Xataka.

Tras el mes con ella, puedo decir que sí, he dormido mejor con ella que sin ella. Me he despertado menos durante la noche y en general noto un mayor confort.

Pero aquí llega la pregunta incómoda: ¿merece la pena pagar doce veces más por esa mejora? Ese es el gran punto.

La ley de los rendimientos decrecientes

La diferencia existe. Es innegable. Pero no es una diferencia de 470 euros. Es como comparar un coche de 20.000 euros con otro de 80.000 euros: ambos te llevan del punto A al punto B, y si respetas los límites de velocidad, lo hacen en el mismo tiempo. Pero uno lo hace con más refinamiento, mejores materiales y pequeños detalles que suman confort.

La Asana es objetivamente superior a mi almohada. En adaptabilidad, transpirabilidad y durabilidad aparente. Sus materiales son de una calidad que se siente y huele desde el primer momento. El algodón de su funda, el volumen del plumón, la construcción general. Todo transmite la sensación de producto bien hecho.

En Xataka

Hay quienes tienen problemas para conciliar el sueño y otros para mantenerlo: despertar en medio de la noche es algo habitual

Si duermes ocho horas al día, pasas un tercio de tu vida con la cabeza apoyada en una almohada. Visto así, invertir en calidad del descanso tiene sentido económico. Una almohada de 500 euros que dure diez años sale a 50 euros anuales. Menos de cinco euros al mes por dormir mejor. Pero incluso viéndolo con esos ojos benévolos, sigue siendo un gasto de los que a la mayoría nos pica, y mucho.

La cuestión es si realmente necesitas llegar hasta el plumón de oca siberiano para conseguir un descanso de calidad. Seguramente hay un punto óptimo entre prestaciones y precio en algún lugar entre mis 40 euros y estos 510.

El síndrome del comprador educado

Tras un mes durmiendo con la Asana, volver a mi almohada anterior ha sido un palo. Ha conseguido educar mi percepción sobre lo que debe ser una buena almohada. Es el síndrome clásico del lujo: una vez lo pruebas, todo lo anterior te parece insuficiente.

Mi conclusión tras este experimento es que la almohada Asana cumple sus promesas. Es cómoda, transpirable, adaptable y hecha con materiales de primera. Pero 510 euros siguen siendo 510 euros, y para la mayoría de mortales existen alternativas que ofrecen el 80% de esa experiencia por el 20% del precio.

A partir de ahí, cada uno hará sus cábalas sobre lo que le encaja y lo que no. Es muy buena, pero no hace magia y no es para cualquier bolsillo.

Imagen destacada | Xataka

En Xataka | Dormir mal no siempre se nota al despertar: así afecta la postura al sueño profundo

Este producto ha sido cedido para prueba por parte de Sivana. Puedes consultar cómo hacemos las reviews en Xataka y nuestra política de relaciones con empresas.

– La noticia

Quería dormir mejor, así que decidí probar el último rincón del lujo: una almohada de 500 euros hecha con plumón siberiano

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Javier Lacort

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