Bienestar
Duelo «apagónico»: consecuencias emocionales y psicológicas del apagón

El colapso a nivel técnico también apagó parte de la seguridad emocional de muchas personas al tiempo que se encendía sin previo aviso las alarmas de la ansiedad. De hecho, como explica la psicóloga Beatriz Gil Bóveda, fundadora de Psique Cambio , ( @psique.cambio en instagram) cuando la luz se apaga de forma inesperada lo que sucede en el cerebro es que no se limita a «esperar tranquilo», sino que activa su sistema de alerta. «Desde el punto de vista psicológico y neurobiológico estamos diseñados para buscar control, previsibilidad y protección, buscamos sobrevivir… Así que cuando eso se pierde, como ocurrió durante el apagón, el cerebro entra en modo supervivencia «, explica la experta. Y lo que hace ese «modo supervivencia» es que activa unas estructuras profundas del sistema nervioso que responden como si se estuviese produciendo una amenaza real (independientemente de que esa persona sepa o no si está en riesgo o le acecha un peligro inmediato). Y aquí es cuando empiezan a llegar síntomas como la ansiedad , la confusión , las palpitaciones , la irritabilidad o el miedo . Y a veces incluso bloqueo o sensación de irrealidad . Comparte esta opinión la psicóloga Lara Ferreiro ( @psicologa_laraferreiro en instagram), quien asegura que el 60% de los afectados por el apagón van a vivir (o están viviendo ya) un síntoma psicológico a raíz de esta situación que, según asegura, puede llegar a calificarse como lo que ella denomina un «duelo apagónico», que también se manifiesta con las fases habituales del duelo: negación y shock, ira, depresión o culpa (por no tener abastecimiento o por sentirse indefenso o poco preparado) y adaptación. Si bien aclara que esta última fase, la de la adaptación, es la que se irá dando en los próximos días. En cuanto a las síntomas psicológicos lo que Ferreiro pudo comprobar es que se vivieron episodios de ansiedad, estrés agudo, claustrofobia, pensamientos catastróficos y los efectos de desasosiego causados por el FOMO («fear of missing out» o miedo a perderse algo). De hecho, este último efecto fue el más acusado, pues son muchas las personas que se sintieron vulnerables, preocupadas y desprotegidas por no poder contactar con sus seres queridos. También se han visto casos de paranoia relacionados con las distintas hipótesis en torno a las causas del apagón: «Desde un posible final del mundo hasta un ciberataque, pasando por el comienzo de la guerra mundial o ataques rusos… Son muchas las elucubraciones que se suelen dar en este sentido ante un evento traumático», plantea Ferreiro. Sobre los episodios de ansiedad y estrés agudo , Ferreiro opina que es probable que se sigan produciendo a lo largo de esta semana, así como comportamientos de hipervigilancia, miedo al futuro y sensación de vulnerabilidad y fragilidad. Igualmente es probable que algunas personas que aún no haya podido contactar con algunas personas de su entorno vivan una sensación de aislamiento o de soledad. Otra posible consecuencia del apagón es que se produzcan trastornos del sueño derivados de la confusión horaria, del cambio de rutinas y de las readaptaciones de organización. Incluso algunas personas pueden estar viviendo una especie de disociación (no saber dónde se se está).Aunque sin duda el fenómeno más interesante desde el punto de vista del análisis psicólogo es el de la posible «retraumatización pandémica», como denomina Ferreiro. «Algunas personas sintieron y sienten horas después del apagón que de alguna manera han vuelto a lo que sucedió hace cinco años ya que se han despertado en su interior las mismas sensaciones de desasosiego y de inseguridad», revela. Igualmente algunas personas, según asegura Ferreiro, refieren un hartazgo o unas emociones cercanas al síndrome de ‘burnout’ debido a la sucesión en poco tiempo de eventos históricos: pandemia, Filomena, volcán, DANA, guerras y conflictos internacionales, muerte del papa, apagón…El cambio en las rutinas y en la organización diaria puede llegar a generar una cierta ansiedad, si bien lo más grave es el caso de aquellas personas que, a consecuencia del apagón o de forma colateral o circunstancial hayan vivido una pérdida personal o incluso que justo haya coincidido en el tiempo y el hecho de no poder contactar con los familiares les haya podido generar aún más ansiedad.En este sentido la psicóloga Elsa García León, del equipo de Cepsim Psicólogos ; hace hincapié en que mientras que la situación provocada por el apagón se presentó como un tremendo desafío para algunas personas, para otras no supuso una mayor recomendación. Así, la situación fue especialmente demandante, según apunta, para aquellos que se encontraban a punto de ser intervenidos quirúrgicamente y sus familiares, pues aunque es probable que los más necesitados fueran atendidos de urgencia, todos vivieron por fuerza una incertidumbre que les ha podido pasar factura. «También fue preocupante para los que han sufrido algún retraso en sus tratamientos médicos. Y desde luego, los que se encontraban lejos de sus casas o de sus seres queridos y personas a cargo por dependencia, cuyo sentimiento de incertidumbre e impotencia pudo suponer altos niveles de estrés. Quienes quedaron durante horas atrapados en los trenes, así como los que han tenido que pernoctar en los suelos de las estaciones asistidos por Cruz Roja o Protección Civil, han vivido una experiencia que no ha compartido la mayor parte de la población», recuerda García León. Noticias relacionadas estandar Si Neurocientífica Nazareth Castellanos: «Una de las frases que más daño ha hecho a la sociedad es: ‘Si quieres, puedes’» Raquel Alcolea estandar No Ester Barranco, psicóloga: «Muchas personas que sufren ansiedad tratan de poner el foco de su cura en la pareja» Melissa GonzálezNo todo es negativoAdemás de estos posibles efectos psicológicos el apagón también dio lugar a fenómenos, actitudes y reacciones positivas que conviene destacar. Tal como recuerda Lara Ferreiro, muchas personas se dieron cuenta de que eran más fuerte de lo que creían. «El hecho de haber vivido recientemente no solo la pandemia sino distintos eventos traumáticos hizo que muchas personas abordasen esta situación desde la calma, pues estaban más preparadas psicológica y emocionalmente para hacerlo», destaca. También valores como la solidaridad y la actuación desde la autogestión son aspectos que se manifestaron durante el apagón y que son dignos de reseñar, según la psicóloga pues, tal como asegura, la ayuda mutua y la reconexión se produjo en muchos hogares. Igualmente también pone en valor el hecho de que muchas personas e incluso familias completas que se quedaron en casa durante el apagón vivieron el efecto «desconectar para conectar». «Desde el radio patio de los vecinos hablando desde las ventanas hasta las conversaciones en la calle, pasando por los juegos de mesa con los niños o las charlas en pareja… Es como si hubiésemos vuelto a la vida de los pueblos. En mi caso ese día hablé con gente con la que alguna vez me he cruzado y que nunca había hablado. Se generan conexiones y eso es enriquecedor», revela Ferreiro. En la misma línea se manifiesta la psicóloga Beatriz Gil Bóveda, quien explica que una vez que se resuelve lo urgente y vuelve la calma cabe preguntarse lo que el apagón nos enseñó sobre nuestra relación con la tecnología, la rutina y el tiempo. «Sin minimizar lo ocurrido, quizá también fue una invitación forzada a mirarnos a los ojos sin pantallas, a hablar sin interrupciones, a pararnos en lo esencial y a apreciar la belleza de lo sencillo», propone. Este gran apagón del 28 de abril, según plantea Gil Bóveda, no solo afectó a los sistemas eléctricos, sino que también nos recordó lo frágil que es la sensación de control. Pero al mismo tiempo demostró que incluso en la oscuridad es posible encontrar recursos internos y humanos que iluminan. «Cuando todo se apaga fuera, lo que nos sostiene dentro son la empatía, la conexión y la capacidad de cuidarnos unos a otros», sentencia.
El colapso a nivel técnico también apagó parte de la seguridad emocional de muchas personas al tiempo que se encendía sin previo aviso las alarmas de la ansiedad. De hecho, como explica la psicóloga Beatriz Gil Bóveda, fundadora de Psique Cambio , ( @psique.cambio en instagram) cuando la luz se apaga de forma inesperada lo que sucede en el cerebro es que no se limita a «esperar tranquilo», sino que activa su sistema de alerta. «Desde el punto de vista psicológico y neurobiológico estamos diseñados para buscar control, previsibilidad y protección, buscamos sobrevivir… Así que cuando eso se pierde, como ocurrió durante el apagón, el cerebro entra en modo supervivencia «, explica la experta. Y lo que hace ese «modo supervivencia» es que activa unas estructuras profundas del sistema nervioso que responden como si se estuviese produciendo una amenaza real (independientemente de que esa persona sepa o no si está en riesgo o le acecha un peligro inmediato). Y aquí es cuando empiezan a llegar síntomas como la ansiedad , la confusión , las palpitaciones , la irritabilidad o el miedo . Y a veces incluso bloqueo o sensación de irrealidad . Comparte esta opinión la psicóloga Lara Ferreiro ( @psicologa_laraferreiro en instagram), quien asegura que el 60% de los afectados por el apagón van a vivir (o están viviendo ya) un síntoma psicológico a raíz de esta situación que, según asegura, puede llegar a calificarse como lo que ella denomina un «duelo apagónico», que también se manifiesta con las fases habituales del duelo: negación y shock, ira, depresión o culpa (por no tener abastecimiento o por sentirse indefenso o poco preparado) y adaptación. Si bien aclara que esta última fase, la de la adaptación, es la que se irá dando en los próximos días. En cuanto a las síntomas psicológicos lo que Ferreiro pudo comprobar es que se vivieron episodios de ansiedad, estrés agudo, claustrofobia, pensamientos catastróficos y los efectos de desasosiego causados por el FOMO («fear of missing out» o miedo a perderse algo). De hecho, este último efecto fue el más acusado, pues son muchas las personas que se sintieron vulnerables, preocupadas y desprotegidas por no poder contactar con sus seres queridos. También se han visto casos de paranoia relacionados con las distintas hipótesis en torno a las causas del apagón: «Desde un posible final del mundo hasta un ciberataque, pasando por el comienzo de la guerra mundial o ataques rusos… Son muchas las elucubraciones que se suelen dar en este sentido ante un evento traumático», plantea Ferreiro. Sobre los episodios de ansiedad y estrés agudo , Ferreiro opina que es probable que se sigan produciendo a lo largo de esta semana, así como comportamientos de hipervigilancia, miedo al futuro y sensación de vulnerabilidad y fragilidad. Igualmente es probable que algunas personas que aún no haya podido contactar con algunas personas de su entorno vivan una sensación de aislamiento o de soledad. Otra posible consecuencia del apagón es que se produzcan trastornos del sueño derivados de la confusión horaria, del cambio de rutinas y de las readaptaciones de organización. Incluso algunas personas pueden estar viviendo una especie de disociación (no saber dónde se se está).Aunque sin duda el fenómeno más interesante desde el punto de vista del análisis psicólogo es el de la posible «retraumatización pandémica», como denomina Ferreiro. «Algunas personas sintieron y sienten horas después del apagón que de alguna manera han vuelto a lo que sucedió hace cinco años ya que se han despertado en su interior las mismas sensaciones de desasosiego y de inseguridad», revela. Igualmente algunas personas, según asegura Ferreiro, refieren un hartazgo o unas emociones cercanas al síndrome de ‘burnout’ debido a la sucesión en poco tiempo de eventos históricos: pandemia, Filomena, volcán, DANA, guerras y conflictos internacionales, muerte del papa, apagón…El cambio en las rutinas y en la organización diaria puede llegar a generar una cierta ansiedad, si bien lo más grave es el caso de aquellas personas que, a consecuencia del apagón o de forma colateral o circunstancial hayan vivido una pérdida personal o incluso que justo haya coincidido en el tiempo y el hecho de no poder contactar con los familiares les haya podido generar aún más ansiedad.En este sentido la psicóloga Elsa García León, del equipo de Cepsim Psicólogos ; hace hincapié en que mientras que la situación provocada por el apagón se presentó como un tremendo desafío para algunas personas, para otras no supuso una mayor recomendación. Así, la situación fue especialmente demandante, según apunta, para aquellos que se encontraban a punto de ser intervenidos quirúrgicamente y sus familiares, pues aunque es probable que los más necesitados fueran atendidos de urgencia, todos vivieron por fuerza una incertidumbre que les ha podido pasar factura. «También fue preocupante para los que han sufrido algún retraso en sus tratamientos médicos. Y desde luego, los que se encontraban lejos de sus casas o de sus seres queridos y personas a cargo por dependencia, cuyo sentimiento de incertidumbre e impotencia pudo suponer altos niveles de estrés. Quienes quedaron durante horas atrapados en los trenes, así como los que han tenido que pernoctar en los suelos de las estaciones asistidos por Cruz Roja o Protección Civil, han vivido una experiencia que no ha compartido la mayor parte de la población», recuerda García León. Noticias relacionadas estandar Si Neurocientífica Nazareth Castellanos: «Una de las frases que más daño ha hecho a la sociedad es: ‘Si quieres, puedes’» Raquel Alcolea estandar No Ester Barranco, psicóloga: «Muchas personas que sufren ansiedad tratan de poner el foco de su cura en la pareja» Melissa GonzálezNo todo es negativoAdemás de estos posibles efectos psicológicos el apagón también dio lugar a fenómenos, actitudes y reacciones positivas que conviene destacar. Tal como recuerda Lara Ferreiro, muchas personas se dieron cuenta de que eran más fuerte de lo que creían. «El hecho de haber vivido recientemente no solo la pandemia sino distintos eventos traumáticos hizo que muchas personas abordasen esta situación desde la calma, pues estaban más preparadas psicológica y emocionalmente para hacerlo», destaca. También valores como la solidaridad y la actuación desde la autogestión son aspectos que se manifestaron durante el apagón y que son dignos de reseñar, según la psicóloga pues, tal como asegura, la ayuda mutua y la reconexión se produjo en muchos hogares. Igualmente también pone en valor el hecho de que muchas personas e incluso familias completas que se quedaron en casa durante el apagón vivieron el efecto «desconectar para conectar». «Desde el radio patio de los vecinos hablando desde las ventanas hasta las conversaciones en la calle, pasando por los juegos de mesa con los niños o las charlas en pareja… Es como si hubiésemos vuelto a la vida de los pueblos. En mi caso ese día hablé con gente con la que alguna vez me he cruzado y que nunca había hablado. Se generan conexiones y eso es enriquecedor», revela Ferreiro. En la misma línea se manifiesta la psicóloga Beatriz Gil Bóveda, quien explica que una vez que se resuelve lo urgente y vuelve la calma cabe preguntarse lo que el apagón nos enseñó sobre nuestra relación con la tecnología, la rutina y el tiempo. «Sin minimizar lo ocurrido, quizá también fue una invitación forzada a mirarnos a los ojos sin pantallas, a hablar sin interrupciones, a pararnos en lo esencial y a apreciar la belleza de lo sencillo», propone. Este gran apagón del 28 de abril, según plantea Gil Bóveda, no solo afectó a los sistemas eléctricos, sino que también nos recordó lo frágil que es la sensación de control. Pero al mismo tiempo demostró que incluso en la oscuridad es posible encontrar recursos internos y humanos que iluminan. «Cuando todo se apaga fuera, lo que nos sostiene dentro son la empatía, la conexión y la capacidad de cuidarnos unos a otros», sentencia.