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Baloncesto

El camino que sacó a Doncic de Dallas

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[ Lincoln Cars ] Cuadrado (1441 x 1558)| Cabeza de Noticias Laterales de Espectaculo, 1era Plana
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Era lunes de revelaciones en Dallas. Se sabía porque Tim MacMahon, uno de los pesos pesados de la cobertura NBA de ESPN, lo había anunciado a través de sus redes sociales: hoy habría artículo importante sobre el estado general de los Mavericks (pésimo, no era difícil de imaginar) y las circunstancias que condujeron al fatídico 2 de febrero, el día del traspaso de Luka Doncic a los Lakers. Un movimiento tan sísmico, tan profundamente polémico que sigue formando parte de la actualidad diaria de la NBA, no digamos de la de los Mavericks, eliminados e la repesca del play in. Incluso ahora, casi tres meses después y con los playoffs ya en juego. Hasta el comisionado Adam Silver habló hace poco de ello y, como pudo, echó una mano a los Mavericks. Al menos dio a entender que los nuevos propietarios y el mandamás de lo deportivo, ese Nico Harrison que es el enemigo público número 1 en Dallas, no operaban con ánimo de sabotaje desde dentro. Que, aunque pudieran estar cometiendo errores terribles, que algunos cifran ya en cientos de millones en pérdidas más allá de la debacle deportiva, hacen lo que creen que es mejor para la franquicia. Menos mal.

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​Un extenso artículo de Tim MacMahon en ESPN explica cómo se fraguó un conflicto interno tan tremendamente tóxico que acabó con el traspaso de Doncic a los Lakers.  

Era lunes de revelaciones en Dallas. Se sabía porque Tim MacMahon, uno de los pesos pesados de la cobertura NBA de ESPN, lo había anunciado a través de sus redes sociales: hoy habría artículo importante sobre el estado general de los Mavericks (pésimo, no era difícil de imaginar) y las circunstancias que condujeron al fatídico 2 de febrero, el día del traspaso de Luka Doncic a los Lakers. Un movimiento tan sísmico, tan profundamente polémico que sigue formando parte de la actualidad diaria de la NBA, no digamos de la de los Mavericks, eliminados e la repesca del play in. Incluso ahora, casi tres meses después y con los playoffs ya en juego. Hasta el comisionado Adam Silver habló hace poco de ello y, como pudo, echó una mano a los Mavericks. Al menos dio a entender que los nuevos propietarios y el mandamás de lo deportivo, ese Nico Harrison que es el enemigo público número 1 en Dallas, no operaban con ánimo de sabotaje desde dentro. Que, aunque pudieran estar cometiendo errores terribles, que algunos cifran ya en cientos de millones en pérdidas más allá de la debacle deportiva, hacen lo que creen que es mejor para la franquicia. Menos mal.

También este lunes, Tim Cato, otro ilustre de la cobertura de los Mavericks, ha publicado un artículo en el que, entre otras cosas, asegura que para los nuevos, la familia Adelson con Patrick Dumont como jefazo del asunto del baloncesto, Harrison ya no era un intocable ni alguien en quien sigan confiando plenamente. Y que Dumont, que manda narices, anda loco con el desastre social al que se ha tenido que enfrentar porque realmente no era consciente de que algo así podía pasar si se traspasaba a Luka Doncic. Así que culpa a Harrison de no ver, o no hacerle ver a él, lo que podía venírseles encima. Y por eso, entre otras cosas, le obligó a comparecer ante los medios la semana pasada. Harrison no quería, y acabó optando, a regañadientes, por una charla con un grupo selecto de periodistas sin cámaras ni grabadoras. La cosa, como no podía de otra manera, no fue bien. Y Harrison sigue enterrando, cada vez que tiene ocasión, su imagen pública. Hasta hace poco, la de un ejecutivo intachable que había tenido éxito en Nike y estaba teniéndolo ahora en unos Mavs que, cuesta acordarse, son todavía el vigente campeón del Oeste. El finalista de la NBA.

Cato también sitúa en un lugar incómodo al entrenador, Jason Kidd, del que dice que compartía algunas de las dudas de Harrison con la puesta a punto y el físico de Doncic pero al que sitúa ahora como “exasperado” por tener que rehacer un equipo que estaba pensando para jugar al ritmo de Doncic, creado para potenciar sus virtudes y tapar sus defectos en defensa. Un plan que, es obvio, funcionó el curso pasado.

Harrison y el control de los Mavericks

MacMahon es un personaje curioso porque muchos le han afeado que no tenía una relación aparentemente buena con Doncic (sobre el que incluso ha escrito un libro), con el que chocó en algunas ruedas de prensa y de cuyo peso y preparación física habló varias veces en lo que parecía un trabajo cercano a la franquicia, a Harrison y su entorno. Desde luego lo pareció justo después del traspaso. Pero ahora MacMahon, ya lo hizo en la charla privada por lo que se fue sabiendo después, ha sacado la artillería sin ninguna deuda ni condescendencia con Harrison. Y lo ha hecho con un artículo que ha elaborado tras hablar con “decenas” de personas cercanas a toda la situación, en los Mavericks y en el entorno de Doncic.

El artículo expone perfectamente las fricciones y rencillas, la guerra de poder que llevó a la decisión de un Harrison del que dice que llegó a pensar que Doncic había convertido a los Mavs en “su rehén”, que la franquicia era prisionera de una megaestrella de solo 25 años (antes del traspaso) y con capacidad y talento para ser uno de los mejores jugadores de siempre. El directivo es dibujado como un controlador que tolera mal las disidencias y que prefiere tener cerca a colaboradores dóciles, sin voces discordantes. Por eso, y desde el verano de 2023, acometió una purga, una transformación en cargos importantes con movimientos que dinamitaron el núcleo duro de la franquicia. El que había hecho sentirla como suya, su equipo y su casa, a Dirk Nowitzki, y el que había heredado, por relaciones personales, Doncic.

Nowitzki, según MacMahon, está totalmente apartado del día a día de los Mavs y solo ha visto dos partidos en directo desde el 2 de febrero, el del debut de Doncic con los Lakers y el de su regreso a Dallas, por primera vez con otra camiseta. Antes de este distanciamiento, había ejercido como consejero de Mark Cuban, que vendió la franquicia con la idea de conservar poder en la toma de decisiones. Algo que no ha sucedido: Harrison fue sacándolo de la ecuación y ni siquiera le permitió ejercer de intermediario en problemas que estaban royendo la estabilidad, el funcionamiento del equipo.

La acometida de Harrison tuvo que ver, principalmente, con cargos en el departamento físico, una estructura que dirigía Casey Smith, un histórico que llevaba dos décadas en Dallas y es (ahora está en los Knicks… con Jalen Brunson, exjugador de los Mavs) uno de los más reputados de la NBA en su área. También un ex de la selección de Estados Unidos, con la que trabajó en los ciclos olímpicos de 2008 y 2012. Smith era uña y carne con Nowitzki, que aseguraba que gracias a él estuvo 21 años en la NBA (y en los Mavs)… y también se hizo íntimo con Doncic. Igual que otros que fueron despedidos, Jeremy Holsopple y Casey Spangler. Harrison creía que mimaban al esloveno, que eran los que permitían su comportamiento. Y, en un detalle que no habla precisamente bien de él, comunicó a Smith que no seguiría en el equipo en el verano de 2023, por videollamada y cuando este se encontraba en Ohio cuidando a su madre, que estaba a punto de fallecer. “Harrison se sentía amenazado por él, al 100 por 100. Tenía que demostrar que allí mandaba él y que nadie podía cuestionar eso”, dicen de forma anónima voces del equipo en el artículo de ESPN.

Harrison se defendió, ante el selecto grupo de periodistas, así cuando le recordaron el feo despido de Smith: “Sacáis el nombre de Casey Smith y es casi un chiste. Nadie se acordó de él cuando el año pasado llegamos a las Finales. No tiene sentido que os acordéis de él ahora, lleva dos años fuera de la franquicia”. Y asegura que los que llegaron después lo han hecho mucho mejor.

Sin embargo, el equipo ha tenido más lesiones esta temporada, y más conflictos con las recuperaciones y los plazos de baja. Con Dereck Lively, la falta de comunicación hizo que estuviera a punto de volver a las pistas con una fractura por estrés en un tobillo que, por suerte, fue detectada en el último momento. Eso le hizo estar otros dos meses y medio fuera de las pistas: “Alguien tendría que haber sido despedido por eso”, cita MacMahon sobre lo que le han contado de los nuevos al frente del apartado físico, Johann Bilsborough y Keith Belton; Que han tenido serios problemas entre ellos y que tampoco han establecido una buena relación con Luka Doncic y un entorno que capitanea Lara Beth Seager, que trabajó antes con, una vez más, Nowitzki.

“Quiere energía de cheerleaders”

El artículo cuenta que, tras la crisis con Lively, Bilsborough y Benton tuvieron una bronca para el recuerdo en las instalaciones de los Mavs: “fueron el uno a por el otro, aunque no hubo puñetazos”. Y que el primero no confía en un Benton al que considera un mimado de Harrison. En la franquicia, también: “Es como una cheerleader glorificada, pero eso quiere Harrison cerca: energía de cheerleaders”. La asociación nacional de preparadores físicos, para colmo, ha confirmado que Belton no tiene todavía la cualificación necesaria para trabajar en una franquicia de la NBA. No con el cargo que tiene en los Mavericks.

Antes de la salida de Smith, Doncic había fichado, para trabajar en su puesta a punto física, a Javier Barrio Calvo, fisio del Real Madrid y a Anze Macek, preparador de la selección de Eslovenia y que lleva años colaborando con él. Un sistema híbrido, de toma de decisiones consensuada con los Mavs, que en el bando de Doncic creen que funcionó la temporada pasada: el base fue el jugador con más minutos de toda la liga (3.524 entre fase regular y playoffs) con unos números formidables y plaza en las Finales: “No juegas así si eres un cerdo borracho y gordo”. Bilsborough, sin embargo, no hizo esfuerzos por acercarse a Doncic y su entorno y Harrison empezó a desconfiar de la preparación y la profesionalidad de su jugador franquicia. Un clima de tensión que no apaciguó el billete para la lucha por el anillo. Y que explotó, definitivamente, en los primeros meses de esta temporada.

Cuando ya se había generado una situación de desconfianza extrema, las circunstancias no ayudaron. Harrison acabó la temporada preocupado porque Doncic había ganado peso, incluso durante la competición. Consideraba que era una situación muy problemática para un jugador con tanta exigencia en cuanto a minutos y responsabilidad en el juego del equipo. Doncic se perdió la pretemporada por una lesión muscular sobre la que, además, hubo un fallo de comunicación por parte de los Mavs. Y engordó, en ese tramo, cinco kilos y medio. Harrison estaba ya muy enfadado y consideró que el entorno de Doncic camufló con la siguiente lesión, un esguince de muñeca en el que no creía, una pausa; un tiempo extra para poner a punto a un jugador fuera de forma y que había comenzado la temporada lejos de su mejor nivel de juego.

Por entonces, Barrio Calvo y Bilsborough, siempre según MacMahon, chocaban ya frecuentemente y todas las partes, con Nico Harrison al frente, se reunieron varias veces sin limar nunca ninguna aspereza. Nada funcionó y Doncic, el golpe final, cayó lesionado en el partido de Navidad. Su cuarta lesión de gemelo en 28 meses. Los Mavs creían que podría recuperarse en dos o tres semanas pero el equipo de trabajo de Doncic pidió seis. Y ganó: se fijó el 8 de febrero como fecha de posible regreso a las pistas. Durante ese trance, Harrison le pidió que viajara con el equipo en una gira de cinco partidos fuera de Dallas. Desde el entorno de Doncic se dijo que no porque el jugador estaba trabajando en dobles sesiones diarias para volver en perfectas condiciones.

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Creían, además, que el percance había llegado porque Doncic, mal aconsejado, forzó en vez de parar tras recibir un golpe en un talón durante un partido contra los Warriors, el 15 de diciembre. Siguió jugando con molestias, cambió los apoyos naturales de la pierna… y se rompió en el que acabó siendo su último partido con los Mavs. “Eso abrió todavía más la brecha”, dice un artículo que termina precisamente cuando Doncic rechaza viajar con el equipo y ofrece, como alternativa, trabajar sin moverse de casa con la franquicia de la G League asociada a los Mavs, Texas Legends: “Lo siguiente que supieron de Harrison en el entorno de Doncic fue cuando les avisó de que había cerrado un traspaso a los Lakers que llevaba semanas negociando en secreto”. Punto y final.

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