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Una Copa envenenada

“Es una final”. En esa frecuente falta de lógica que suponen los partidos a todo o nada se refugió esta semana Carlo Ancelotti para defender la candidatura del Madrid a esta Copa, en la que será su octava final frente al Barça (sigue el partido en directo en AS.com). Y, sin duda, la más conflictiva en las vísperas, embarrada por unas declaraciones inoportunas del árbitro del duelo, De Burgos Bengoetxea, y de su auxiliar en el VAR, González Fuertes, y la desproporcionada reacción del Madrid, que incluso pone en duda su comparecencia.
Octava final entre un Barça favorito y un Madrid en el alambre en un ambiente de tensión arbitral extrema. En las cuatro que ganó el Madrid le había ido mal en la Liga. Mbappé es duda.

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“Es una final”. En esa frecuente falta de lógica que suponen los partidos a todo o nada se refugió esta semana Carlo Ancelotti para defender la candidatura del Madrid a esta Copa, en la que será su octava final frente al Barça (sigue el partido en directo en AS.com). Y, sin duda, la más conflictiva en las vísperas, embarrada por unas declaraciones inoportunas del árbitro del duelo, De Burgos Bengoetxea, y de su auxiliar en el VAR, González Fuertes, y la desproporcionada reacción del Madrid, que incluso pone en duda su comparecencia.
Arbitraje al margen, ha sido innegable la superioridad azulgrana en lo general (la Liga y la Champions) y en lo particular (los dos duelos directos en que goleó a los de Ancelotti) durante el curso, pero hay algo a lo largo de la historia que espanta esa ola pesimista que rodea ahora al Madrid.
En ninguna de las cuatro temporadas en que conquistó el trofeo en una final frente al Barcelona el equipo blanco tuvo un año redondo. De hecho, en todos los casos perdió la Liga correspondiente. En 1936 fue ante el Athletic. En 1974, año de aquel recordado 0-5 del Barça de Cruyff en el Bernabéu, goleó a los azulgranas (4-0) en la Copa después de haber acabado octavo, a 16 puntos de su archirrival. En 2011, en pleno apogeo de la era Guardiola, también abatió a un Barça campeón liguero (1-0). Fue el primer éxito de Mourinho. Y en 2014, ya con Ancelotti, se impuso (2-1) al equipo de Martino, que también había quedado por delante en la Liga. Siempre encontró salida a un mal año.
La superioridad del Barça no ofrece dudas en el largo plazo, que es la Liga. Ha marcado 23 tantos más; ha disparado 35 veces más y le han tirado 117 veces menos; manda también en asistencias y remates y se maneja mejor en el juego aéreo (ocho a dos en goles cabeza). Se entiende, pues, que un triunfo azulgrana se pague a 2,15 en las apuestas y uno blanco, a 3,10.
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El equipo de Flick también ha manejado con mano de hierro los dos duelos directos. 0-4 en la Liga, 2-5 en la Supercopa. Sin embargo, las sensaciones y los tantos no lo dicen todo. El indicador de goles esperados, que en cierto modo explica la presencia de cada equipo en el área rival, le da en esos dos duelos como promedio un 2,43 al Barça y un 1,62 al Madrid. Esa realidad virtual no tiene que ver con el 9-2 real, el único relevante a efectos contables. El equipo de Flick solo disparó una vez más que su rival en los duelos y fue el acierto el que marcó la diferencia. El Madrid estuvo por debajo en posesión en ambas citas, aunque no exageradamente (54,7%-45,3%), lanzó once saques de esquina más sin resultado y el fuera de juego fue una trampa de la que no pudo escapar, sobre todo en el duelo del Bernabéu, en que el que incurrió doce veces.
Gerard Martín y Ferran
El Barça hará cambios, por obligación, respecto a los choques anteriores. Flick repitió en ambos la misma defensa (Koundé, Cubarsí, Iñigo Martínez, Balde), dos de sus tres centrocampistas (Pedri y Casadó) y el tridente ofensivo (Lamine, Lewandowski, Raphinha). A Szczesny ya lo utilizó en la Supercopa y De Jong ha acabado siendo el tercer hombre en el centro del campo más tarde. Hoy estarán los dos, más Dani Olmo por Casadó, y tirará de Gerard Martín y Ferran Torres para sustituir a los lesionados Balde y Lewandowski. Ter Stegen entró en la lista por primera vez desde su lesión en septiembre de modo testimonial
El Madrid, en cambio, será radicalmente diferente. Para empezar, jugará Courtois, pese a que Lunin ha sido el portero de la Copa. El resto está por resolver. Seguros son Asencio y Rüdiger como centrales, Tchouameni en el centro del campo y Bellingham y Vinicius en ataque. Para el lateral izquierdo Mendy podría volver, pese a que no juega desde hace mes y medio. Ancelotti debe decidir si corre ese gran riesgo o repite con Fran García, en el que confía menos. El resto depende de la posición de Valverde. Si juega de lateral, se abre hueco para Ceballos. Y entre Modric y Rodrygo andaría última plaza dependiendo de si Ancelotti mete tres o cuatro fantásticos.
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En cualquier caso, todos los focos apuntarán a Mbappé, que sufrió un esguince ante el Arsenal y no jugó ni ante el Athletic ni ante el Getafe. Sigue siendo duda y hoy será sometido a la prueba definitiva. El Barça se le ha atragantado en los dos partidos, aunque marcara en el segundo. Incurrió en ocho fueras de juego en la Liga y en uno en la Supercopa, y solo remató cinco veces. Sin embargo, con el PSG fue la pesadilla culé: en cuatro partidos le hizo seis goles. Esa versión espera hoy el Madrid. A otro lado, el Barça tirará de Ferran Torres, uno de los grandes rehabilitados por Flick. Lleva 17 goles en solo 1537’. No son los 40 de Lewandowski, pero asustan. Más en un jugador que apuntaba a transferible.
El mapa del cansancio
En el capítulo de fatiga no se aprecian grandes diferencias. Si acaso, el día extra de descanso del Barça, pero ambos equipos calcan hábitos: dos jugadores del Barça pasan de 4.000 minutos (Kounde y Pedri) y seis de 3.000, exactamente igual que en el Madrid, donde los más exigidos son Valverde y Mbappé.
En la jornada liguera, Flick reservó más futbolistas que Ancelotti. Ante el Mallorca solo tres titulares jugaron el partido completo: Szczesny, Iñigo Martínez y Pedri. Dos, ni siquiera salieron (Koundé y Cubarsí) y el resto de los que estarán hoy no disputó más de media hora. En el Madrid estuvieron de salida Courtois, Asencio, Tchouameni, Valverde y Vinicius y en la recta final se sumaron Ceballos, Rodrygo y Bellingham.
En definitiva, un refresco de piernas y un calentón en el palco de consecuencias imprevisibles. El peor ambiente para el partido más bonito del año.
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