Espectáculo
La vacuna para el Alzheimer podría estar en nuestro cerebro
La enfermedad de Alzheimer, también conocida como Alzheimer, a secas, es un trastorno degenerativo del sistema nervioso que destruye poco a poco la memoria y la capacidad de pensar, así como la habilidad para efectuar las tareas más sencillas, con el paso del tiempo.
El Alzheimer no es una consecuencia normal del envejecimiento, sino el resultado de cambios complejos en el cerebro que originan la pérdida de neuronas y sus conexiones y que comienzan años antes de que aparezcan los síntomas.
Aunque se desconoce la causa del Alzheimer, salvo cuando existen un componente genético y antecedentes familiares, se ha establecido que la enfermedad se caracteriza por el depósito anormal y precoz, en el cerebro, de placas formadas por las proteínas beta amiloide y tau hiperfosforilada.
Las personas con Alzheimer también experimentan cambios en su conducta y personalidad, mientras que los síntomas de la enfermedad, como cambios en la forma de pensar, recordar, razonar y comportarse, se conocen como demencia.
El Alzheimer es la causa más frecuente de demencia en las personas mayores y la enfermedad neurodegenerativa más frecuente, según la Clínica Universidad de Navarra y el sitio oficial del Gobierno de los EE. UU. especializado en esta dolencia.
Terapias farmacológicas
Durante más de tres décadas, los científicos han trabajado arduamente para detener la enfermedad de Alzheimer mediante fármacos para eliminar las placas de beta amiloide, unas acumulaciones pegajosas de esta proteína tóxica que se depositan en el cerebro, según explican desde la Universidad Northwestern (UN), en Evanston (Illinois, Estados Unidos).
Ahora, un nuevo estudio de Northwestern Medicine sugiere una alternativa prometedora: fortalecer las células inmunitarias del propio cerebro para eliminar estas placas con mayor eficacia.
Los intentos de desarrollar una ‘vacuna’ o inmunización farmacológica contra el Alzheimer han fracasado hasta ahora debido a que la respuesta del sistema inmunitario provocó una inflamación cerebral peligrosa, según Northwestern.
Incluso los tratamientos con anticuerpos aprobados en EE. UU. siguen siendo controvertidos, ofreciendo resultados modestos con posibles efectos secundarios y precios elevados, apuntan.
“Aunque estos fármacos, que estimulan las células inmunitarias del cerebro para eliminar la beta amiloide son cada vez más eficaces, no curan a los pacientes con Alzheimer”, afirma el investigador David Gate, profesor adjunto de neurología en la UN, director del Centro de Investigación Abrams sobre Neurogenómica y uno de los autores de la investigación.
Gate y la investigadora Lynn van Olst, autora principal del estudio, creen que los datos de su trabajo pueden utilizarse no solo para mejorar la eficacia de estos fármacos, sino que también pueden cambiar el futuro de los tratamientos del Alzheimer, enfocándolos en aprovechar las defensas naturales del cerebro, en lugar de simplemente eliminar las placas de beta amiloide.
Tecnología de vanguardia
Este estudio es el primero en utilizar en cerebros humanos con enfermedad de Alzheimer, incluidos en ensayos clínicos, la transcriptómica espacial, una técnica de vanguardia que permite a los científicos identificar la ubicación espacial específica de la actividad genética dentro de una muestra de tejido.
Al analizar el tejido cerebral de personas con Alzheimer fallecidas que recibieron inmunización beta amiloide y compararlo con el de aquellos que no la recibieron, los científicos descubrieron que cuando estos tratamientos funcionan, las células inmunitarias (defensas naturales) del cerebro llamadas microglías, no solo eliminan las placas, sino que también ayudan a restaurar un entorno cerebral más saludable.
Gate y van Olst comprobaron que las microglías, activadas por la terapia farmacológica de inmunización, pueden eliminar la beta amiloide, pero luego recuperan su función normal, lo que parece contribuir a la recuperación cerebral.
Efecto dominó o de cascada
Los fármacos actuales se fundamentan en la teoría predominante sobre el desarrollo del Alzheimer, conocida como ‘hipótesis de la cascada amiloide’, y que según Gate, puede compararse con una fila de fichas de dominó, que caen una tras otra, empujándose sucesivamente, después de hacer caer la primera.
Si las placas amiloides pueden eliminarse del cerebro antes de que desencadenen la formación de la ‘patología de tau’ causa (principal del deterioro cognitivo en pacientes con Alzheimer), entonces la cascada amiloide podría detenerse antes de que pueda comenzar, previniendo daños mayores, explican.
Según esa hipótesis, ese efecto dominó se podría detener si se administra precozmente un tratamiento inmunizador a las personas, cuando todavía no presentan ‘patología de tau’.
El estudio de la UN es el primero en identificar los mecanismos en las microglías, las células inmunitarias del cerebro, que ayudan a limitar la propagación de la beta amiloide en ciertas regiones cerebrales después del tratamiento con fármacos dirigidos a dicha proteína tóxica.
Microglías, el ‘equipo de limpieza’ del cerebro
Gate explica que han descubierto que no todas las microglías son iguales ni responden igual a los tratamientos. Algunas son bastante eficaces para eliminar las placas, mientras que otras presentan dificultades, además de adoptar estados distintos según la región del cerebro tratada y el tipo de inmunización que ha recibido el paciente.
Asimismo, ciertos genes son más activos en las microglías en respuesta al tratamiento, lo que ayuda a estas células inmunitarias a eliminar las placas de beta amiloide, según los hallazgos de la UN.
“Si logramos definir los mecanismos de la eliminación del Alzheimer y descubrimos la composición genética de las microglías de las personas que responden bien a los fármacos, quizás podamos eludir todo el proceso farmacológico y dirigirnos únicamente a estas células inmunitarias”, afirma Gate.
Aunque los métodos para que los fármacos ‘hagan diana’ en las microglías cerebrales mejoran año tras año, todavía no hay una manera de dirigir los fármacos específicamente a estas células inmunitarias, de acuerdo a Gate.
Cómo se efectuó el estudio
El estudio, efectuado en un conjunto de cerebros ‘post mortem’, incluyó seis cerebros sin enfermedad neurológica; seis cerebros con Alzheimer que no habían recibido tratamiento con ningún fármaco inmunitario; y 13 cerebros ‘vacunados’ con fármacos destinados a eliminar la placa de beta amiloide en el cerebro.
Los científicos compararon las células inmunitarias en los dos grupos de cerebros.
Esto les permitió investigar los mecanismos cerebrales que hacen que algunas personas respondan bien a estos tratamientos, eliminando la beta-amiloide con éxito, y otras no; descubrir que las células inmunitarias cerebrales (microglías) desempeñan un papel crucial en este proceso e identificar los factores genéticos moleculares que impulsan estas diferencias.