Deportes
El infierno de Caparrós
Un empate contra el Alavés y la derrota en Pamplona acercan al Sevilla a los puestos de descenso, que quedan ahora a cinco puntos de distancia. Le llegada de Joaquín Caparrós no logra de momento el efecto deseado y en Nervión se tientan la ropa. El técnico utrerano vive su primer ‘infierno’ como responsable del banquillo del Sánchez-Pizjuán, su peor comienzo de largo en una andadura de este tipo. Las otras tres aventuras las inició, de hecho, de manera brillante.
El utrerano afronta el peor inicio de los cuatro que ha tenido como técnico del Sevilla, con un agravante: esta vez, son los puestos de descenso los que acechan al club de Nervión.
Un empate contra el Alavés y la derrota en Pamplona acercan al Sevilla a los puestos de descenso, que quedan ahora a cinco puntos de distancia. Le llegada de Joaquín Caparrós no logra de momento el efecto deseado y en Nervión se tientan la ropa. El técnico utrerano vive su primer ‘infierno’ como responsable del banquillo del Sánchez-Pizjuán, su peor comienzo de largo en una andadura de este tipo. Las otras tres aventuras las inició, de hecho, de manera brillante.
Con el objetivo de subir al Sevilla, Caparrós comenzó su primera andadura como nervionense en Segunda División y lo hizo con 4 victorias en las primeras cuatro jornadas de aquel campeonato: Murcia, Salamanca, Elche y Lleida. Aunque tras ganar en la 6º jornada al Albacete llegaría una mala racha de cinco partidos sin vencer, aquello cimentaría el título de la categoría de Plata y el ascenso a Primera División.
En 2018 se haría cargo del equipo en las últimas 4 jornadas de LaLiga, tras la destitución de Vincenzo Montella. Y lo hizo con una hoja de servicios casi perfecta: derrotó a la Real Sociedad y nada menos que al Real Madrid para luego empatar el derbi ante el Betis en el Villamarín y terminar LaLiga con un nuevo triunfo, contra el Alavés, que dejaba al equipo en puestos europeos.
Sin este nivel de perfección, un año después Caparrós también se estrenaría también con victoria cuando sustituyó a Pablo Machín a falta de 11 jornadas. Ganó al Espanyol en Barcelona y acto seguido perdió en casa contra el Valencia para encadenar más tarde tres alegrías seguidas, contra Alavés, Valladolid y en un derbi en Nervión contra el Betis.
Ahora, con Europa como quimera y los últimos tres puestos de la tabla acechando, Joaquín mira con preocupación el futuro del equipo que es su vida y del que es Banquillo de Oro. Los próximos encuentros marcarán seguramente el devenir del Sevilla en la categoría y, también, el de la merecida leyenda del entrenador de Utrera.
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