En Until Dawn, cuando los protagonistas están cerca de descubrir una posible solución a sus problemas, un personaje dice algo así como que si todo fuese siempre igual, dejarían de sentir miedo. El contexto de la frase es el siguiente: un grupo de jóvenes termina en una casa en medio de la nada de un pueblo también en medio de la nada. Allí descubren que están encerrados en un bucle temporal. Reviven la misma noche en la que son asesinados una y otra vez. Lo interesante aquí es que cada nuevo día comparte escenario, pero los sucesos que ocurren son diferentes. Por eso mismo que dice uno de los personajes: que si todas las noches fuesen iguales, la costumbre apagaría el miedo.
Esto de buscar la diferencia también podría aplicarse a la película en sí. Until Dawn es la adaptación del videojuego del mismo nombre de Supermassive Games, pero el filme no es fiel a la aventura gráfica, solo comparten algunos detalles, y eso es toda una suerte. Los que han jugado al videojuego van a estar igual de indefensos que cualquier espectador que se acerca a la película sin experiencia previa. Igual que los protagonistas de la historia.
Dirigida por David F. Sandberg, Until Dawn es un digno y entretenido festín de sustos, muertes, violencia, sangre y criaturas que harán las delicias de los fans del terror. También hay momentos divertidos, que nunca están de más. Sandberg, que comenzó en el cine en este género, pero lo dejó de lado para hacer la saga de superhéroes ¡Shazam! (2019 – 2023) -aunque los mecanismos del terror se colaron en las dos entregas del ya extinto Universo DC-; demuestra en Until Dawn que esta, la de historias como su debut Nunca apagues la luz (2016) y Annabelle: Creation (2017), es su verdadera casa.
Un compendio de subgéneros del terror

Sony Pictures
En Until Dawn hay asesinos enmascarados, brujas, criaturas mitológicas, posesiones y cuerpos que explotan. Con cada una de las noches, Sandberg tiene espacio para crear un compendio de subgéneros: hay ‘slasher’, hay fantasía, hay gore y hay terror físico en el que una mera imagen es suficiente para ser de lo más perturbadora.
Esta ensalada de elementos es lo mejor que tiene Until Dawn, pues ni su elenco y personajes son los suficientemente carismáticos como para destacar y hay soluciones a tramas que quedan algo descolgadas. Pese a ello, la película consigue mantener la tensión en su recta final y juega con las metáforas de un tema muy presente en nuestra sociedad actualmente: la salud mental.
Until Dawn, en una era en la que hacer copia extrema del original se celebra y desligarse, aunque sea un poco, genera críticas en ocasiones violentas, parece una película revolucionaria.
No sé si a los fans del videojuego les hará gracia que la historia a la que jugaron no se vea representada en la gran pantalla, pero democratizar al público y que nadie pueda adelantarse al final en un mundo en el que todo se cuenta porque si no se hace parece que nunca ha ocurrido, es un océano de sensaciones inesperadas condensadas en 103 minutos. Hay espacio para las risas, para saltar en la butaca, para el nerviosismo y para el asco. A veces solo hay que dejarse llevar. Ahí es cuando ocurre la magia.