El fantasma de la alineación indebida acecha al Sevilla

Decía Víctor Orta en la presentación de Joaquín Caparrós que la plantilla del Sevilla aún no había tocado techo y lleva razón, puesto que aún puede coronar su dantesca temporada con una alineación indebida que le haga perder un partido. Y eso puede suceder esta noche en Pamplona, donde el Sevilla acude con nueve jugadores con ficha del filial y solo 14 del primer equipo, de los que dos de ellos son porteros, por lo que en la práctica son 13.

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 Caparrós tiene en Pamplona a 23 convocados, de los que nueve tienen ficha del filial y la normativa solo permite a cuatro jugando juntos.  

Decía Víctor Orta en la presentación de Joaquín Caparrós que la plantilla del Sevilla aún no había tocado techo y lleva razón, puesto que aún puede coronar su dantesca temporada con una alineación indebida que le haga perder un partido. Y eso puede suceder esta noche en Pamplona, donde el Sevilla acude con nueve jugadores con ficha del filial y solo 14 del primer equipo, de los que dos de ellos son porteros, por lo que en la práctica son 13.

La normativa indica que como máximo puede haber cuatro jugadores sobre el césped con ficha del filial, junto a siete del primer equipo. Pero si se diera esta situación y un jugador del primer equipo fuera expulsado, quedando sobre el césped seis de ellos con cuatro canteranos, el partido se le daría por perdido al Sevilla. A las bajas de larga duración ya conocidas se les suman para este partido la enésima lesión de Lokonga, la sanción de Gudelj y los “problemas personales” de Marcao.

Por tanto, Caparrós se ve muy coartado a la hora de alinear su once y, sobre todo, a la hora de hacer cambios. Lo ideal es que no coincidan más de tres jugadores del filial a la vez sobre el césped para evitar riesgos. El delegado Juan Martagón ya ha sabido gestionar en anteriores ocasiones esta problemática, sobre todo en las primeras eliminatorias de la Copa del Rey. Sin embargo, no deja de ser vergonzante que todo un Sevilla se esté jugando la permanencia a estas alturas con una plantilla cortísima, plagada de canteranos y al borde de la legalidad. Menos mal que, según Orta, no ha tocado techo, porque si lo hubiera hecho…

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