Baloncesto
Los pecados de los Lakers
Los Lakers se la juegan esta noche (a las 04:00, en el Crypto Arena). Prácticamente toda su temporada pasa por el segundo partido de la eliminatoria ante los Timberwolves. Tras la paliza sin paliativos sufrida en el choque inicial (95-117), JJ Redick tiene un trabajo monumental: recuperar a sus jugadores en lo emocional para afrontar la batalla de todas las batallas. Aunque sólo sea un duelo más, los Lakers necesitan ganarlo para no viajar a Minnesota con un 0-2 que es prácticamente imposible de remontar. Y lo peor no es que haya que hacer un par de ajustes para salir del atolladero: los angelinos necesitan mucho más. El nivel físico mostrado fue muy pobre, la defensa inexistente y las dificultades para anotar más allá de Luka Doncic, enormes. Contra todo eso y mucho más deberán luchar, pero especialmente contra sí mismos. Perder no debería ser una sorpresa, ya que sólo una victoria (aunque tres posiciones: la locura del Oeste) les separó en regular season. Otra cosa es caer de este modo, dejando sensaciones muy preocupantes y encajando una derrota estrepitosa ante un rival al que le habían ganado en la fase regular los dos partidos disputados en Los Ángeles.
El equipo angelino afronta un segundo asalto crucial para sus intereses tras un primer partido que dejó sensaciones muy preocupantes. La soledad de Doncic, una mala defensa, el pobre nivel de LeBron…
Los Lakers se la juegan esta noche (a las 04:00, en el Crypto Arena). Prácticamente toda su temporada pasa por el segundo partido de la eliminatoria ante los Timberwolves. Tras la paliza sin paliativos sufrida en el choque inicial (95-117), JJ Redick tiene un trabajo monumental: recuperar a sus jugadores en lo emocional para afrontar la batalla de todas las batallas. Aunque sólo sea un duelo más, los Lakers necesitan ganarlo para no viajar a Minnesota con un 0-2 que es prácticamente imposible de remontar. Y lo peor no es que haya que hacer un par de ajustes para salir del atolladero: los angelinos necesitan mucho más. El nivel físico mostrado fue muy pobre, la defensa inexistente y las dificultades para anotar más allá de Luka Doncic, enormes. Contra todo eso y mucho más deberán luchar, pero especialmente contra sí mismos. Perder no debería ser una sorpresa, ya que sólo una victoria (aunque tres posiciones: la locura del Oeste) les separó en regular season. Otra cosa es caer de este modo, dejando sensaciones muy preocupantes y encajando una derrota estrepitosa ante un rival al que le habían ganado en la fase regular los dos partidos disputados en Los Ángeles.
El plan de Chris Finch es muy claro, también en la rueda de prensa posterior al partido, donde Jaden McDanields y Naz Reid se encargaron de transmitir un mensaje muy claro: los Wolves son más altos. Y si por ahí pasan las aspiraciones angelinas, tampoco hay mucho que hacer. Los Lakers no tienen plantilla para jugar con quintetos altos más allá de tirar de un fondo de armario cuestionable (Alex Len no puede jugar una serie de este calibre) y lo único que pueden hacer es poner más tiempo en pista a un Jaxson Hayes que apenas disputó 8 minutos en el primer duelo. El resto de centímetros (Anthony Davis, Max Christie…) se perdieron en el traspaso de Doncic, algo de lo que no pueden quejarse si tienen en cuenta el premio recibido a cambio. Es más, el esloveno fue la única buena noticia de los angelinos: 37 puntos y 8 rebotes, con 12 de 22 en tiros de campo y 5 de 10 en triples, además de 8 de 9 desde la personal. Fue el que tiró en el primer cuarto (28-21 para los Lakers, un espejismo) y el que lideró la tímida reacción entre el final del tercer cuarto y el principio del último. El tiempo que Anthony Edwards estuvo tratándose la pierna. En cuanto la estrella volvió, se acabó el partido.
Los Lakers tienen muchos problemas. Primero, frenar la producción de Edwards, que acaba muchas veces delante de Doncic gracias a los bloqueos y tortura al esloveno (que jugó 40 minutos) en un lado de la pista que no es el mejor para él. Y después, evitar que el alero se haga fuerte en la distribución, teóricamente un talento menor dentro de un jugador que ha evolucionado tanto que es capaz de hacer de todo. Acabó con 22 puntos, 8 rebotes y 9 asistencias que parecieron muchas más. Y McDanields y Reid se hincharon a anotar con una efectividad extraordinaria: el primero acabó con 25 puntos, 11 de 13 en tiros de campo y 3 de 3 en triples, acertado desde fuera y percutiendo al aro cuando las ayudas de los Lakers, que siempre llegaban tarde, iban ciegas a taponar el lanzamiento. Reid finalizó con 23, 8 de 12 y 6 de 9. Hay que presuponer que en algún momento fallarán los tiros, pero los Lakers tienen que ajustar para llegar mejor a las ayudas e intentar por todos los medios que Edwards tenga delante el mayor tiempo posible a Dorian Finney-Smith o a Gabe Vincent. Y lo necesitan hacer ya si no quieren tener un disgusto que tire al traste la gran campaña que han hecho hasta ahora.
LeBron, Reaves y el físico
Pero los Lakers tienen un problema todavía más grande: LeBron James tuvo una actuación impropia de la estrella que se presupone que es (19 puntos, con 9 de 18 en tiros y 1 de 5 en triples). Y Reaves probablemente cuajó la peor primera parte de toda la temporada (2 puntos, 1 de 6 en tiros y 1 pérdida) para espabilar en el tercer cuarto (14 tantos) y hundirse de nuevo en el periodo final. Y otro problema: entre ambos jugadores y Doncic sumaron 7 asistencias totales, algo que se aleja mucho de las 21,5 que el trío promedió durante la fase regular y que deja a los Lakers sin una de sus teóricas mayores virtudes. Tampoco es que los Wolves hicieran nada especial: correr como demonios para desgastar a su rival (anotaron 25 puntos en transición) y leer el partido mucho mejor que los angelinos, desfondados en otra sensación muy preocupante. Redick dijo en rueda de prensa que no estaban físicamente preparados, algo imperdonable si tenemos en cuenta que se aseguraron el tercer puesto del Oeste en la penúltima jornada, descansaron en la última (en la que Minnesota peleó para hacerse con el sexto puesto) y no disputaron el play in. Algo pasa si no están bien y en una serie de playoffs el cansancio aumenta y no lo contrario.
A priori, Jaxson Hayes disputará más minutos: cuando juega más de 20 los Lakers están 26-6, mientras que cuando se sitúa por debajo de esa cifra se queda en un 7-12. Impulsado (o no) por las picantes declaraciones de McDaniels y Reid, Redick dará más tiempo al pívot para tener más altura, que Doncic tenga un finalizador cerca (le gusta jugar por encima del aro) y evitar los problemas en el rebote: más allá de los 10 ofensivos que atraparon los Wolves, la sensación es que a los angelinos les costaba la vida cada balón y cada vez que se cerraban pasaban dos cosas: que permitían tiros liberados y que no podían ir al contraataque, algo que también le gusta hacer a ese trío dinámico que ya no lo es. Los Lakers acabaron con un -25 con Reaves en pista y un -22 con LeBron. A un -26 se fue Rui Hachimura, del que se necesita más: acertó los triples en el primer cuarto y luego se le olvidó jugar al baloncesto, se emperró mucho en tiros complicados en lugar de atacar el aro y apenas tuvo incidencia en el juego de un equipo que finalizó por debajo del 40% en tiros de campo. Así, imposible.
Es el momento de loa Lakers: generalmente, en playoffs hay una mejora sustancial del equipo que pierde de un partido a otro, pero los Timberwolves no van a relajarse por mucho que hayan conseguido la ventaja de campo a a la primera. Los angelinos han tenido un récord de 31-10 en casa, el segundo mejor del Oeste tras los Thunder (claro) y tienen que asegurarse el triunfo antes de viajar a Minnesota, donde la afición vive enfurecida, no como la de un Crypto Arena casado con la parafernalia propia de la farándula, que va siempre en consonancia al nivel emocional del equipo pero no tira de él. El fichaje de Doncic dio una nueva dimensión a la franquicia y juntó al mayor activo de la NBA con el mercado más grande de la NBA. Pero no vale sólo con eso y no hay rival nimio en un Oeste aguerrido. Los angelinos, que anotaron sólo 95 puntos en el primer partido (han promediado 112 en temporada regular) tienen la oportunidad de dar un golpe sobre la mesa y demostrar que son verdaderamente candidatos. De lo contrario y en caso de confirmar que el desastre no es un espejismo, harán el petate antes de lo que todo el mundo pensaba. Eso también puede ocurrir, claro. La NBA, al fin y al cabo, no espera a nadie. Tampoco a los Lakers.
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