Connect with us
[adrotate banner="4"]

Cine

Casi todo lo que sé me lo enseñó esta película: Fue mi mayor obsesión y, 20 años después, sigue siendo una obra maestra de las adaptaciones

Published

on

[ Seguros Banreservas ] Rectangular Vertical, Casi Cuadradas (1441 x 1558)| Sobre Columna de Noticias Lateral Derecha, Secciones de 1era Plana
Advertisements

Durante mi adolescencia fui adicta a una cosa: ver Orgullo y prejuicio (2005). Era una obsesión casi diaria. Me enchufaba a la pantalla del salón de casa de mis padres como quien traga agua después de atravesar el desierto. Siendo el desierto el día a día de toda chica de 15 años. Una edad a…

Artículo original publicado en SensaCine

​Creo, con la mano en el corazón, que ‘Orgullo y prejuicio’ contiene tantos universos en sí misma que encierra inmensos campos de sabiduría. Solo hay que saber verlos  

Creo, con la mano en el corazón, que ‘Orgullo y prejuicio’ contiene tantos universos en sí misma que encierra inmensos campos de sabiduría. Solo hay que saber verlos

Durante mi adolescencia fui adicta a una cosa: ver Orgullo y prejuicio (2005). Era una obsesión casi diaria. Me enchufaba a la pantalla del salón de casa de mis padres como quien traga agua después de atravesar el desierto. Siendo el desierto el día a día de toda chica de 15 años. Una edad a la que el mundo empieza a abrirse de formas que nunca antes habías visto pero que no sabes cómo transitar.

En esa etapa vital algo difícil para todo el mundo, la adaptación de la novela de Jane Austen era un refugio lleno de imágenes bellísimas que se convirtieron en una droga que necesitaba consumir. Era una yonqui del espasmo de la mano de Mr. Darcy tras tocar la de Elizabeth Bennet por primera vez, de la carismática heroína interpretada por Keira Knightley dando vueltas en un columpio mientras las estaciones pasaban y del orgulloso personaje de Matthew MacFadyen caminando, al amanecer, por un prado lleno de niebla. La película de Joe Wright cumple 20 años y, echando la vista atrás con la experiencia que solo te da la edad, sé que casi todo lo que sé de la vida me lo enseñó Orgullo y prejuicio.

Creo, con la mano en el corazón, que Orgullo y prejuicio contiene tantos universos en sí misma que encierra inmensos campos de sabiduría. Solo hay que saber verlos. Todo nace de su protagonista, una heroína rebelde e inteligente que devora libros y planta cara a la tradición y las reglas sociales de la época. Lizzie es directa, divertida, cínica, crítica y tiene fuertes convicciones. Tener a alguien así como modelo a seguir fue una suerte. Aprendes a ver el mundo de otra forma, a detectar lo superfluo, a ir más allá de lo superficial y a defender tus opiniones a la vez que no rechazas disfrutar de las cosas más simples.

El «no make up make up» más buscado: el secreto del maquillaje de ‘Orgullo y prejuicio’ revelado por una de sus actrices

La protagonista de Orgullo y prejuicio también me enseñó que no hacía falta destacar en todo y que no pasaba nada por no ser perfecta. «No me sorprende que solo conozca usted a seis mujeres instruidas. Me pregunto si conoce a alguna», dice ella cuando Caroline Bingley enumera todas las cualidades que debe tener una mujer para casarse con Mr. Darcy. «¿Tan severa es usted con las de su sexo?», responde él. «No existe una mujer así. Sin duda, los hombres se asustarían al verla», concluye ella. Tampoco se avergüenza cuando pone en evidencia delante de Lady Catherine de Bourgh que ella y sus hermanas no han tenido la educación que se espera. Lizzie habla así porque, y aquí otra importante lección, sabe que, en el fondo, todo lo que se exige en esa sociedad a la mujer es artificio e imposición y se adopta por conveniencia o presunción. Hay otras cosas más importantes que cumplir con la foto de Instagram.

Las hermanas Bennet en 'Orgullo y prejuicio'
Universal Pictures
Las hermanas Bennet en ‘Orgullo y prejuicio’

Quizá, una de las mayores perlas de sabiduría de la heroína de Austen es decir que no. Parece fácil, pero te aseguro que algunas personas no sabemos diferencias entre esa palabra de dos letras y que te estén apuntando a la cabeza con una pistola. Lizzie podría haberle dicho que sí a su primo, el clérigo William Collins, cuando le propone matrimonio y así salvar a sus hermanas y a su madre, que vive en un océano de angustia porque se ve sin marido que las sustente y cinco hijas no casadas. Sin embargo, ella le rechaza: «usted no podría hacerme feliz y yo soy la última mujer del mundo que le haría feliz a usted».

Ya no solo Lizzie, pero toda la película es un compendio de las relaciones que pueblan nuestra sociedad. Está la de Charlotte Lucas, la mejor amiga de la protagonista, que se casa con William Collins porque tiene 27 años, no tiene dinero ni perspectivas, es una carga para sus padres, está asustada y busca seguridad aunque no haya romance de por medio. Está la de Lydia Bennet y el abusivo George Wickham, quien manipula a la primera para conseguir dinero y se intuye que hay malos tratos. También está la mas pura, que es la de Jane Bennet y Charles Bingley, dos personas tan tímidas que no saben lo que sienten el uno por el otro porque no se atreven a decírselo. Y, por supuesto, esta de la Lizzie y Mr. Darcy, que comienzan siendo ce enemigos por el orgullo y los prejuicios, pero que se desenmascara en otra cosa con algo de tiempo. Ya ves, no siempre se tiene la razón de primeras y no pasa nada por equivocarse. ¡Ah! y hay que desquiciarse porque en el amor las cosas no salgan bien. Una lloradita y a seguir existiendo. Eso también me lo enseñó Lizzie.

‘Orgullo y prejuicio’ como unidad de tiempo

Keira Knightley como Elizabeth Bennet en 'Orgullo y prejuicio'
Universal Pictures
Keira Knightley como Elizabeth Bennet en ‘Orgullo y prejuicio’

Durante casi un año, estuve empapándome de todo esto sin saberlo. Como a una espía a la que llevan instruyendo desde niña sin su conocimiento y descubre de lo que es capaz a la edad adulta. Tuve suerte de que Orgullo y prejuicio llegara a mi vida cuando lo hizo. Por entonces no había plataformas de ‘streaming’ y la atención estaba más focalizada en lo que tenías por casa. Podías fijarte mucho más en los detalles y rebañar la película hasta el empacho.

Yo tenía Orgullo y prejuicio en DVD y los últimos coletazos de mi obsesión me llevaron a ver la película con los comentarios del director y Knightley. Era como abrir el cofre de un tesoro dentro del cofre de un tesoro. Ahí descubrí, por ejemplo, que Emma Thompson metió mano en el guion y la razón de que Wright pusiese a Knightley en lo alto de un acantilado mientras era sacudida por el viento.

No sé en qué momento la obsesión desapareció. Solo sé que Orgullo y prejuicio era casi mi día a día y luego dejó de serlo. Supongo que, como con todo, fue atacada salvaje y silenciosamente por el tiempo. Alguna otra cosa empezaría a despuntar en mi vida y se interpondría en el camino, pero no recuerdo qué fue. Lo que sí sé es que el filme de Wright podría crear un punto de inflexión en mi adolescencia, igual que lo hizo la llegada de Cristo en la línea temporal de nuestra historia: Antes de Orgullo y prejuicio (A.O.P) y Después de Orgullo y prejuicio (D.O.P).

He vuelto a ver Orgullo y prejuicio por su vigésimo aniversario -Tengo recaídas. Es una práctica que hago de vez en cuando. No hace falta que sea un cumpleaños.- y estoy segura de dos cosas: nunca dejará de ser una de las películas más bellas de la historia y sigue siendo una obra maestra de las adaptaciones.

 

Continue Reading
Advertisement
[ Lincoln Cars ] Cuadrado (1441 x 1558)| Cabeza de Noticias Laterales de Espectaculo, 1era Plana
Advertisements