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Mundo Motor

Cada cuánto tiempo se debe hacerle servicio al auto

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Resulta que una de las dudas más frecuentes que asaltan a los conductores, tanto a los novatos como a los ya experimentados, gira en torno al mantenimiento del auto.

Específicamente, la pregunta suele ser: ¿cada cuánto tiempo o, más precisamente, cuántos kilómetros o millas hay que llevar el auto al taller para su servicio? 

Parece una pregunta sencilla, pero la respuesta, en realidad, tiene varias respuestas si se puede decir de algún modo, ya que depende de varios factores.

Regla no escrita para el servicio al auto

Tradicionalmente se ha manejado una especie de regla general, esa que pasa de boca en boca o que incluso algunos talleres promueven casi como un mantra. Se habla frecuentemente de llevar el auto a servicio cada 5,000, 10,000 o hasta 15,000 kilómetros. 

Estos números no salen de la nada, por supuesto. Tienen una base lógica, vinculada principalmente a la vida útil del aceite del motor y al desgaste esperado de ciertos componentes básicos bajo condiciones de uso promedio.

Por ejemplo, un servicio “menor”, quizás cada 5,000 o 7,500 kilómetros, podría incluir el cambio de aceite y filtro, una revisión de niveles de fluidos (refrigerante, frenos, dirección) y una inspección visual rápida de llantas y luces. 

Luego, al alcanzar kilometrajes mayores, como 10,000, 20,000 o 30,000 kilómetros, los servicios suelen ser más completos, incorporando la rotación de llantas, cambio de filtro de aire, filtro de cabina, revisión de frenos más a fondo, y posiblemente hasta el cambio de bujías, dependiendo del intervalo.

¿Cómo reparar una llanta pinchada sin tener que pasar por el taller?

¿Es el kilometraje el único factor decisivo?

Ahora bien, apoyarse únicamente en el odómetro para decidir cuándo visitar al mecánico podría no ser la estrategia más acertada para la salud a largo plazo del vehículo. Piénsalo así: el kilometraje es solo una parte de la ecuación. Hay otros factores igualmente importantes, y a veces hasta más cruciales, que entran en juego.

El tiempo también cuenta: ¿Qué pasa si una persona usa muy poco su coche? Tal vez solo recorre 3,000 kilómetros al año. Según la regla del kilometraje, podría pasar varios años sin un servicio. Esto es un error. Los fluidos del coche, como el aceite del motor o el líquido de frenos, se degradan con el tiempo, incluso si el vehículo no se mueve. La humedad ambiental puede contaminarlos, perdiendo sus propiedades protectoras y lubricantes. Por eso, la mayoría de los fabricantes también establecen un intervalo de tiempo (usualmente cada seis o 12 meses), lo que ocurra primero.

Las condiciones de manejo importan, y mucho: No es lo mismo conducir principalmente en carretera, a velocidades constantes y con pocas paradas, que moverse todo el tiempo en el tráfico denso de la ciudad, con arranques y frenadas continuas. El manejo urbano es considerablemente más exigente para el motor, la transmisión y los frenos. Igualmente, conducir habitualmente en caminos polvorientos, con temperaturas extremas (mucho calor o mucho frío) o arrastrando remolques, son factores que aceleran el desgaste y justifican intervalos de servicio más cortos.

La edad y el tipo de vehículo: Un auto con sus buenos años encima, lógicamente, podría requerir chequeos más frecuentes que uno recién salido de la agencia. Los componentes envejecen, las gomas se resecan, y las pequeñas fugas pueden empezar a aparecer. Asimismo, vehículos con características especiales, como motores turboalimentados, diésel o de alto rendimiento, a menudo tienen pautas de mantenimiento específicas que difieren del auto «promedio».

El manual del propietario

Entonces, ¿cuál es la guía más fiable? Sin lugar a dudas, es el manual del propietario que viene con el vehículo. Este documento, que muchas veces termina olvidado en la guantera, es oro puro. Los ingenieros que diseñaron y construyeron ese auto específico detallaron ahí el programa de mantenimiento recomendado, considerando el motor, la transmisión y todos los sistemas particulares de ese modelo.

El manual especificará los intervalos de servicio tanto por kilometraje como por tiempo, y frecuentemente incluirá dos programas: uno para condiciones de manejo «normales» y otro para condiciones «severas» (que, curiosamente, aplican para la mayoría de los conductores urbanos). Por consiguiente, consultar este manual es el paso más inteligente y personalizado que un dueño puede dar.

Glosario de términos de mecánica automotriz inglés-español

¿Qué se revisa exactamente en un servicio? 

Para que quede más claro por qué es importante no saltarse estos mantenimientos, un servicio típico puede incluir, dependiendo del kilometraje y tiempo:

  1. Cambio de aceite y filtro de aceite: Vital para la lubricación y enfriamiento del motor.
  2. Revisión y relleno de fluidos: Refrigerante, líquido de frenos, líquido de dirección asistida, líquido limpiaparabrisas.
  3. Inspección y cambio de filtros: Filtro de aire del motor (para la respiración del motor) y filtro de cabina (para la calidad del aire interior).
  4. Revisión del sistema de frenos: Desgaste de pastillas/balatas y discos/tambores.
  5. Inspección y rotación de llantas: Verificar presión, desgaste y posibles daños.
  6. Chequeo de batería y sistema eléctrico: Bornes, carga, luces.
  7. Inspección de correas y mangueras: Buscar grietas o signos de desgaste.
  8. Revisión de suspensión y dirección: Buscar juegos o desgastes anormales.

 

Resulta que una de las dudas más frecuentes que asaltan a los conductores, tanto a los novatos como a los ya experimentados, gira en torno al mantenimiento del auto.

Específicamente, la pregunta suele ser: ¿cada cuánto tiempo o, más precisamente, cuántos kilómetros o millas hay que llevar el auto al taller para su servicio? 

Parece una pregunta sencilla, pero la respuesta, en realidad, tiene varias respuestas si se puede decir de algún modo, ya que depende de varios factores.

Regla no escrita para el servicio al auto

Tradicionalmente se ha manejado una especie de regla general, esa que pasa de boca en boca o que incluso algunos talleres promueven casi como un mantra. Se habla frecuentemente de llevar el auto a servicio cada 5,000, 10,000 o hasta 15,000 kilómetros. 

Estos números no salen de la nada, por supuesto. Tienen una base lógica, vinculada principalmente a la vida útil del aceite del motor y al desgaste esperado de ciertos componentes básicos bajo condiciones de uso promedio.

Por ejemplo, un servicio “menor”, quizás cada 5,000 o 7,500 kilómetros, podría incluir el cambio de aceite y filtro, una revisión de niveles de fluidos (refrigerante, frenos, dirección) y una inspección visual rápida de llantas y luces. 

Luego, al alcanzar kilometrajes mayores, como 10,000, 20,000 o 30,000 kilómetros, los servicios suelen ser más completos, incorporando la rotación de llantas, cambio de filtro de aire, filtro de cabina, revisión de frenos más a fondo, y posiblemente hasta el cambio de bujías, dependiendo del intervalo.

¿Cómo reparar una llanta pinchada sin tener que pasar por el taller?

¿Es el kilometraje el único factor decisivo?

Ahora bien, apoyarse únicamente en el odómetro para decidir cuándo visitar al mecánico podría no ser la estrategia más acertada para la salud a largo plazo del vehículo. Piénsalo así: el kilometraje es solo una parte de la ecuación. Hay otros factores igualmente importantes, y a veces hasta más cruciales, que entran en juego.

El tiempo también cuenta: ¿Qué pasa si una persona usa muy poco su coche? Tal vez solo recorre 3,000 kilómetros al año. Según la regla del kilometraje, podría pasar varios años sin un servicio. Esto es un error. Los fluidos del coche, como el aceite del motor o el líquido de frenos, se degradan con el tiempo, incluso si el vehículo no se mueve. La humedad ambiental puede contaminarlos, perdiendo sus propiedades protectoras y lubricantes. Por eso, la mayoría de los fabricantes también establecen un intervalo de tiempo (usualmente cada seis o 12 meses), lo que ocurra primero.

Las condiciones de manejo importan, y mucho: No es lo mismo conducir principalmente en carretera, a velocidades constantes y con pocas paradas, que moverse todo el tiempo en el tráfico denso de la ciudad, con arranques y frenadas continuas. El manejo urbano es considerablemente más exigente para el motor, la transmisión y los frenos. Igualmente, conducir habitualmente en caminos polvorientos, con temperaturas extremas (mucho calor o mucho frío) o arrastrando remolques, son factores que aceleran el desgaste y justifican intervalos de servicio más cortos.

La edad y el tipo de vehículo: Un auto con sus buenos años encima, lógicamente, podría requerir chequeos más frecuentes que uno recién salido de la agencia. Los componentes envejecen, las gomas se resecan, y las pequeñas fugas pueden empezar a aparecer. Asimismo, vehículos con características especiales, como motores turboalimentados, diésel o de alto rendimiento, a menudo tienen pautas de mantenimiento específicas que difieren del auto «promedio».

El manual del propietario

Entonces, ¿cuál es la guía más fiable? Sin lugar a dudas, es el manual del propietario que viene con el vehículo. Este documento, que muchas veces termina olvidado en la guantera, es oro puro. Los ingenieros que diseñaron y construyeron ese auto específico detallaron ahí el programa de mantenimiento recomendado, considerando el motor, la transmisión y todos los sistemas particulares de ese modelo.

El manual especificará los intervalos de servicio tanto por kilometraje como por tiempo, y frecuentemente incluirá dos programas: uno para condiciones de manejo «normales» y otro para condiciones «severas» (que, curiosamente, aplican para la mayoría de los conductores urbanos). Por consiguiente, consultar este manual es el paso más inteligente y personalizado que un dueño puede dar.

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¿Qué se revisa exactamente en un servicio? 

Para que quede más claro por qué es importante no saltarse estos mantenimientos, un servicio típico puede incluir, dependiendo del kilometraje y tiempo:

  1. Cambio de aceite y filtro de aceite: Vital para la lubricación y enfriamiento del motor.
  2. Revisión y relleno de fluidos: Refrigerante, líquido de frenos, líquido de dirección asistida, líquido limpiaparabrisas.
  3. Inspección y cambio de filtros: Filtro de aire del motor (para la respiración del motor) y filtro de cabina (para la calidad del aire interior).
  4. Revisión del sistema de frenos: Desgaste de pastillas/balatas y discos/tambores.
  5. Inspección y rotación de llantas: Verificar presión, desgaste y posibles daños.
  6. Chequeo de batería y sistema eléctrico: Bornes, carga, luces.
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