
Terminó siendo una leyenda del cine western y obteniendo el récord de mayor número de papeles protagonistas en la historia de cine, pero, cuando empezó a trabajar en la industria del cine, John Wayne ni siquiera aspiraba a ser actor. De hecho, entonces ni siquiera se llamaba John Wayne, sino que ese fue el nombre artístico que le animaron a ponerse en el estudio a cargo de la que sería su primera película porque el verdadero, Marion Robert Morrison, no era “lo suficientemente americano para él”.
Así lo contó él mismo en una entrevista con BBC en la recta final de su carrera. Era 1969 y Wayne se encontraba rodando Chisum, que se estrenaría en 1970. En 1976 estrenó su última película, El último pistolero, y en 1979 falleció a la edad de 72 años.
«Mi nombre correcto es Marion Robert Morrison, pero el estudio decidió que no era lo suficientemente americano para un chico que iba a interpretar a Breck Coleman en La gran jornada«, explicaba John Wayne al periodista de la publicación británica en el set de rodaje. Aquella película se estrenó en 1930 y supuso su primer papel protagonista, aunque el actor llevaba ya varios años interpretando pequeños papeles no acreditados.
«Así que los directores del estudio se reunieron y se les ocurrió un nombre: John Wayne», explicaba para rápidamente referirse a su apodo como «El Duque»: «Mucho antes de que me dieran el nombre John Wayne, iba a la escuela en Glendale y tenía un perro llamado Duke. El perro me seguía hasta una estación de bomberos de camino a la escuela por la mañana y me esperaba en la estación por la tarde. Todos los bomberos sabían el nombre del perro, pero no el mío, así que lo llamaban Duke el grande y a mí Duke el pequeño. Eso fue hace unos años».
Tras graduarse en el instituto, Wayne fantaseó con la idea de convertirse en abogado, pero, al poco tiempo de comenzar a dar sus primeros pasos en estudios más avanzados, le ofrecieron un trabajo de verano que le cambió la vida: «Conocí al Sr. John Ford y disfruté trabajando con él, viéndolo moldear una escena y a la gente para la escena. Luego volví a la escuela y miré a estos chicos y pensé: ‘Bueno, su padre es abogado, el tío de este chico es un abogado establecido, y van a esas oficinas y uno de ellos me acogerá. Estaré escribiendo informes en la trastienda durante 10 o 15 años’. Y ya no parecía tan atractivo ni emocionante como en las películas».
Wayne se dio cuenta de que acabaría trabajando duramente para otro con mejor situación económica y social y empezó a dudar de lo que quería hacer:
Así que cuando me ofrecieron el trabajo de actor, lo acepté sin darme cuenta de que terminaría siendo una carrera, pero pensé que podría consolidarme para poder entrar en la producción y finalmente dirigir, que era lo que quería hacer
Sin embargo, aunque lo de convertirse en actor ya sabemos que le salió bien, su carrera como director tuvo que esperar 30 años más. Su primera película como cineasta fue El Alamo, en 1960, y sí, fue un western que protagonizó él mismo.
Wayne pasó más de 15 años trabajando en la que sería su primera película. Fue en 1945 cuando decidió llevar a la pantalla grande la histórica batalla de El Alamo, en el marco de la Revolución de Texas, pero el proyecto tardó en despegar porque la productora a cargo rechazó el presupuesto inicial de 3 millones planteado por Wayne.
Así, no sería hasta los años 50 que el propio actor decidió fundar su propia productora y pagarla él mismo de su bolsillo. Los costes se dispararon y solo pudo hacerla arriesgando su propia economía. Afortunadamente, no le salió mal: El Alamo fue un éxito que recaudó más de 20 millones que entonces eran un dineral, aunque a Wayne apenas le sirvió para no arruinarse.