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El Athletic se obliga a soñar

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Había un elefante africano llamando a la puerta del Athletic desde la recóndita Primera Federación. Así es conocido Maroan Sannadi, un cíclope que no tendrá el talento de Mbappé ni las prestaciones de Haaland, pero que cada día asusta más a los defensas y desatasca partidos. El Rangers era un hueso de cuidado, no había manera de derribar su muro, perros de presa a la carrera. Y el conjunto de Valverde se encomendó a este titán de raíces marroquíes para resolver una eliminatoria que, durante tres períodos, los de Glasgow y el primero de Bilbao, presentaban un candado cerrado bajo seis llaves. Venga a tocar al timbre de semifinales, por tierra mar y aire, y tuvo que ser él, este fichaje invernal procedente del Alavés y cedido en el Barakaldo, el que de nuevo acudiera al rescate. Ya fue decisivo en la ronda anterior ante la Roma, en una acción rapidísima en la que tachó a Hummels, con roja por derribarle cuando acudía con su pisada de paquidermo y velocidad de gacela. En el añadido del período inicial ganó muy bien la posición y Souttar no se percató de que andaba por ahí el Hércules vitoriano, lo derribó en el área. Un penalti que transformó Sancet con la habitual destreza. El pase definitivo quedó sellado con un cabezazo de Nico Williams, que es un mago con los pies, pero también empieza a andar fino por las alturas últimamente. Su hermano, que proclama ganar campeonatos a lo bajini y ya tiene uno, la Copa 2024, no tuvo que participar y no hubo que forzar su tocada musculatura.

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 Los leones pasan a semifinales ante un Rangers muy solidario pero también inocente. Sannadi desatasca el choque, con goles de Sancet y Nico.  

Había un elefante africano llamando a la puerta del Athletic desde la recóndita Primera Federación. Así es conocido Maroan Sannadi, un cíclope que no tendrá el talento de Mbappé ni las prestaciones de Haaland, pero que cada día asusta más a los defensas y desatasca partidos. El Rangers era un hueso de cuidado, no había manera de derribar su muro. Y el Athletic se encomendó a este titán de raíces marroquís para resolver una eliminatoria que, durante tres períodos, los de Glasgow y el primero de Bilbao, presentaban un candado cerrado bajo seis llaves. Venga a tocar al timbre de semifinales, por tierra mar y aire, y tuvo que ser él, este fichaje invernal procedente del Alavés y cedido en el Barakaldo, el que de nuevo acudiera al rescate. Ya fue decisivo en la ronda anterior ante la Roma, en una acción rapidísima en la que tachó a Hummels, con roja por derribarle cuando acudía con su pisada de paquidermo y velocidad de gacela. En el añadido del período inicial ganó muy bien la posición y Souttar no se percató de que andaba por ahí el Hércules vitoriano, lo derribó en el área. Un penalti que transformó Sancet con la habitual destreza. El pase definitivo quedó sellado con un cabezazo de Nico Wiliams, que es un mago con los pies, pero también anda fino por las alturas últimamente.

La cita con el gol estaba garantizada. El Athletic sólo ha dejado de marcar en uno de sus últimos 27 partidos de competición UEFA en casa. Los chicos de oro de nuevo haciendo de las suyas. Diabluras. Las estrellas Sancet y Nico salen a la palestra. Antes de esa noche con un altísimo grado de excitación, Bilbao asistía a dos postales curiosas. Una, las procesiones de Semana Santa, la pasión cristiana, atravesando algunas calles céntricas. Otra, más pagana, la peregrinación de miles y miles de camisetas rojiblancas hacia La Catedral, concebida como templo del fútbol. Fieles hacia las iglesias y hacia San Mamés.

A los leones no les costó nada asentarse en el terreno de juego. Lo bueno es que el árbitro eligió una labor actual, dejando jugar, permitiendo contactos, así que la vuelta de los cuartos cogió un ritmo interesante. Ferguson de nuevo eligió jugar con tres centrales. El suyo es un grupo muy noble, ni una patada, ni guarrerías de ningún tipo, en apariencia presa fácil. Acumulaban muchos jugadores por dentro, ya que los medioscentros acudían con prestancia a las ayudas. Los disparos eran taponados por parte de un grupo muy solidario. De hecho, madrugó Sancet con dos tiros a meta, que, con Kelly batido, le negaron Yilmaz y Tavernier. Los Gers defendían el área con uñas y dientes, iban a muerte en cada remate o balón dividido. Un ejército con atención vivianiana valga la expresión, su concentración se mantenía inalterable, a prueba de bomba. El turco Yilmaz, que se comió la primera ocasión en que le encaró Nico, estaba jugando por la derecha, a pierna cambiada, y sintió un latigazo muscular, que le apartó de la eliminatoria. Ferguson tuvo que mover casi todas sus piezas para reorganizar el entramado defensivo.

Los azules montaban transiciones verticales muy veloces, buscan muy rápido a los tres de arriba. Cerny-Dessers-Hagi. Mientras, Berenguer se metía por dentro para dar toda la banda derecha a De Marcos. Sannadi siempre hacía una primera acción perfecta, pero luego se desordenaba y le perdía la ansiedad, necesitaba una dosis de calidad en la decisión Sancet tuvo otra gran oportunidad, pero se le echó encima el meta y la lanzó arriba. Los leones llamaban al gol, pero nadie les atendía. Hasta que llegó el abrelatas de rigor. Lekue metió un pase profundo a Sannadi, que puso la pierna para proteger la bola, ya dentro del área. Sutter no lo vio venir y le arrolló. Lo demás ya es historia, ve veía venir desde lejos, desde cualquier punto del planeta. Sancet anotó tocada, por abajo, bien ajustada la palo, engañando a un Kelly. Paró una pena máxima en la ida, pero esta vez ni adivinando el lado del tiro la habría olido.

A los azules la noche se les fue torciendo. Tuvieron que gastar una segunda ventana de cambios por una lesión de Balogan, un problema en el rostro. Y otra vez a rehacer los planes sobre la marcha para Ferguson, que cambió el dibujo, con cuatro atrás y dos puntas. Su equipo se empezó a partir, dejaban muchos más espacios. Pero también asomaban sus garras, como en un balón de Raskin al palo. No empleaban a los medioscentros, tiraban del juego directo, buscando las caídas y las faltas. Ante eso, hay que tener pausa. Se veía que en cuanto los rojiblancos acertasen en el último pase, la vuelta quedaría lista para sentencia. Y llegó con el origen en un jugador que no acapara portadas, pero que es un obrero impagable. Cortó una pelota Lekue y en lugar de rifarla, la paró y empezó a jugar con tacto. Puso calidad en el control, accionó la maquinaria con Jauregizar, que la cambió de banda, y desde la derecha, Berenguer y De Marcos accionaron la guillotina de los protestantes. El veterano lateral, que igualó el tope de partidos internaciones del Athletic en poder de Susaeta con 75 compromisos, centró al área y Nico se adelantó a Tavernier para poner el definitivo 2-0. Bilbao se obliga a soñar. Un paso más hacia la tercera final europea. Dicen que no hay dos sin tres… ¡El que no sueñe no es de Bilbao!

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Cambios

Connor Barron (22′, Ridvan Yilmaz), Clinton Nsiala (45′, Ianis Hagi), Hamza Igamane (49′, Leon Balogun), Beñat Prados (73′, Íñigo Ruíz de Galarreta), Gorka Guruzeta (73′, Maroan Sannadi), Unai Gómez (81′, Oihan Sancet), Danilo (83′, Mohamed Diomande), Nedim Bajrami (83′, Václav Cerny), Mikel Vesga (86′, Alex Berenguer), Álvaro Djaló (86′, Nico Williams)

Goles

1-0, 48′: O. Sancet, 2-0, 79′: Nico Williams

Tarjetas

Arbitro: Irfan Peljto
Arbitro VAR: Pol van Boekel, Clay Ruperti
Dessers (18′,Amarilla), Balogun (31′,Amarilla), O. Sancet (50′,Amarilla), Tavernier (76′,Amarilla)

 

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