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Y el Arsenal no se asustó

Al final, una remontada no es otra cosa que una gloriosa disculpa a un desastre colosal. Pues bien, el Madrid no se ganó esta vez el perdón del pecado original ante una hinchada que hizo su parte, que se esmeró en la coreografía, pero al equipo no le dio para reponerse del repaso en Londres. Se abre ahora un tiempo de reflexión que tendrá consecuencias, porque no hay día más triste en el curso para el madridismo, que es su desahucio de la Champions.
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El Madrid no estuvo nunca cerca de la remontada y entregó su corona. Tuvo coraje, pero le faltó claridad. La armó el VAR, que ‘anuló’ un penalti a Mbappé con 0-0.
Al final, una remontada no es otra cosa que una gloriosa disculpa a un desastre colosal. Pues bien, el Madrid no se ganó esta vez el perdón del pecado original ante una hinchada que hizo su parte, que se esmeró en la coreografía, pero al equipo no le dio para reponerse del repaso en Londres. Se abre ahora un tiempo de reflexión que tendrá consecuencias, porque no hay día más triste en el curso para el madridismo, que es su desahucio de la Champions.
El año I de Mbappé en el Madrid acaba en inesperada decepción para un equipo que entró campeón en septiembre y se va cabizbajo en cuartos en abril tras varias salidas de pista y para un jugador que esperaba que el cambio de club cambiara también su suerte. Puso poco de su parte. El Arsenal nunca estuvo en peligro, administró el tiempo y desesperó a un Madrid sin remate. Esta vez no faltaron kilómetros (aunque hizo ocho menos que el Arsenal) sino claridad, la tercera C, la de cabeza. Y también una mayor incidencia de las figuras. El mejor ataque del mundo anduvo en paradero desconocido.

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No es Ancelotti hombre de volantazos y tampoco lo aconsejaba la ocasión. Siempre es mejor confiar en los automatismos que en las revoluciones improvisadas. Así que repitieron nueve de los once del desastre de Londres y Valverde volvió al centro del campo para equilibrar ahí la presunta superioridad del Arsenal en ese territorio. Incluso repitió con Alaba frente a Saka apelando a su experiencia y a su pie izquierdo a partes iguales. Al otro lado, Arteta no tocó nada. Tampoco tenía más plantilla ni razones para hacerlo.
El Madrid cumplió de salida con los tres principios básicos de la remontada, según el antiguo testamento: ganar la primera disputa (lo consiguió Valverde), pegar la primera patada (fue de Alaba y le costó una tarjeta) y hacer el primer disparo (de Mbappé, en gol anulado por fuera de juego). También salir vivo de la primera contra. Dos culminó Saka, uno de esos extremos que disparan por la espalda. La primera se fue fuera, la segunda se la sacó Courtois, que un superportero también es imprescindible en noches tan extremas.
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Los penaltis
Todo pareció estropearse porque en un córner Asensio agarró más ostensiblemente de lo necesario a Merino. El balón no iba al pamplonés y el árbitro no lo vio, pero el VAR europeo anda más vivo que el español en estos lances residuales que suceden en la trastienda de la jugada principal y Letexier pitó un penalti tiquismiquis. Saka lo tiró suave y se lo sacó Courtois en movimiento reflejo a mano cambiada. El tiro de gracia pudo ser un tiro en el pie del Arsenal. La guarnición, incluido el público, ayudaba al milagro, pero faltaba el plato principal, una mayor acometida del Madrid en el área inglesa, porque Vinicius no acababa de desbordar a Timber, Mbappé no ganaba disputas, Rodrygo apenas participaba y Bellingham no llegaba a la segunda jugada.
Y entonces se avecinó el lance del gran lío. Rice agarró a Mbappé cuando acudía a rematar y Letexier señaló penalti. Un agarrón leve, interpretable, pero que no necesitaba intervención del VAR. El árbitro ya había juzgado la intensidad. La sala se entrometió, tardó más de cinco minutos en mandar al atribulado francés al monitor para una revisión fuera de protocolo no se sabe si por el agarrón o por una interferencia fantasma de Rodrygo y este decidió anular la pena. Todo fue inexplicable, un despropósito. El fútbol pasado por el microscopio no es fútbol. La afición presintió un doble rasero. A ese desconcierto acabó sumándose el Madrid. Ensimismarse en el arbitraje era desviar el tiro y sucedió.

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A partir de ahí y durante algunos minutos el Arsenal se sintió más cómodo y tuvo más tiempo la pelota. Incluso se permitió alguna llegada hasta que el Madrid retomó la iniciativa, esta vez de verdad, pero los ingleses se amurallaron excelentemente hasta el punto de que no hubo un solo disparo a puerta de los blancos antes del descanso. Demasiadas faltas, demasiadas interrupciones, demasiadas distracciones, demasiada presencia arbitral. Lo contrario a lo que se precisa en una remontada, que no es otra cosa que darle continuidad a la emoción.
Del chispazo al desánimo
La segunda parte era ya una llamada a jugar a la tremenda, sin precauciones, a todo o nada, pero al cuarteto fantástico del Madrid le faltaban los dos ingredientes que tan bien italianiza Ancelotti: ‘eneryía’ y ‘mayia’. El tiempo volaba y procuraba malgastarlo el Arsenal, en un claro intento de desconectar al Madrid de su público. Y lo conseguía, porque iba alargando sus posesiones, tratamiento de crioterapia, y porque las salidas del Madrid se perdían en la imprecisión del último pase. Esa veteranía ‘gunner’ no se la vio venir el equipo de Ancelotti.
A media hora del final cambió la ruta el italiano: Valverde a la banda derecha, Ceballos en la alta dirección y Endrick para meterle el fuego que lleva meses faltándole a Rodrygo, que empieza a confundir la finura con la frialdad.

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Y antes del ajuste con las nuevas piezas pareció bajar el telón Saka, al colarse por la puerta trasera de Asencio tras fantástico pase de Merino y picarle la pelota a Courtois para el 0-1. Y de repente, lo de tantas veces en el Bernabéu. Vinicius le hizo a Saliba lo de Benzema a Donnarumma en el 2022. Con esa picardía empató el Madrid y volvió a hervir el Bernabéu. Faltaban 23 minutos.
Fue el último calambrazo blanco. No tiene fútbol para más. El Arsenal no se asustó, paró el juego, hizo y forzó faltas (33), atacó al sistema nervioso del rival, que ya había perdido a Mbappé, lesionado, y desembocó tranquilo en semifinales, con un gol de Martinelli ya en minutos de la basura, también a pase del fantástico Merino. El partido de Londres fue la ley de la gravedad que arrastró al Madrid a la eliminación y a la entrega de la corona. Ni Arteta ni los suyos se tragaron lo del miedo escénico.
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1
Courtois
-
35
Raúl Asencio
(73′)
-
4
Alaba
(60′)
–
-
22
Rüdiger
-
17
Lucas Vázquez
(60′)
-
14
Aurelien Tchouameni
-
8
Federico Valverde
-
5
Jude Bellingham
-
11
Rodrygo
(60′)
–
-
9
Kylian Mbappe
(74′)
–
-
7
Vinicius Junior
- Banquillo
-
15
Arda Guler
-
10
Modric
(73′)
-
16
Endrick
(60′)
-
26
Fran González
-
34
Sergio Mestre
-
18
Jesús Vallejo
-
19
Dani Ceballos
(60′)
-
21
Brahim Diaz
(74′)
-
20
Fran Garcia
(60′)
-
22
David Raya
-
15
Jakub Kiwior
-
12
Jurrien Maduro
(94′)
-
2
William Saliba
-
49
Myles Lewis-Skelly
-
5
Thomas
-
8
Odegaard
-
41
Declan Rice
(94′)
-
7
Bukayo Saka
(76′)
-
11
Martinelli
(94′)
-
23
Merino
- Banquillo
-
37
Nathan Butler-Oyedeji
-
32
Neto
-
30
Sterling
-
19
Trossard
(76′)
SC
-
53
Ethan Nwaneri
-
45
Jack Francis
-
44
Jimi Gower
-
36
Tommy Setford
-
3
Tierney
(94′)
SC
-
63
Michal Rosiak
-
4
Ben White
(94′)
SC
-
17
Zinchenko
(94′)
SC
Cambios
Dani Ceballos (60′, Rodrygo), Fran García (60′, David Alaba), Endrick (60′, Lucas Vázquez), Luka Modric (73′, Raúl Asencio), Brahim Díaz (74′, Kylian Mbappé), Leandro Trossard (76′, Bukayo Saka), Ben White (94′, Jurriën Timber), Kieran Tierney (94′, Gabriel Martinelli), Oleksandr Zinchenko (94′, Declan Rice)
Goles
0-1, 64′: Bukayo Saka, 1-1, 66′: Vinicius Junior, 1-2, 92′: Martinelli
Tarjetas
Arbitro: François Letexier
Arbitro VAR: Jerome Brisard, Bastien Dechepy
Alaba (3′,Amarilla), Raúl Asencio (10′,Amarilla), David Raya (35′,Amarilla), Rüdiger (84′,Amarilla), Thomas (84′,Amarilla)