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Baloncesto

Los Wolves: un rival peligroso que busca vengarse de Doncic

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A los aficionados de los Timberwolves todavía les escuece el triple que Luka Doncic anoto sobre Rudy Gobert en el segundo partido de las pasadas finales del Oeste. Una canasta histórica, que forma parte de su carrera y que apareció en el videomarcador en el retorno del esloveno a Dallas, donde será un héroe eterno por los siglos de los siglos. Muchas cosas han cambiado desde entonces: los Mavericks, que alcanzaron y perdieron las pasadas Finales, traspasaron de forma incomprensible a su estrella rumbo a los Lakers el 1 de febrero, en una pésima gestión deportiva llevada a cabo por Nico Harrison, Patrick Dumont y la familia Adelson. Y ahora, el base se vuelve a enfrentar a ese rival al que maniató el año pasado, pero en primera ronda. Una muy peligrosa para los angelinos, que han superado las 50 victorias y alcanzado el primer puesto de la Conferencia Oeste, permitiéndose el lujo de dar descanso a sus piezas principales en la última jornada antes de iniciar eso que siempre gusta tras el tedio (es así) de la parte final de la fase regular: los playoffs. La eliminatorias por el título. El lugar en el que se forjan las leyendas y donde hay que mantener la cabeza fría y la muñeca caliente.

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​Llegan los playoffs para los Lakers, que cuajan una gran temporada regular antes de afrontar una serie que se presupone extenuante. Doncic se frota las manos contra unos Wolves a los que apalizó hace un año.  

A los aficionados de los Timberwolves todavía les escuece el triple que Luka Doncic anoto sobre Rudy Gobert en el segundo partido de las pasadas finales del Oeste. Una canasta histórica, que forma parte de su carrera y que apareció en el videomarcador en el retorno del esloveno a Dallas, donde será un héroe eterno por los siglos de los siglos. Muchas cosas han cambiado desde entonces: los Mavericks, que alcanzaron y perdieron las pasadas Finales, traspasaron de forma incomprensible a su estrella rumbo a los Lakers el 1 de febrero, en una pésima gestión deportiva llevada a cabo por Nico Harrison, Patrick Dumont y la familia Adelson. Y ahora, el base se vuelve a enfrentar a ese rival al que maniató el año pasado, pero en primera ronda. Una muy peligrosa para los angelinos, que han superado las 50 victorias y alcanzado el primer puesto de la Conferencia Oeste, permitiéndose el lujo de dar descanso a sus piezas principales en la última jornada antes de iniciar eso que siempre gusta tras el tedio (es así) de la parte final de la fase regular: los playoffs. La eliminatorias por el título. El lugar en el que se forjan las leyendas y donde hay que mantener la cabeza fría y la muñeca caliente.

Los Lakers jugaron el primer partido de la pretemporada contra los Wolves, el primer partido de la regular season ante los Wolves y juegan ahora el primer partido de playoffs ante los Wolves en esas ironías del destino tan particulares que con tanta frecuencia se dan en la NBA. Y lo hacen como tercer cabeza de serie, su mejor resultado si obviamos la temporada 2020 (acabaron primeros antes de la pandemia del coronavirus) desde los buenos tiempos de Kobe Bryant. Algo que no deja de ser curioso en unos Lakers que no están en el mejor momento de su historia, pero que incluso así se las han ingeniado para conquistar un nuevo anillo (el de la burbuja de Orlando), llegar a las finales del Oeste en 2023 y mantenerse competitivos a pesar de las dificultades. Hasta que han vuelto a emerger, estando siempre a la altura de la historia. Ahí, Rob Pelinka, que parecía casado con el inmovilismo, consiguió hacerse con Doncic como quien no quiere la cosa, agradeciendo rápidamente los servicios prestados a Anthony Davis y permitiendo a la franquicia tener una nueva dimensión a nivel competitivo, así como volver a lo más alto, a lo que han sido siempre: a copar portadas, a que todo el mundo hable de ellos. Como si hubieran dejado de hacerlo.

Ahora, los angelinos afrontan unos playoffs con la etiqueta de candidatos, que no de favoritos. Nadie sabe cuál es el techo de un equipo que junta a un talento generacional como el esloveno con LeBron James, que a sus 40 años y en su 22ª temporada en la mejor Liga del mundo sigue manteniendo un nivel impropio de una persona de su edad. No hay vejez ni senectud para el Rey, encantado con su nueva adquisición, sabiendo que cada oportunidad puede ser la última pero que ya tiene algo más que lo que tenía hace un año: una oportunidad. El único síntoma de la edad se le ha notado en el hecho de haber bajado de 25 puntos de promedio por primera vez en 20 años. Sus promedios: 24,4, con 7,8 rebotes y 8,2 asistencias, por encima del 51% en tiros de campo y del 37% en triples y superando los 25 tantos de media desde que cumplió los 40, el pasado 30 de diciembre. La estrella, además, ha superado los 40 puntos en dos ocasiones, los 30 en 15, ha logrado 32 dobles-dobles y 10 triples-dobles. Lo único que puede pasar es que sus problemas en la ingle vuelvan a aparecer. en el penúltimo partido de la regular season ante los Rockets hubo un amago, pero JJ Redick dijo que estaba bien. Veremos. Su eterna figura se ha enfrentado ya al 80% de los equipos de la NBA en playoffs, una muestra más de una longevidad convertida en grandeza.

El entrenador precisamente es uno de los que se ha consolidado este año, haciendo bueno el nepotismo de LeBron, prometiendo 50 victorias antes de la temporada, con una gestión perfecta de los egos y de las rotaciones, involucrando a muchos y sacando lo mejor de según quién (Dalton Knecht, Gabe Vincent…) en momentos concretos del año. Los angelinos, antes de la intrascendente última jornada, ganaron cuatro de cinco partidos, incluida una victoria increíble ante los Thunder en Oklahoma que dio buena muestra de lo que podían llegar a ser. Algo que deberán confirmar en las eliminatorias por el título, cuando el trato de los descansos será fundamental y las series cortas benefician tanto a LeBron como a Doncic, que ya el curso pasado llegó fundido a las Finales. Antes de eso lideró la eliminación de los Wolves, su rival ahora. Y no sólo con el triple sobre Gobert, ya que promedió 32,4 puntos, 9,6 rebotes, 8,2 asistencias y 2,2 robos en la serie. Casi nada para el esloveno, que se ha ido por encima de los 28 tantos de media esta regular season, un dato más que solvente para dejar todavía peor a Nico Harrison y las filtraciones de que no trabaja, fuma cachimba y bebe cerveza. Como si así se pudiera justificar un error para los anales y que perseguirá a los Mavericks para siempre. Ahora, a recoger las migajas.

Un rival de altura

Los Timberwolves no son un equipo de paso ni un rival al que se pueda menospreciar. Han finalizado la fase regular con ocho victorias en los últimos nueve partidos y se beneficiaron de la titánica victoria de los Clippers ante los Warriors en la prórroga para evitar el play in y descansar unos días más. El año pasado, alcanzaron las finales del Oeste por primera vez en 20 años, desde 2004, cuando Kevin Garnett lideró una revolución inacabada. Por el camino, barrieron a los Suns y emergieron en una taquicárdica serie frente a los que entonces eran los vigentes campeones, unos Nuggets que no pudieron ganar el séptimo partido en su casa y que afrontan ahora su propia destrucción. Pero bajaron el pistón ante los Mavericks y fueron incapaces de hacer nada contra Luka Doncic, con muchos problemas de emparejamientos con el esloveno y Kyrie Irving (soberbio en esas series), sin saber qué hacer con Rudy Gobert (nadie lo sabe) y sin el talento suficiente como para competir con una estrella generacional con la que ahora se citan en una primera ronda que dará mucho que hablar. Ahí es donde todo se sabrá: de momento, el primer partido se juega en la noche del lunes al sábado (02:30, hora española) en el Crypto Arena. Y ahí empezaremos a ver si son realmente un rival de altura… o no.

La ventaja de campo puede ser esencial, ya que Lakers y Wolves han quedado 2-2 en los duelos directos de esta temporada, ganando cada cual en su feudo. Los angelinos tienen ventaja de campo en primera ronda (ya veremos si también en la segunda) por primera vez desde 2012, cuando jugaron y ganaron a los Nuggets en una serie que forma parte de un pasado que parece más lejano de lo que en realidad es. En 2020, la pandemia obligó a jugar en terreno neutral, por lo que los angelinos no gozaron de un privilegio que se habían ganado por obligación. En tanto en 2023 como en 2024 quedaron séptimos, play in mediante, y no pudieron disputar el encuentro inaugural en casa. Ya veremos cómo gestionan esto: los Wolves ganaron el año pasado sin ventaja de campo a los Nuggets, pero perdieron teniéndola frente a los Mavericks. El teórico beneficio que tienen los Lakers le importa poco a LeBron, que ha disputado una cantidad ingente de eliminatorias sin ventaja de campo y sabe que esto se gana en el campo. Doncic, que en una carrera más corta ha vivido también esto, superó a Thunder y a Minnesota el curso pasado con esta variable en contra. Hasta entonces, lo que sabemos es que los dos primeros partidos se disputarán en Los Ángeles y los dos siguientes en el Target Center. El resto, ya lo veremos, aunque cuesta mucho pensar que la serie vaya a durar sólo cuatro partidos. ni para unos ni para otros.

La temporada de los Wolves ha sido, sobre todo, tumultuosa, pero ha finalizado muy bien. Se vieron obligados por temas contractuales a traspasar a Karl-Anthony Towns, que puso rumbo a los Knicks a cambio del denostado Julius Randle. Empezaron realmente mal, con alguna que otra rajada incluida del indómito Anthony Edwards. Pero han conseguido engrasarlo todo y la estrella ha finalizado con promedios de 27,3 puntos (la mejor marca de su carrera), 5,6 rebotes y 4,5 asistencias, convirtiéndose además en el primer jugador que no es ni de Warriors ni de Rockets en liderar la competición norteamericana en triples anotados desde Ryan Anderson para los Magic en la 2011-12 (se dice pronto). Mike Conley aportará sapiencia, pero camino de los 38 años sufrirá en los emparejamientos con Doncic y Austin Reaves. Y todo dependerá de esa teórica superioridad interior que los Wolves supuestamente tienen con Gobert y Randle. Uno es un gran talento defensivo que pincha en playoffs, donde hay veces que Chris Finch no sabe si ponerle o quitarle. Y el otro un gran talento ofensivo que defiende, por aptitudes y actitudes, realmente mal. Y un posible agujero que ya veremos si los angelinos aprovechan para jugar por encima del aro, algo muy del gusto de Doncic y que pueden hacer con LeBron, Jaxson Hayes o Jarred Vanderbilt. El papel en ambos lados de la pista de Dorian Finney-Smith será también esencial. Pero todo se jugará por lo que aporten las estrellas. Suele ser así.

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Phil Jackson, en su infinita sabiduría, dijo una vez que “los playoffs los decide el talento y la suerte”. De lo primero y de lo segundo tienen y han tenido históricamente más los Lakers que cualquier otra franquicia. Pero las palabras no valen cuando llega el momento que todo el mundo espera. Ahí, en el lugar en el que se forjan las leyendas se citan los Lakers, que de leyendas saben mucho, para librar una nueva batalla. LeBron James y Luka Doncic pondrán a prueba el eterno sueño del anillo frente a los imberbes Timberwolves de Anthony Edwards, que no tienen nada que perder y sí mucho que ganar. Se juegan que su proyecto no tenga sensación de caduco, de imposible. Y los angelinos mucho más, ya que la primera ronda permitirá discernir si verdaderamente son candidatos al título o son sólo ínfulas de lo que puede ser y no es. Llegan los playoffs de la NBA, el lugar en el que los Lakers, con esa parafernalia perteneciente a la farándula, han forjado su leyenda coleccionando estrellas en pista a base de acumularlas en las gradas. LeBron y Doncic frente al desafío de los Wolves de Anthony Edwards. El equipo más glamuroso del mundo pone a prueba su enésima plantilla histórica. Ante un rival peligroso que busca vengarse de la estrella eslovena. El inicio de algo que ya veremos cómo acaba. El talento lo tienen. La suerte, ya lo veremos. Por el resto, toca hacer lo único a lo que está obligado el resto del mundo, pendiente de cada movimiento: disfrutar.

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