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La Semana Santa en la República Dominicana

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 La Semana Santa ha sido durante generaciones una de las festividades religiosas más arraigadas en la cultura dominicana, un tiempo de reflexión y recogimiento espiritual.

Sin embargo, en los últimos años, la sociedad ha vivido esta celebración católica de una manera muy diferente a la de tiempos pasados cuando era dedicada principalmente a la oración y la meditación en familia y comunidad.

Lo que antes se vivía como un período de recogimiento religioso, hoy ha pasado a ser una oportunidad para descansar, disfrutar y escapar de la rutina diaria.

“La Semana Santa se vivía en un tiempo diferente. Ni siquiera se iba a la playa esos días, porque se creía que podrían ocurrir catástrofes si se iba en contra de lo que decían las Sagradas Escrituras”, relata Eduardo Luna Vilorio, de 45 años, quien creció en una familia católica.

Luna Vilorio recuerda con nostalgia cómo, en su época, “no se realizaba ninguna actividad, absolutamente ninguna”. “Ni se cortaba leña, ni se hablaba”.

En ese entonces, las personas sentían un respeto profundo por la Semana Santa. “Se despertaban temprano, se iban al río en silencio, se lavaban las caras y las manos, pues se creía que esa agua era bendita en ese día”, añade.

Paola Mireya Vanderhorst Ventura, de 60 años, también rememora la Semana Santa de su juventud: “Se mantenía un respeto profundo por lo que representa este período.

No se escuchaba música, íbamos a la iglesia, participábamos en procesiones y viacrucis. No había playas ni bebidas alcohólicas. Todo se centraba en la espiritualidad”.

Entre la fe y la diversión

El informe del Latinobarómetro 2024 revela la disminución de la afiliación a la Iglesia católica en la República Dominicana. En el 2010, el 65 % de la población dominicana se identificaba como católica. Al 2024, esa cifra había descendido al 43 %.

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Feligreses conmemoraron la entrada triunfal de Jesús con procesiones y palmas. (ARCHIVO/DIARIO LIBRE)

En contraste, el número de personas que se identifican como evangélicas ha crecido, pasando del 18 al 28 % en el mismo período.

Hoy en día, muchos jóvenes ven la Semana Santa de una manera bastante diferente a como lo hacían sus padres o abuelos. Para ellos, estos días son la excusa perfecta para relajarse, viajar a la playa o simplemente disfrutar de la festividad, pero sin mucho vínculo con el aspecto espiritual.

Para Ángela Recio, de 28 años, la Semana Santa es un “feriado largo”. “Vamos a la playa a disfrutar con mi familia y amigos del campo, sin pensar demasiado en el significado religioso”, cuenta.

Dircia Medina, quien acaba de cumplir 30 años, dice que esta fecha es de sus favoritas, pero sobre todo para irse de viaje. “Siempre espero esta época para planificar un viaje con amigos o familiares, pero no voy a la iglesia, ni en esos días ni en otro momento”, señala.

Sin embargo, no todos los jóvenes piensan igual cuando se trata de espiritualidad. Es el caso de Rogers Novas, de 28 años, quien asiste a la Parroquia San Mauricio Mártir, en Jardines del Norte, Distrito Nacional.

“En esos días, mi fe se fortalece aún más. Aunque asisto regularmente a mi iglesia, en esta época no me pierdo ninguna de las actividades”, expresa con convicción.

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Jóvenes comparten en la playa de Najayo en la Semana Santa del 2024. (DIARIO LIBRE / MATÍAS BONCOSKY)

De lo sagrado a lo secular

El sociólogo Carlos Andújar vincula el cambio de cómo viven los dominicanos este período al paso de una sociedad cerrada y reprimida durante la dictadura de Rafael L. Trujillo a una era de mayor apertura tras su muerte.

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El sociólogo Carlos Andújar. (FUENTE EXTERNA)

Según Andújar, este fenómeno de “destape dominicano” permitió que la sociedad se liberara de las estrictas restricciones impuestas por el régimen. “Esto, a su vez, afectó diversas tradiciones, incluida la celebración de la Semana Santa; yo recuerdo que era muy estricta”, explica el sociólogo.

Indica que durante las décadas de los 70 y 80 comenzó a cambiar esa visión tan rígida que había de la celebración de Semana Santa y comenzó a abrirse. “Ahora mismo es más secular que sagrada».

«Estamos pendientes de ella por lo que significa, como vacaciones, descanso y turismo, que por lo que podría ser dedicar tiempo al espíritu”.

Asegura que la globalización ha influido en este cambio, absorbiendo y suavizando las tradiciones más estrictas, lo cual ha transformado la Semana Santa en un evento comercial, más que espiritual.

“La celebración ya no es solo un acto de espiritualidad, sino una oportunidad para el disfrute colectivo, reflejando cómo la sociedad ha evolucionado en sus valores y percepciones”, concluye.

¿Cómo lo ven desde la Iglesia católica?

El padre Robert Valentín Alcántara Belén, arcipreste de la zona pastoral de Villa Mella, señala que la Iglesia no necesita adaptarse a las nuevas tendencias de la sociedad, ya que su misión sigue siendo la misma.

“Lo único que la Iglesia puede modificar es abrir más sus puertas. Es hacer puertas más anchas. Para que puedan entrar más. Fuera de ahí, que siga viviendo lo que tiene que vivir”, opina.

Sin embargo, el religioso reconoce que ha emergido una generación mucho menos tradicional y “mucho menos temerosa de Dios”. “Con una mente mucho más abierta, lo que hace que lo llamado por nosotros Semana Santa, ellos lo vean simplemente como los días de asueto, días libres, días de vacaciones”.

El médico y teólogo Omar Arbaje, considera que es momento de reflexionar sobre este fenómeno. “Habría que revisar qué está ocurriendo. ¿Por qué las personas han dejado de interesarse por la Iglesia católica?”, plantea.

Uno de los principales obstáculos que enfrenta la Iglesia en el país, según Arbaje, es el envejecimiento de su liderazgo. “Tenemos generaciones de obispos y sacerdotes muy mayores. A veces falta presencia activa, salir más allá del templo. Invitar a la gente a entrar es importante, sí, pero también debemos mostrar lo que hay dentro a quienes no vienen”, señala.

Destaca que en los últimos años se ha notado un cambio esperanzador: la ordenación de nuevos sacerdotes jóvenes, más activos y conectados con la gente.

“Muchos dominicanos viven la Semana Santa como un simple tiempo vacacional. Y los que sí creemos en su significado no hacemos el suficiente énfasis en recordarle a la gente que es un tiempo sagrado”, resalta.

 

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