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Baloncesto

El Bilbao Basket hace la mitad de la faena

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La mitad de la faena está hecha. Podía ser mayor el botín, pero también más exiguo. Una obviedad. Siempre se quiere ir con las alforjas llenas de puntos, sobre todo cuando te espera el infierno de Salónica, la sede del PAOK. El Bilbao Basket se lleva un +7 a la vuelta de la final de la FIBA Europe Cup. Siete puntos más cerca de la gloria, que aguarda a la vuelta de la esquina. El año pasado en la semifinal contra el Chemnitz fue un -25, eso da para ver la botella medio llena. La entrega de Miribilla fue tan apasionante como todos esperaban, con un Bilbao Basket próximo a esa decena, barrera que dicen sicológica en baloncesto, que pedía su director deporto, Rafa Pueyo. No es mucho ni poco, ojalá sea suficiente para el sueño de toda una ciudad para hacerse grande en el Viejo Continente. Por lo menos alimenta ese anhelo. Había que ganar y, por ese lado, misión cumplida. Se pasó por muchos estados; con +12, euforia absoluta; con -4, pesimismo en las filas; y con el +7 definitivo, beneplácito. Un tesoro que hay que salvaguardar, proteger con la vida si es preciso. Una renta apreciable, pero ni mucho menos definitiva. Ahora ya se conocen ambos conjuntos, las cartas están sobre la mesa, aunque es evidente que no se les vio en plenitud, es como si se guardaran armas para la vuelta. De 47 solo quedan 2 en el larguísimo torneo, la semana próxima sobrevivirá uno, el campeón, la Orejona lanza guiños a la ciudad del Guggenheim. Los griegos demostraron que saben rehacerse, no son fáciles de hincar el diente, aunque desde fuera no parecen muy allá: 3/26. Esta entrega inicial fue más defensiva que de violines, de tanteo bajo, aunque no se espera que la vuelta se suelten mucho más. A los de Ponsarnau les costó coger ritmo ofensivo, faltó inspiración en unos cuantos jugadores, hubo muchos partidos en ese partido, y esto promete con tener una continuidad en siete días. Si no estás inspirado, ponte la armadura en su parte del campo. Los tres cincos no estuvieron acertados, porque carecieron o no les dejaron tener profundidad en las continuaciones, y Pantzar brilló con luz propia.

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​El equipo de Ponsarnau se lleva siete puntos de ventaja a la pista infernal del PAOK de Salónica. Sensación de que dejó marchar vivo al rival.  

La mitad de la faena está hecha. Podía ser mayor el botín, pero también más exiguo. Una obviedad. Siempre se quiere ir con las alforjas llenas de puntos, sobre todo cuando te espera el infierno de Salónica, la sede del PAOK. El Bilbao Basket se lleva un +7 a la vuelta de la final de la FIBA Europe Cup. Siete puntos más cerca de la gloria, que aguarda a la vuelta de la esquina. El año pasado en la semifinal contra el Chemnitz fue un -25, eso da para ver la botella medio llena. La entrega de Miribilla fue tan apasionante como todos esperaban, con un Bilbao Basket próximo a esa decena, barrera que dicen sicológica en baloncesto, que pedía su director deporto, Rafa Pueyo. No es mucho ni poco, ojalá sea suficiente para el sueño de toda una ciudad para hacerse grande en el Viejo Continente. Por lo menos alimenta ese anhelo. Había que ganar y, por ese lado, misión cumplida. Se pasó por muchos estados; con +12, euforia absoluta; con -4, pesimismo en las filas; y con el +7 definitivo, beneplácito. Un tesoro que hay que salvaguardar, proteger con la vida si es preciso. Una renta apreciable, pero ni mucho menos definitiva. Ahora ya se conocen ambos conjuntos, las cartas están sobre la mesa, aunque es evidente que no se les vio en plenitud, es como si se guardaran armas para la vuelta. De 47 solo quedan 2 en el larguísimo torneo, la semana próxima sobrevivirá uno, el campeón, la Orejona lanza guiños a la ciudad del Guggenheim. Los griegos demostraron que saben rehacerse, no son fáciles de hincar el diente, aunque desde fuera no parecen muy allá: 3/26. Esta entrega inicial fue más defensiva que de violines, de tanteo bajo, aunque no se espera que la vuelta se suelten mucho más. A los de Ponsarnau les costó coger ritmo ofensivo, faltó inspiración en unos cuantos jugadores, hubo muchos partidos en ese partido, y esto promete con tener una continuidad en siete días. Si no estás inspirado, ponte la armadura en su parte del campo. Los tres cincos no estuvieron acertados y Pantzar brilló con luz propia.

Kullamae fue el descartado. Una final puede ser algo rutinario para Madrid, Barça, Olympiacos, Panathinaikos… esa gente que pulula por la estratosfera del baloncesto. Pero para el Bilbao Basket es un momento que detiene el giro del planeta. Una cita para escalar hacia el cielo de los elegidos. Dos tiene en su haber, una amarga de Eurocup en Charleroi y otra que impuso la lógica ante el Barcelona en el territorio ACB. Si hay un trofeo al que puede aspirar bajo su piel de club humilde, carcomido por la deuda desde hace una década, es este de la FIBA Europe Cup. La ilusión es enorme y ese corazón precisamente podía ser un arma que actuase contra el equipo de Ponsarnau, por el efecto estresante que pudiera tener.

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Pero resulta que el equipo salió enchufadísimo, de forma furibunda, viendo el aro como una piscina. Con un bombardeo de triples incesante, que sorprendió al PAOK. Una manada de lobos con mira telescópica, poseídos por el ambientazo de Miribilla: 6/9 desde el arco en el primer cuarto, con cinco ejecutores y Frey repitiendo, por 1/7 de los helenos. La ventaja se fue a 24-12, todo marchaba rodado, aunque el lado negativo era que sólo se hizo una canasta de dos, en el último minuto de ese acto inicial.

Todos entendían que ese inicio arrollador no era sostenible. El problema empezaba a detectarse: los hombres de negro apenas pisaban la zona, a imagen y semejanza del PAOK, que solía atacar con los cinco abiertos. A Cancellieri le gusta poner zancadillas. Alternaba zonas y el partido se volvió un poco loco. Pero los locales sobrevivieron a través del rebote tras tiros fallados de dos o de tres, lo que les daba segunda opciones. No acababa de identificar contra qué disposición atacaba y se fue atascando, no tenía un juego equilibrado porque el balón no iba dentro-fuera. La cosa empezó a ser un correcalles. Hacía falta un chispazo y parecía protagonizarlo Bagayoko, con un contragolpe y pase imposible hacia atrás para De Ridder. Canasta y adicional, y en el rebote tras fallo desde el tiro libre, metió otro mate el belga. De todos modos, un inquietante 38-31 rotulaba el primer tiempo. Un +7, lo que relució al final.

Los terceros cuartos suelen ser el dolor de muelas del cuadro vasco. Empezaron igual que el capítulo uno, pero sin aquel acierto descomunal. Entre parones, challenge y protestas, el ritmo se fue al garete. El PAOK elevó muchísimo la agresividad en primera línea defensiva y tuvo bandejas de recompensa. Cazalon se hizo daño en un tobillo en el segundo cuarto y quedó desactivado. Los ‘hombres de negro’ habían salvado la primera bola de break, pero sabían que habría más. Tocaba aprender cuando venían mal dadas, como suele decir su entrenador. La mitad de los puntos eran de los bases y hacía falta que se incorporase más gente. Los de Salónica jugaban más ordenados.

Un 0-9 con los manejadores Bartley y Reynolds elevó a los visitantes, que iban recortando con la segunda unidad: 40-40. A falta de 2:30 se pusieron por delante: 44-46. Y luego llegó un 44-48 de la mano de Katsivelis, con 12 minutos para cerrar el choque. Ahí cualquiera de la parroquia local habría firmado una victoria por la mínima. Una vez más, como en esta travesía por la Europe Cup, se pusieron al volante Pantzar y De Ridder, los más raciales, para recuperar el mando, Había que templar ánimos, enfriar la cabeza, pero ¿cómo se hace cuando hay tanto en juego? Y con semejante fuego en el ambiente.

RESUMEN

72 – Surne Bilbao Basket (22+16+14+20): Frey (11), Abdur-Rahkman (7), Zoran Dragic (9), Gielo (5) y Marvin Jones (2) -cinco inicial-; Pantzar (19), Rubén Domínguez (2), Cazalon (2), De Ridder (13), Sylla, Bagayoko (2) y Chacón. Entrenador: Jaume Ponsarnau.

65 – PAOK mateco Salónica (12+19+19+15): Reynolds (15), Bartley (14), Henderson Jr (11), Kreuser (5) y Upson -cinco inicial-; Katsivelis (9), Forrester (7), Grandison y Papadakis (4) y Persidis. Entrenador: Massimo Cancellieri (ITA).

Árbitros: Paulo Marques (Portugal). Andris Aunkrogers (Letonia) y Michal Proc (Polonia). Sin eliminados.

Incidencias: Partido de ida de la final de la Copa Europa FIBA disputado en el Bilbao Arena ante 10.014 espectadores, entre ellos unos 500 seguidores del PAOK. 

El PAOK llevaba 3/21 en triples y temblaba Bilbao por si mejoraban esa hoja de servicios. Desde el vendaval del primer cuarto no había metido desde fuera. Respondió con un 0-8 que le dio de nuevo el mando (52-48). Y Frey, valiente como pocos, embocó un canastón con un defensor delante: 61-43, a 7:22 para acabar. Con dos bases la cosa se engrasó. La grada se estaba apagando y necesitaba ese arreón para meterse en faena. Parecía el momento del cambio de dinámica, como esos minutos mágicos de 28-2 ante el Dijon en semifinales. De Ridder a media distancia puso el 63-53. Doble doble para él, 13 puntos y 10 rebotes. Luego, de fallar dos tiros libres se pasó a una bandeja ajena, de Reynolds. Dio la sensación de que los locales dejaron con vida al PAOK. Pantzar retuvo una bola con dobles y en una acción penúltima cuando Gielo lanzó de tres para ponerse con +10, abrió mucho las piernas, tal vez hubo flopping o quizás falta… y menos mal que Katsivelis, tras coger el rebote, no encestó a la desesperada desde el círculo central. Esto no va de méritos sino de vencer un partido a ocho cuartos. Los cuatro de Bilbao están en el saco. El pulso inicial de Miribilla acabó con pique entre ambos banquillos. El título espera en Grecia. El PAOK descansará porque no juega el fin de semana. Que no fallen los héroes. Una diferencia de 7 hace que vayan muy despiertos.

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Ponsarnau: “Está muy abierta”

Ponsarnau alerta que la lucha por el título se decidirá la próxima semana en Salónica. “Está muy abierta. No hubieran sido suficientes 19 puntos a favor ni si hubiésemos perdido por 7. Fue un partido de rachas y nos costó encontrar ritmo. Quedan 40 o más de una realidad parecida, queda mucho partido”, apostilló el técnico de los ‘hombres de negro’ en su valoración del encuentro.

El ilerdense añadió que el partido le dejó “muchas cosas para estar satisfecho” y sobre todo por haber demostrado ser “un equipo resiliente”. “El reto para el siguiente partido es encontrar a más jugadores y atacar un poco mejor su defensa”, admitió el catalán después de lamentar la lesión en el segundo cuarto de Cazalon, que solo pudo jugar cuatro minutos.

“No tener a nuestro jugador más determinante estadísticamente, Hlinason, no tener a Rabaseda y hoy a Cazalon… Son hándicaps, pero somos resilientes”, incidió. “En la vuelta estaremos acertados o no, pero vamos a sacar todo para dar la respuesta adecuada. Hoy el ambiente ha sido impresionante, una maravilla. Sabemos que hay mucha gente ilusionada con todo esto y nosotros también tenemos mucha ilusión, pero también mucha responsabilidad”, reflexionó.

Por su parte Pantzar, cuestionado si daba por buena la ventaja de siete puntos de cara al partido de vuelta en Salónica, dijo que “satisfecho o no hemos ganado los primeros 40 minutos”. “Allí nos espera un partido difícil y un ambiente fantástico, teneos ganar de jugar ya”, aseguró el base.

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