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¿Estados Unidos camino a una dictadura?
Desde que asumió el cargo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha desafiado el Estado de Derecho y ha puesto a prueba constantemente sus límites. ¿Hasta qué punto está en peligro la democracia estadounidense?
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lleva apenas tres meses en el cargo. Tres meses en los que el país no solo se ha visto trastornado y sacudido a nivel interno, sino en los que también se han tambaleado los cimientos de la democracia.
El prestigioso Instituto Brookings, con sede en Washington, ha observado «peligrosas grietas en los pilares de la democracia estadounidense». Hay ataques a estos pilares en varios niveles. Algunos ejemplos:
Disputa con las universidades
«Harvard es una broma, enseña odio y estupidez y no debería seguir recibiendo financiación». Donald Trump publicó esto en su plataforma Truth Social. Es la última escalada en la disputa entre el Gobierno estadounidense y las universidades de élite del país.
La disputa se desencadenó por el hecho de que Harvard y otras universidades privadas de Estados Unidos supuestamente no tomaron medidas suficientemente estrictas contra las protestas propalestinas contra la guerra de Gaza, poniendo así en peligro a estudiantes judíos.
Sin embargo, la disputa se ha intensificado desde hace tiempo: ahora se trata de la orientación política general de las universidades de élite, que son percibidas como (demasiado) de izquierdas a los ojos de la administración Trump. Para garantizar que sigan recibiendo financiación federal, se van a examinar las opiniones políticas de los estudiantes y el personal docente y se van a poner a disposición del Gobierno los datos de admisión de todos los estudiantes.
Pero el presidente de la Universidad de Harvard, Alan Garber, se opone a estas exigencias y considera que está en riesgo la libertad de investigación y enseñanza. Explicó que la universidad no está dispuesta a renunciar a su independencia ni a sus derechos constitucionalmente garantizados.
Doble juego con el Poder Judicial
El Estado de Derecho y el cumplimiento de las órdenes judiciales es una de las piedras angulares de las democracias occidentales… pero esto es precisamente lo que está cada vez más en juego en Estados Unidos.
Por un lado, la administración Trump ya ha ignorado varias sentencias judiciales y ha llevado a cabo deportaciones contrarias a las órdenes de los tribunales.
Jueces como James Boasberg, que se oponen al Gobierno de Trump y suspenden las deportaciones previstas, son vilipendiados públicamente como «radicales de izquierda chiflados». Trump les amenaza con un proceso de destitución y coquetea con sustituir a estos jueces por otros más favorables a él.
Al mismo tiempo, está utilizando el Departamento de Justicia para tomar medidas contra sus críticos. Ya en sus primeras semanas en el cargo, hizo despedir o trasladar a numerosos empleados implicados en investigaciones en su contra.
Trump también indultó a casi todos los 1.600 condenados por el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021. Nombró para el Ministerio de Justicia a Pam Bondi, absolutamente leal a su partido.
Primeras restricciones a la libertad de prensa
Las informaciones críticas sobre él son desde hace tiempo una espina clavada para Donald Trump. «Son corruptos e ilegales», arremetió el presidente de Estados Unidos contra grandes cadenas estadounidenses como CNN y MSNBC durante un discurso en el Departamento de Justicia a mediados de marzo.
Las acusó de informar negativamente sobre él «el 97,6% de las veces» y de ser «el brazo político del Partido Demócrata». Durante la campaña electoral, ya había amenazado con revocar las licencias de las emisoras que le desagradan.
Trump ha cancelado por completo la financiación de los medios de comunicación internacionales estadounidenses Voice of America y Radio Liberty, que están al borde del colapso.
La administración de Trump también ha cancelado la acreditación de la agencia de noticias AP para la sala de prensa de la Casa Blanca, porque se había negado a referirse al Golfo de México como el «Golfo de América», como quería Trump. Una vez más, un tribunal declaró esto ilegal – y una vez más fue ignorado por el gobierno de EE.UU.; los periodistas de AP deben permanecer fuera.
Reorganización del aparato estatal
Cuando Trump declaró en su discurso ante el Congreso que «los días de los burócratas no elegidos en el poder» habían terminado, fue recibido con risas burlonas por parte de los demócratas. El nunca legitimado democráticamente asesor presidencial Elon Musk es el encargado desde enero de hacer más eficientes a las administraciones estadounidenses y frenar el gasto innecesario, y de paso recortar todo el aparato estatal en consonancia con Trump.
Hubo despidos masivos en las entidades fiscales, medioambientales y sanitarias, el Pentágono y otros ministerios. Se puso fin a los programas de diversidad e inclusión percibidos como un «despilfarro izquierdista de impuestos», se recortaron las normativas medioambientales y se redujo drásticamente el gasto social y sanitario. Se desmanteló la agencia de desarrollo USAID y otras, en contra de la opinión jurídica común de que primero debe consultarse al Congreso estadounidense.
(md/ers)
Desde que asumió el cargo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha desafiado el Estado de Derecho y ha puesto a prueba constantemente sus límites. ¿Hasta qué punto está en peligro la democracia estadounidense?