Baloncesto
NBA Europa: ¿una nueva liga de baloncesto en Europa?

Dudo mucho que fuese necesario escribir estas líneas si hoy la Euroliga fuera una organización en la que todos sus clubes fuesen propietarios, y hubieran incorporado plazas fuertes como París, Berlín, Londres, Valencia, Mónaco, etc. Haber renunciado a este plan para repartirse algunos cientos de miles de euros más entre 13 clubes podría no haber sido una gran decisión estratégica que el baloncesto europeo podría lamentar mucho tiempo. La indefinición del futuro demuestra debilidad y ésta, a su vez, expone a operaciones agresivas.
Jordi Bertomeu (Barcelona, 1959) fue director ejecutivo de la Euroliga desde 2000 hasta 2022. Analiza para AS la propuesto de la NBA en Europa.
Dudo mucho que fuese necesario escribir estas líneas si hoy la Euroliga fuera una organización en la que todos sus clubes fuesen propietarios, y hubieran incorporado plazas fuertes como París, Berlín, Londres, Valencia, Mónaco, etc. Haber renunciado a este plan para repartirse algunos cientos de miles de euros más entre 13 clubes podría no haber sido una gran decisión estratégica que el baloncesto europeo podría lamentar mucho tiempo. La indefinición del futuro demuestra debilidad y ésta, a su vez, expone a operaciones agresivas.
La anunciada creación de una nueva liga en Europa, organizada por la NBA y bendecida por FIBA, supone una disrupción tan grande como lo fue la creación de Euroliga hace 25 años. La intencionada inconcreción del anuncio no evita que plantee dudas de su viabilidad en el caso de que se sustentase en principios cuyo éxito en Europa, a diferencia de EE UU, está por demostrarse. Los principios y estructuras de nuestro baloncesto van a afrontar un serio test de esfuerzo.
Los promotores lanzaron la cifra de 3.000 millones de negocio, seguramente para evidenciar lo lejos que estamos en Europa de saber hacer negocios. Pues en un contexto de mercado europeo monopolizado por el futbol, habrá que diseñar una agresiva estrategia comercial para que los actuales contratos, al menos los de televisión y de patrocinio, se multipliquen como mínimo por diez, y construir en tiempo récord los pabellones que permitan a los clubes generar nuevos recursos.
Si fuese cierto que cada club tendrá que abonar un considerable canon de entrada a la Liga, se debería estar convencido de que los actuales clubes puedan asumirlos y si lo hacen, pero con ayuda de inversores externos, habrá que buscar fórmulas ingeniosas para evitar que los actuales propietarios acaben viendo su propiedad diluida y convertida en minoritaria.
Y si hay cuatro clubes que acceden desde la FIBA Champions League, habrá que pensar si tendrá sentido que al final de temporada vuelvan a la segunda división para ser reemplazados por otros cuatro, cuando unos y otros tendrán serias dificultades para competir deportiva y presupuestariamente con los clubes con plaza fija.
Y si se reemplazan equipos cuyos pabellones están a rebosar de apasionados aficionados por equipos en ciudades con ninguna tradición de baloncesto, se requerirá de una buena explicación y de rápido éxito en los nuevos mercados, a riesgo de perder una de las señales de identidad del nuestro baloncesto.
Podríamos continuar con el “y si…” porque el anuncio plantea más dudas que certezas, resultado seguramente de que el proyecto requiere de un mayor desarrollo y es esperable que las dudas, al menos algunas, se vayan despejando. Lo único indiscutible es que un proyecto así pondría todo el mercado de jugadores bajo el control de una sola organización.
Pero la realidad es que el tiempo de transición hasta que se implemente este proyecto deja al baloncesto europeo en una encrucijada y, sobre todo, en una parálisis. Proyectos, inversiones, nuevos contratos, renovaciones, etc., todo condicionado a lo que no se conoce. FIBA no se inmuta, porque tras esperar 25 años el momento de hacer desaparecer a la Euroliga no importa el daño que el baloncesto europeo pudiera sufrir.
Tiene razón la Euroliga cuando afirma que una nueva liga supone más división. Pocos momentos como este exigen a los clubes de la Euroliga una mirada a medio y largo plazo, volver a construir sobre un proyecto común y tomar decisiones acordes con las circunstancias, es decir, difíciles. Para ello, mirar atrás no servirá. Porque no se trata de defender lo que hay sino de mejorarlo.
¡Tus opiniones importan! Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp. ¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí