¡Buenos días princesa! Hace 28 años, el actor, cómico, director y guionista italiano Roberto Benigni dirigió la que acabaría siendo una de las películas más recordadas y famosas sobre el gran mal del siglo XX: La vida es bella, un largometraje que se quedó muy lejos de ser una obra maestra como otras sobre el Holocausto, como La lista de Schindler, pero que sin duda logró llegar a los corazones de los espectadores y que casi tres décadas más tarde no ha caído en el olvido.
Coescrita por el propio Benigni, que también encarnaba el papel principal, junto a Vicenzo Cerami, La vida es bella estaba parcialmente inspirada en la historia de Rubino Romeo Salmoni y en su libro He derrotado a Hitler, como superviviente del Holocausto, y también en la de su propio padre, Luigi Benigni, que pasó dos años en el campo de trabajo de Bergen-Belsen durante la Segunda Guerra Mundial y siempre le contó a sus hijos aquella experiencia con humor.
Aunque algunos pusieron en duda que pudiera hacerse una película en tono de comedia sobre el Holocausto yLa vida es bella no estuvo exenta de las críticas y acusaciones que señalaron que trivializaba el sufrimiento de las víctimas, la obra de Benigni resultó ser todo un éxito en las salas de cine y también fue un hito para el cine en Italia. El filme se convirtió en la película extranjera más vista en Estados Unidos de la historia, aunque en el año 2000 fue superada por Tigre y dragón de Ang Lee.
En La vida es bella, Roberto Benigni interpreta a Guido Orefice, un joven italiano judío que, en la primera parte de la película en 1939, trabaja en un restaurante de la Toscana y se enamora de una dulce profesora llamada Dora (Nicoletta Barsche), con la que se acaba casando y teniendo un hijo, Giosuè. La familia vive una vida absolutamente feliz cuando el ascenso del fascismo comienza a volverse realmente peligroso tanto para Guido como para su familia hasta que finalmente son detenidos y llevados a un campo de concentración. Allí, el objetivo vital de Guido será conseguir que su pequeño hijo Giosuè no sea consciente de la crueldad y el peligro del que están siendo víctimas, al tiempo que se las ingenia para hacer llegar a su mujer tiernos mensajes de amor.
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Con una recaudación de 230 millones de dólares, La vida es bella sigue siendo a día de hoy una de las películas de habla no inglesa más populares en Estados Unidos y fue nominada a siete premios Oscar -incluido el de Mejor película- de los que se llevó tres: Mejor actor, Mejor película de habla no inglesa y Mejor Banda sonora original.
Previamente La vida es bella ya había sido un éxito en su paso por el prestigioso Festival de Cine de Cannes, donde se llevó el Gran Premio del Jurado, el segundo más prestigioso del certamen tras la Palma de Oro. Solo uno de los primeros grandes éxitos de la película, pero nos dejó como anécdota a un Roberto Benigni tan eufórico que le besó los pies al que era el presidente de aquel jurado, Martin Scorsese, para posteriormente besar al resto de los miembros que habían hecho posible aquel premio.
La vida es bella no es una de esas películas que se acaban olvidando con el tiempo, pero la realidad es que, una vez superado el éxito del momento, tampoco ha envejecido rodeada de reconocimiento unánime. «Roberto Benigni consiguió con La vida es bella una de esas películas que se ganó fácilmente la simpatía del público pero por la que los críticos (o aquellos críticos comprometidos con la Historia) sienten un odio repulsivo», reza la crítica de SensaCine. «Benigni saca partido de un hecho histórico terrible y lo teatraliza a su conveniencia para hacerlo encajar en su relato paterno-filial dulzón y provocar unas reacciones muy calculadas en el espectador».
Actualmente puedes ver La vida es bella en el catálogo de la plataforma de streaming Netflix.