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Baloncesto

“Otros equipos ya saben que Jokic está empezando a perder la paciencia”

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El tiempo vuela en la NBA y el futuro es algo tan difuso que normalmente se acaba antes de que termines de hablar de él. No han pasado ni dos años desde que los Nuggets se proclamaron campeones por primera vez en su historia. Tenía trazas de inicio de algo importante, de embrión de una dinastía. Eso fue en junio de 2023. En abril de 2025, la franquicia de las Rocosas ha hecho ruido por motivos muy diferentes. A tres partidos del final de su regular season, se ha cargado al entrenador y el general manager de la temporada del anillo; Michael Malone y Calvin Booth. No es muy habitual el despido de ambos el mismo día y desde luego es casi de libro Guinness, no se veía nada así desde 1981, que estas decisiones se tomen ya en abril, a las puertas de los playoffs.

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​La situación de lo Nuggets, un polvorín que llevó a una decisión drástica, inaudita: entrenador y general manager, despedidos a solo unos días de los playoffs.  

El tiempo vuela en la NBA y el futuro es algo tan difuso que normalmente se acaba antes de que termines de hablar de él. No han pasado ni dos años desde que los Nuggets se proclamaron campeones por primera vez en su historia. Tenía trazas de inicio de algo importante, de embrión de una dinastía. Eso fue en junio de 2023. En abril de 2025, la franquicia de las Rocosas ha hecho ruido por motivos muy diferentes. A tres partidos del final de su regular season, se ha cargado al entrenador y el general manager de la temporada del anillo; Michael Malone y Calvin Booth. No es muy habitual el despido de ambos el mismo día y desde luego es casi de libro Guinness, no se veía nada así desde 1981, que estas decisiones se tomen ya en abril, a las puertas de los playoffs.

Los Nuggets siguen teniendo a Nikola Jokic en pleno prime, un trance de nivel histórico; Tienen, aunque vuelva a estar lesionado y lleve casi dos temporadas sin ser él mismo salvo en tramos concretos y demasiado espaciados, a Jamal Murray: el gran escudero (para eso se llevó, después de algunos enredos, una extensión de cuatro años y 208 millones). Y a Aaron Gordon y Michael Porter Jr. También a Christian Braun, que ahora es el quinto pasajero. Algo que hace bien pero no tan bien, por puro perfil, como el añorado Kentavious Caldwell-Pope. El caso es que los Nuggets siguen teniendo ahí, en su núcleo, un equipo capaz de hacer cosas importantes. Siempre es así con un referente como Jokic. Pero la temporada pasada se cerró con chasco: derrota en casa en un séptimo partido de segunda ronda. Y en esta ha habido muy pocos momentos en los que Denver Nuggets ha parecido uno de los tres o cuatro equipos con más opciones de ser campeones.

Así que se han tomado decisiones. Pero tenía que haber algo más para que no se haya esperado al final de la temporada. Para que se haya actuado de forma tajante y se haya roto, sobre todo, con el entrenador del anillo, el único que había tenido Nikola Jokic en su carrera y uno, por cierto, que tenía contrato hasta 2027 con uno de los salarios más altos de los banquillos NBA. Se queda con dos años pendiente de cobro, más de 20 millones de dólares que habrá que sumar al sueldo del nuevo. Un puesto que veremos si es para David Adelman, el asistente deluxe (hijo del inolvidable Rick Adelman) que pasará examen, sea o no justo, en estos próximos días. Según como acabe la temporada de los Nuggets, le quitaran la etiqueta de interino o será relevado. Dicen que los Blazers, donde su padre hizo historia, lo tienen en el punto de mira si deciden romper con Chauncey Billups.

Tenía que haber algo más y Sam Amick y Tony Jones aportan casi todo el contexto en un excelente artículo en The Athletic. La familia Kroenke, propietaria de la franquicia (y de los Rams de la NFL, el Arsenal de la Premier…) desde el cambio de siglo, se hartó de las disputas entre Booth y Malone. Después de intentar sin suerte que ambos limaran las asperezas suficientes para poder, al menos, trabajar juntos (aunque no se tomaran cafés ni cervezas a la salida), optaron por prescindir de los dos. Para que ninguno quedara como claro ganador a los ojos de Nikola Jokic, el verdadero capital de la franquicia con el que no hay que jugar. Y se estaba jugando: según este artículo, el resto de franquicias empezaban a ser conscientes de que al pívot serbio “se le estaba agotando la paciencia ante el triste estado de las cosas en el equipo”. A los pesados del vestuario, y a Jokic en particular, les pesaba cada vez más un ambiente cargado de negatividad. La única forma de cambiar eso, para los Kroenke, y de intentar que se encienda una chispa mágica que permita un vuelco que parece improbable en la carrera por el título de 2025, era poner en la calle a dos personajes que nunca se han llevado bien pero cuya relación había llegado a un punto extremo de toxicidad. Y poner el equipo en manos de un Adelman muy bien visto por las estrellas y de maneras mucho más suaves que las de un Malone cuyos “métodos agresivos” ya provocaban más saturación que motivación en el vestuario.

El propio Jokic reconoció que había hablado con Kroenke, que no había sido consultado pero sí informado antes de que todo fuera público. Y sus palabras han dejado claro, sin mensajes poco elegantes pero fáciles de interpretar, que no está llorando por las esquinas tras la salida de Malone. No era probable, en todo caso: los Nuggets podían hacer cualquier cosa menos, en un momento así, enfadar o decepcionar todavía más al jugador del que depende su presente y, sobre todo, su futuro.

Hay un dato que se está recordando mucho en los últimos días, en plena zozobra, y que, al margen de las malas vibraciones en el entorno, tiene que ver con esa cuestión, ahora mismo trascendental, de la paciencia de Jokic: en sus primeros 823 partidos en la NBA, playoffs incluidos, no ha tenido ni un compañero que haya sido all star, integrante de los Mejores Quintetos o de los Mejores Quintetos defensivos en una temporada en la que ha jugado con él. No ha tenido ningún compañero con ese rango en sus diez años en la NBA, algo que no le había sucedido (no a lo largo de una década) nunca a un MVP.

Booth quería que jugaran más los jóvenes, Malone tenía un núcleo duro al que no quería traicionar según los códigos clásicos de los vestuarios. Los dos se culparon del desastre final del curso pasado, y en los últimos días Booth quería despedir a Malone pero no estaba legitimado porque no alcanzó un acuerdo de extensión el pasado verano, aunque se negoció. Iba a ser ejecutivo agente libre cuando acabara el curso. Y ahora se alarga la sombra de Tim Connelly, que se fue a Minnesota Timberwolves en 2020 y que es el directivo que drafteó a Jokic, que puso los pilares del proyecto que luego sería campeón y que podría calmar los ánimos en las Rocosas. Pero en los Wolves hay nuevo orden, con Alex Rodriguez y Marc Lore al frente, y va a costar mucho sacar de allí a un Connelly que, en todo caso, tiene cláusula para ser libre este verano.

Otro nombre clave en el artículo de The Athletic es el de Rusell Westbrook. Cuando la tensión ya era máxima, cuando los partidazos de Jokic se apilaban y no bastaban para enlazar victorias y el serbio parecía cada vez más frustrado (con picos virales de muy preocupante lenguaje corporal); cuando Malone repartía en público contra los jugadores, estos pasaban de defender y una fuente interna asegura que “las cosas eran todavía peor fuera de la pista que dentro”, la presencia del siempre complejo Westbrook no ha ayudado. Su bajada de rendimiento tras una buena primera parte de curso ha sido costosa en lo deportivo… y ruinosa en lo emocional. Malone siguió confiando en él, dándole oportunidades y ventajas que no gustaban en el vestuario.

La situación con Westbrook provocó “frustración” y dinamitó la poca credibilidad ante algunos pesos pesados que le quedaba a Malone. Ahora, siempre según este artículo, el futuro del base (36 años) en Denver está seriamente comprometido, aunque tiene una player option para el próximo curso (3,4 millones). En su primer partido como entrenador, a nadie le pasó desapercibido lo que fue mucho más que un detalle, Adelman hizo lo que no hacía Malone: sentar a Westbrook cuando entró en uno de sus cortocircuitos y dar sus minutos al más estable (ahora mismo, desde luego) Jalen Pickett.

Nadie estaba ya feliz en los Nuggets

La versión de The Athletic coincide casi punto por punto con la que elaboran en ESPN dos pesos pesados de este medio, Tim MacMahon y Ramona Shelburne: un equipo hastiado, desgastado y poco motivado en el que ya no calaba el mensaje de un entrenador como Michael Malone, de libreto abrasivo y ramalazos de vieja escuela. Un entorno harto de la guerra fría pero permanente (y cada vez menos fría) que libraban Malone y Calvin Booth y una familia de propietarios preocupada por el efecto que todo estaba teniendo ya en un Nikola Jokic que está, además, a las puertas de un verano en el que puede firmar una extensión de tres años y 212 millones de dólares. Si no lo hace, y aunque no podría ser agente libre hasta el verano de 2027 (tiene una player option para el curso 2027-28), los nervios empezarían a cundir de verdad en Denver.

“Ha habido más discusiones y problemas en el banquillo de los que Kroenke ha visto nunca, y cada clip se convertía en viral. La guerra fría entre Malone y Booth ya era tóxica para todo el mundo en la franquicia. El resto del personal técnico y ejecutivo se veía obligado a elegir bando. En vez de preocuparse por poner en la mejor situación posible a un equipo con un tres veces MVP, la energía se iba decidiendo con quién estaba cada y en quién podía confiar cada uno”, dice un artículo revelador en el que se cita también a fuentes anónimas del equipo: “Todo el mundo en la franquicia se sentía miserable. Y eso es lo que los Kroenke veían. No se podía seguir así. Pensaron que, si se quitaban a esos dos de encima, la gente podría volver a centrarse en hacer su trabajo. Hacían falta cambios”.

Esa es la razón por la que cayeron los dos, Malone y Booth: la familia Kroenke culpaba ambos de destruir lo que parecía un ecosistema perfecto en 2023. Uno que se había deteriorado muy rápido y que sobrevivía gracias al buen rendimiento del equipo. En cuanto llegaron más derrotas de las que se podían asumir con normalidad, ese clima pasó a ser insostenible. De hecho, y según MacMahon y Shelburne, los propietarios ya estuvieron a punto de tomar sus decisiones drásticas, las que han llegado ahora, en el parón del All Star. Eso sí, a algunos no les ha gustado cómo se ha gestionado el adiós del entrenador que hace menos de dos años llevó al equipo al primer título de su historia: “Es una enorme falta de respeto, no se trata así a un entrenador campeón de la NBA”.

Otra vez, las voces anónimas de la franquicia explican en el artículo porque ya no había nada que perder, aunque la decisión pareciera suicida por llegar a solo unos días de los playoffs: “Malone y Booth veían el mundo de forma diferente. Era una situación insostenible. Y no la podían arreglar porque ya se había convertido en algo personal. Si eras un jugador de lo que había traído o elegido Booth, Malone no quería ponerte en pista. Y los jugadores se sentían horriblemente mal. Se notaba. Se esforzaban solo a veces… ojalá se hubiera hecho esto antes, no se habría llegado a tal punto de desastre”.

Siempre, claro, con la visión de Jokic como eje, porque él es quien, sí o sí, tiene que seguir siendo la piedra angular. Y aunque no suele hacer ver de forma pública sus sensaciones y emociones, el serbio tampoco estaba feliz y empezaba a sentirse harto de todo lo que le rodeaba: “A Jokic se le da muy bien que veas cómo se siente sin tener que decir ni una palabra”.

Así que Jokic no estaba para nada contento y avanzaba hacia un verano en el que podría meter a los Nuggets en un terremoto, interno y mediático, simplemente con un par de largas en la decisión de aceptar la extensión máxima que va a tener sobre la mesa. Tenía que haber cambio y tenía que ser en la jerarquía interna, porque en pista no habrá, a priori, margen: el 67% del salario está ya comprometido para el núcleo duro del campeón de 2023 (Jokic, Jamal Murray, Michael Porter Jr, Aaron Gordon). El equipo apenas tendrá la midlevel de pagador de impuesto (5,6 millones) para moverse en la agencia libre, y se moverá con las manos atadas por las brutales restricciones del segundo apron. En cuanto a picks, solo podrían utilizar sus rondas (primera y segunda) de 2032. El panorama se estaba convirtiendo en sombrío, así que se optó por tomar decisiones drásticas (por timing, sobre todo) que muchos no entendieron. Incluido, según Brian Windhorst (ESPN), el propio Malone: “En seguida, todo el mundo en la NBA ya sabía que la reacción de Malone a su despido no fue precisamente tranquila. Y la verdad es que no es una gran sorpresa, no se le puede culpar por ello”.

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