Espectáculo
Apego a los archivos digitales

Uno de los rasgos más llamativos del ‘Síndrome de Diógenes’ (SdD), un trastorno del comportamiento caracterizado por el aislamiento social y el abandono de la higiene personal y la limpieza de la casa, es el acopio indiscriminado de objetos, y en muchos casos, grandes cantidades de basura, en el lugar donde se vive.
Más allá de que la denominación de este síndrome pueda ser considerada incorrecta, porque el filósofo griego Diógenes no era un acumulador compulsivo ni rehuía la compañía social, sino que la buscaba, esta conducta de acopio desmedido también puede tener lugar en el ámbito digital, según los especialistas.
El afán del «por si acaso»
“En casos extremos, la incapacidad de deshacerse de información electrónica irrelevante, combinada con la falsa sensación de seguridad que genera guardar todo ‘por si acaso’, puede derivar en un ‘Síndrome de Diógenes Digital o SdD’”, señala Elena Luengo, directora de innovación de la aseguradora de salud para el mercado corporativo Cigna Healthcare España (CH-E).
Señala que “este fenómeno refleja un apego emocional o psicológico excesivo a los datos, similar al que experimentan las personas con Síndrome de Diógenes respecto a sus pertenencias físicas”.
El apego o conexión emocional con los objetos, puede conducir a acumularlos, debido a la falsa creencia de que aportan felicidad y tranquilidad, lo que puede provocar dependencia y dificultad para deshacerse de ellos, explica Luengo.
Muchas veces motivada por el miedo a perder recuerdos valiosos o información importante, y sin un propósito o utilidad real, este apegodigital se manifiesta la retención masiva de:
- Imágenes
- Videos
- Correos electrónicos
- Aplicaciones
- Documentos
“Aunque almacenar archivos en exceso pueda parecer inofensivo porque no ocupa un espacio físico tangible, puede llegar a afectar la salud mental”, enfatiza Luengo.
“El temor a olvidar momentos significativos, la idea de que un archivo podría ser útil en el futuro o la percepción de que eliminar datos equivale a borrar parte de la propia historia, genera un vínculo emocional con los datos digitales que puede dificultar la limpieza digital y generar ansiedad, estrés y una sensación de saturación”, explica.
Señala que “el apego digital suele afectar especialmente a personas con altos niveles de ansiedad o perfeccionismo, y en algunos casos, la acumulación de archivos digitales también puede estar vinculada con la soledad o la inseguridad, funcionando como un medio para aferrarse al pasado o a relaciones que ya no forman parte de la vida de alguien”.
En los casos más extremos, este apego puede derivar en el SdD.
Limpiar no solo implica poner las cosas orden, sino que además aporta un beneficio emocional a muchas personas, ayudándoles a gestionar algunas situaciones complejas, el estrés y la ansiedad, según los especialistas en salud mental de CH-E, que asesora Luengo.
Al igual que efectuar la limpieza física, es una forma de recuperar el control sobre lo que nos rodea y está en nuestras manos, contribuyendo a nuestro bienestar, mantener el espacio digital organizado y libre de acumulaciones excesivas e innecesarias puede mejorar nuestra eficiencia y claridad mental y reducir el estrés, haciendo que nos sintamos mejor.
Recomendaciones para reducir el apego
Los expertos de Cigna ofrecen una serie de recomendaciones para combatir el apego digital, eliminar los archivos innecesarios, que ya no nos aportan valor, y estructurar mejor nuestra información en nuestros equipos y dispositivos electrónicos.
Aprende a decir ‘adiós’ a lo innecesario
La acumulación innecesaria genera desorden y dificulta el acceso a la información necesaria, según CH-E.
Para eliminar la saturación digital recomiendan aplicar la ‘regla de los 6 meses’ (si no se ha utilizado un archivo en ese lapso, probablemente no se necesita) y el método ‘one touch’ o de ‘un toque’ (decidir de inmediato si se conserva, borra o almacena un documento o correo, al revisarlo o recibirlo).
Enfócate en el “aquí y ahora”
En lugar de aferrarse a los archivos para mantener el pasado vivo, los especialistas de CH-E recomiendan desarrollar una mentalidad centrada en el presente y en la aceptación, consistente en aceptar las cosas tal y como son, y comprender que los recuerdos no dependen de que sean almacenados o registrados, sino de la experiencia vivida.
Explican que la meditación y la escritura reflexiva pueden ayudar a entrenar la mente para centrarse en estos conceptos.
Analiza el impacto emocional de los archivos
El apego a los archivos digitales también depende de la carga emocional que conllevan, de acuerdo a CH-E.
Desde esta firma aconsejan “hacer una pausa reflexiva para valorar qué archivos tienen realmente un valor emocional positivo y cuáles generan solamente ansiedad o estrés, empezando por analizar aquellos contenidos que nos provocan culpabilidad o tristeza por no haberlos revisado, y decidir si tienen un propósito o podemos eliminarlos”.
Redescubre el valor de lo tangible
“Imprimir fotografías, escribir diarios en papel o crear álbumes físicos permite conservar los recuerdos sin depender de almacenarlos en dispositivos electrónicos”, según CH-E.
“Este enfoque reduce el apego a lo digital, fomenta una conexión emocional más fuerte con las vivencias importantes y ofrece una sensación de permanencia al revivir esos momentos volviendo a lo físico y de una forma tangible”, según explican.
Elena Luengo añade una serie de recomendaciones prácticas para aplica las claves propuestas por Cigna Healthcare España.
Dedica de quince a treinta minutos diarios a la limpieza
“Para una limpieza digital efectiva, lo ideal es dedicarle de 15 a 30 minutos diarios, de manera constante, lo cual ayudará a reducir el estrés sin que el proceso se vuelva abrumador”, señala.
Añade que “al igual que al limpiar nuestro hogar, la clave está en mantener una rutina para evitar una acumulación excesiva (de archivos), que puede generarnos ansiedad y saturación”.
Comienza por los archivos más voluminosos
Luengo aconseja empezar la limpieza digital con los archivos más grandes y menos relevantes, como los videos y audios; luego eliminar fotos que ya no son importantes, los correos electrónicos antiguos o los documentos que ya no se utilizan, y por último, revisar la utilidad de los mensajes y programas.
“Es crucial seguir un orden que permita evitar la acumulación innecesaria y priorice lo que realmente aporta valor”, recalca.
Depura primero los archivos personales y después los de trabajo
“Es recomendable empezar la limpieza digital por los archivos personales o familiares, que tendemos a acumular por miedo a perder recuerdos, aunque muchos de ellos carezcan de un propósito real”, según Luengo.
“Al limpiar primero esos contenidos, reduciremos la saturación, ganaremos claridad mental y nos resultará más fácil aplicar la misma lógica de limpieza al material de trabajo, enfocándonos en lo que realmente es útil para nuestra productividad”, explica.
Hazte la pregunta clave a la hora de limpiar
Para Luengo debemos preguntarnos: “¿Este archivo tiene valor para mi presente o futuro cercano?” Si la respuesta es ‘no’, lo más probable es que ya no tenga utilidad y lo mejor sea eliminarlo”, señala.
Además, recomienda preguntarnos si un archivo determinado nos genera ansiedad o nos conecta con el pasado de una manera negativa, sin aportarnos bienestar. “En este caso, el proceso de eliminarlo puede ser liberador y contribuir a nuestra salud mental, ayudándonos a reducir nuestra carga emocional y a centrarnos en el presente”, concluye.