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El misterioso rostro de los denisovanos podría finalmente surgir tras hallazgo en aguas de Taiwán

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El hallazgo confirma además que estos homininos se adaptaron a múltiples regiones de Asia, desde Siberia hasta el trópico, y revela que poblaciones actuales de Filipinas y Papúa Nueva Guinea conservan genes denisovanos.

​El hallazgo confirma además que estos homininos se adaptaron a múltiples regiones de Asia, desde Siberia hasta el trópico, y revela que poblaciones actuales de Filipinas y Papúa Nueva Guinea conservan genes denisovanos.  

Un equipo científico ha descubierto que la mandíbula de hominino hallada en Taiwán (China) en 2015 pertenece a un denisovano varón de finales del Pleistoceno. El hallazgo no solo amplía el escaso registro fósil de esta especie, sino que demuestra que este grupo habitó una amplia región asiática con gran variedad de climas.

Los detalles del estudio, liderado por científicos de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) y de la Universidad de Estudios Avanzados Sokendai de Japón, se publican en la revista Science.

Los denisovanos: cohabitantes del Homo sapiens en el Pleistoceno

Hace unos 50.000 años, los Homo sapiens convivieron con otras poblaciones de homininos, como los neandertales, que están bastante bien descritos gracias a los numerosos restos fósiles encontrados en Europa y Asia, y con el hombre de Denisova, descubierto hace poco más de una década y del que apenas hay restos.

Esta especie humana fue hallada gracias al análisis de ADN de unos restos descritos en 2010 en la cueva de Denisova (Siberia). 

El estudio paleogenómico reveló que, aunque estos humanos eran distintos a todo lo que se conocía hasta entonces, tenía similitudes con los neandertales porque ambos tenían un ancestro común del que se separaron hace 400.000 años.

A partir de ahí, los neandertales evolucionaron en la mitad occidental de Eurasia y los denisovanos hacia el este de Asia, y posiblemente Oceanía. 

De hecho, varios estudios genómicos han demostrado que en amplias regiones del este de Asia, como en Filipinas o en Papúa Nueva Guinea, las poblaciones humanas actuales tienen genes de denisovanos, lo que prueba que estos homininos se mezclaron con los antepasados de los asiáticos actuales hace aproximadamente unos 40.000 años en distintas regiones del continente.

Registro fósil de denisovanos: escasas pero valiosas evidencias en Asia

En la última década, han ido aparecido nuevos restos de denisovanos, en la cueva de Denisova (dos dientes) y en el Tíbet (una mandíbula y una costilla) que, tras ser analizados con estudios proteómicos (análisis de las proteínas fosilizadas), fueron asignados a esta especie humana.

Aun así, el registro fósil de los denisovanos ha sido insuficiente para determinar aspectos como su apariencia y su anatomía pero el trabajo publicado en Science «abre una puerta importante en el estudio de la evolución humana», avanza el jefe del Grupo de Paleoantropología del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), Antonio Rosas, en declaraciones a EFE.

La mandíbula, que fue descubierta en 2015 en el lecho marino del canal de Penghu, en Taiwán, era el fósil de hominino más antiguo de esa isla china pero, en aquel momento, no pudieron extraer ADN para analizarlo.

Ahora, el equipo de Dinamarca, China y Japón ha vuelto a analizarla con técnicas de paleoproteómica que han confirmado que es de un varón de denisovano.

El árbol evolutivo humano se ramifica con los denisovanos, neandertales y «Homo sapiens» compartiendo un ancestro común hace 400.000 años.Imagen: Jacquelyn Martin/AP/picture alliance

Expansión geográfica de los denisovanos: de Siberia al sudeste asiático

El hallazgo tiene importantes implicaciones para la historia evolutiva en Asia Oriental: prueba que los denisovanos llegaron hasta el sudeste asiático y «ocuparon una región geográfica muy amplia, con localizaciones como Siberia, Tíbet, Taiwán o Laos y, lo que es más importante, que vivieron en ambientes muy diversos, desde el frío siberiano a los ambientes más selváticos de Laos u otros más continentales como los de China», dice Rosas.

Pero, además, ahora se podrá comparar esta mandíbula, «que con certeza que pertenece a un denisovano», con otros restos fósiles de China que «aún no se sabe muy bien a qué pueden pertenecer».

«En los próximos años vamos a ver en Asia una configuración más clara de todos esos fósiles que no sabíamos lo que eran y que irán aclarando el panorama de la evolución humana en ese continente que se conoce muy poco», avanza Rosas, que no participa en el trabajo.

En paralelo, «esta mandíbula, que está más completa que otros restos anteriores, ayudará a ponerle apariencia física a ese grupo humano del que hasta ahora solo conocíamos a través de la secuencia genética», destaca Rosas. 

«Así, se podrá comparar con la mandíbula hallada en el Tibet o con los dientes de la cueva de Denisova y asociarla, por ejemplo, a los restos encontrados en la cueva china de Xuchang, donde también aparecieron huesos de cráneo. Todo ello nos permitirá empezar a conocer más cosas sobre su anatomía. Este hallazgo abre todo un abanico de posibilidades», resume.

Para el paleogenetista del Instituto de Biología Evolutiva (IBE) Carles Lalueza-Fox este hallazgo no solo amplía la distribución climática y geográfica de los denisovanos, sino que aporta nuevas evidencias sobre su morfología y demuestra que las mandíbulas de estos homininos eran mucho más robustas y con dientes más grandes que los de neandertales o sapiens.

Aunque, como Rosas, Lalueza-Fox cree que «lo interesante ahora será mirar el registro fósil chino y ver si hay restos que puedan encajar con este perfil».

«Y claro, los que no, habría que preguntarse qué podían ser, si no eran denisovanos», explica a EFE. 

Y es que, pese a su enorme distribución geográfica, «siguen siendo unos homininos muy misteriosos», concluye el investigador del IBE. 

FEW (EFE, Science)

 

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