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Deivis Alberti narra la angustiosa búsqueda de Rubby Pérez tras el colapso del Jet Set

Deivis Alberti, el road manager de Rubby Pérez, vivió una de las noches más desgarradoras de su vida la madrugada del 8 de abril, cuando el colapso de la discoteca Jet Set transformó lo que debía ser una fiesta en una tragedia sin precedentes. Alberti, que se encontraba cerca del escenario durante el derrumbe, fue uno de los primeros en actuar, intentando salvar al artista.
“Lo único que recuerdo es que hubo un momento en la actividad donde dije: ‘Solo voy a estar atento a Rubby’, porque tenía un presentimiento, sentí la fiesta como pesada”, relató Alberti, al recordar cómo algo en el ambiente lo hizo sentirse inquieto.
Durante el evento, notó que Rubby parecía incómodo y solicitaba agua de manera frecuente. “Rubby me pidió agua varias veces. En un momento me hace señas para que atendiera mi trabajo, porque yo estaba en el celular, algo poco común en él”, explicó.
Además, recordó cómo Rubby, afectado por el calor, se quitó la corbata y la bufanda. “Le dije que se las quitara y lo hizo”, añadió. Después de ese episodio, una persona de Bayaguana solicitó la canción Color de Rosa.
Alberti se acercó a la hija de Rubby, Zulinka, quien interpretaría la primera parte del tema, y le preguntó si podía cantar. “Ella aceptó, pero dijo que, si ‘papi’ la acompañaba“, contó. Sin embargo, cuando Rubby comenzó a cantar, Alberti vio algo extraño.
“Vi un movimiento en la tarima, lo primero que pensé fue en un pleito, pero de repente, todo se vino abajo”, narró. La tragedia ocurrió con una rapidez aterradora. Deivis, que estaba cerca de la tarima, logró tirarse a una esquina para protegerse. “Pensé que era un terremoto. Pensé en mis hijos y en el peligro de la situación. Me levanté, estaba bañado en sangre”, dijo en un entrevista en la Z101.
Tras el colapso, Alberti y otros sobrevivientes intentaron salir, pero la puerta trasera estaba cerrada desde afuera. “Tuvimos que dar patadas para abrirla. Cuando salí, volví a entrar a buscar a Rubby”, explicó. Fue entonces cuando escuchó a Zulinka gritar: “¡Mi papá, mi marido, mi esposo, están ahí, ayúdenlos!”. Alberti la ayudó a salir antes de volver a entrar para continuar la búsqueda.
“Lo único que pensaba era en buscar a Rubby”, dijo Alberti, visiblemente afectado al recordar cómo, junto a otros miembros del equipo, intentó liberar al saxofonista, quien murió bajo los escombros. “Nosotros seguíamos buscando a Rubby. Vi a su yerno, que arrastraba la pierna, y lo ayudamos a salir“, relató.
Sin embargo, la magnitud de los escombros hizo que Alberti comenzara a perder las esperanzas de encontrar a Rubby con vida. “Vi las vigas de hormigón y ahí perdí las esperanzas. Cuando llegaron los bomberos, ya me sentía muy perturbado por la pérdida de sangre”, afirmó.
En medio de la desesperación, Alberti recordó que su última esperanza era que Rubby estuviera bajo la tarima, en lo que se conoce como el “triángulo de la vida”, el espacio donde las personas atrapadas pueden sobrevivir.
Alberti también relató cómo él y un miembro del equipo apodado Chepita se arriesgaron y se metieron debajo de la tarima en un intento desesperado por encontrar a Rubby. “Chepita y yo nos metimos debajo de la tarima a ver si llegábamos a Rubby, pero no logramos ver nada“, recordó. Fue allí, en medio del caos, que vieron a Carlos, el manager de Omega, quien salió casi ileso.
“La única esperanza que tenía era que Rubby se tiró y pensé que quizás estaría debajo de la tarima, pero no lo encontramos”, explicó.
Los bomberos llegaron en un tiempo estimado de entre diez y quince minutos, y fue en ese momento cuando Alberti trató de sustituir los líquidos perdidos, bebiendo tres botellas de agua para evitar desangrarse.
El road manager destacó las cualidades humanas de Rubby Pérez, quien siempre se había comportado como un verdadero amigo y no como un jefe.
“Rubby no nos trataba como empleados, nos trataba como familia”, expresó, con la voz entrecortada por la emoción.
Deivis también denunció que, durante la tragedia, algunas personas aprovecharon el caos para robar a los heridos y a los cadáveres.
“Había personas robando a los muertos, incluso algunos uniformados”, denunció, indignado. “Me mandaron a salir, pero expliqué que necesitaba saber de Rubby”, concluyó, sin poder ocultar su dolor por la pérdida de su querido amigo.
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