Scarlett Johansson es una de las pocas estrellas que han sabido frenar a tiempo la maquinaría de Hollywood para poder elegir su propio camino. La actriz comenzó a actuar con 10 años bajo un lema claro: nada de anuncios. Siempre le dijo a sus padres que no quería ser actriz para aparecer en spots publicitarios y estaba enfocada en la gran pantalla y los escenarios. Su primera aparición en off-Broadway fue en una obra con Ethan Hawke.
Cuando ya comenzó a ser más conocida -con nombre y apellidos- fue gracias a papeles como Lost in Translation(2003), Match Point (2005) y La isla (2005). Apenas tenía 18 años y se dejó llevar por la imagen que los estudios querían proyectar sobre ella. En la cinta de Sofia Coppola, por ejemplo, interpertaba al interés amoroso de Bill Murray, 34 años mayor que ella.
«Me cosificaron y me encasillaron de tal manera que sentía que no me ofrecían trabajo para lo que quería hacer, y recuerdo que pensé: ‘Creo que la gente piensa que tengo 40 años’. De alguna manera, dejó de ser algo deseable y algo contra lo que luchaba,», relató en el podcast Armchair Expert en 2022. «Creo que todos pensaban que era mayor y que llevaba mucho tiempo actuando; me encasillaron en una especie de extraña hipersexualización», continuó.
Fueron unos años en los que sus papeles se limitaban a ser una mujer rubia inocentona y en peligro.
Sentí que mi carrera había terminado. Pensé: ‘Así es la carrera que tienes, estos son los papeles que has interpretado’. Y pensé: ‘¿Esto es todo?’

Focus Features
Por suerte supo parar y reconducir su carrera. Por un lado, fichó por Vengadores, una franquicia que durante más de una década le permitió ser una superheroína de armas tomar. Por otro, apareció en varias producciones de corte independiente que la acercaron a la crítica, como fue Under the Skin o Her, ambas de 2013. Años después recibió su primera nominación al Oscar, que fue por partida doble: optó al galardón a Mejor actriz por Historia de un matrimonioy a Mejor actriz de reparto por Jojo Rabbit.
Supo salirse del encasillamiento que Hollywood quería para ella y se muestra optimista con las nuevas generaciones. «Ahora veo actores más jóvenes, veinteañeros. Siento que se les permite ser tan diferentes», dijo. «Es otro punto a favor. Por suerte, ya ni siquiera podemos encasillar a otros actores, ¿verdad? La gente es mucho más dinámica», reflexiona.