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Misteriosos colosos representarían un nuevo tipo de vida completamente extinto

Los «prototaxites»: ni árbol, ni hongo, ni animal, ni nada de lo que hoy conocemos. Un enigma evolutivo de 400 millones de años que desafía nuestra comprensión del árbol de la vida.
Los «prototaxites»: ni árbol, ni hongo, ni animal, ni nada de lo que hoy conocemos. Un enigma evolutivo de 400 millones de años que desafía nuestra comprensión del árbol de la vida.
Hace unos 400 millones de años, cuando la vida terrestre apenas comenzaba y las plantas más grandes apenas alcanzaban los 6 centímetros de altura, unas extrañas estructuras se alzaban como colosos en el paisaje primitivo. Se trata de los prototaxites, que llegaron a medir hasta 8 metros de altura y un metro de ancho, y dominaban el antiguo supercontinente de Gondwana.
No es en vano entonces que estos enigmáticos organismos hayan desconcertado a la ciencia desde su descubrimiento hace más de 165 años. Y es que científicos han intentado, sin éxito, clasificar a esta criatura prehistórica que parece salida de una novela de ciencia ficción. ¿Un árbol primitivo? ¿Un hongo gigante? ¿Un alga? Nadie lo sabe con certeza.
Cuando John William Dawson encontró los primeros fósiles a orillas de la bahía de Gaspé, en Quebec (Canadá), en la década de 1850, los consideró restos de árboles en descomposición y los bautizó como la «primera conífera», según reporta Science Alert. Un error comprensible, dada su imponente estructura, pero problemático: los árboles ni siquiera existían en aquella época.
Desde entonces, estos enigmáticos organismos han sido clasificados sucesivamente como plantas terrestres primitivas, algas y -más comúnmente en los últimos años-, como hongos gigantes. Varios estudios (2001, 2007, 2017) parecían haber resuelto el misterio cuando los isótopos de carbono de los fósiles sugirieron que prototaxites se comportaba como un hongo, absorbiendo nutrientes de otros organismos.
Sin embargo, un nuevo estudio liderado por investigadores de la Universidad de Edimburgo podría cambiar completamente nuestra comprensión de estos organismos. Tras examinar tres fósiles excepcionalmente bien conservados de prototaxites taiti, encontrados en el chert de Rhynie, Escocia, el equipo ha llegado a una conclusión sorprendente: estos organismos no encajan en ninguna categoría conocida de vida.
¿Por qué el prototaxitesno es un hongo?
El análisis microscópico reveló características únicas que los diferencian de cualquier ser vivo conocido. Sus entrañas estaban formadas por diversos tipos de tubos, algunos finos y ramificados, otros más grandes y curvos, e incluso algunos con estructuras similares a anillos de crecimiento, una característica que no se encuentra en ningún hongo actual.
El análisis químico fue igual de revelador. Los investigadores buscaron evidencias de quitina, un componente esencial en las paredes celulares de los hongos, pero no encontraron rastro alguno. Este hallazgo es particularmente significativo porque otros fósiles de hongos encontrados en el mismo yacimiento sí conservaban señales de esta sustancia.
«No se encontró ningún grupo existente que presentara todas las características definitorias de los prototaxites«, señalan los investigadores en su estudio, publicado en el servidor de preimpresiones bioRxiv y aún en proceso de revisión por pares. Estas características incluyen su estructura tubular única, su composición química particular y su estilo de vida heterótrofo (que se alimenta de materia muerta).
Prototaxites: sin parientes vivos
La conclusión del equipo es revolucionaria: ¿algas? Poco probable por su composición. ¿Líquenes? Su anatomía es distinta. ¿Algún animal extraño? Imposible: sus paredes celulares tampoco coinciden.
Los prototaxites podrían representar entonces un linaje completamente nuevo y extinto de eucariotas, desafiando nuestra comprensión actual del árbol de la vida. Durante decenas de millones de años, estos organismos dominaron sus ecosistemas, pero desaparecieron sin dejar descendientes modernos.
«Concluimos que la morfología y la huella molecular de P. taiti son claramente distintas de las de los hongos y otros organismos conservados junto a él en el [yacimiento devónico], y sugerimos que es mejor considerarlo miembro de un grupo de eucariotas no descrito previamente y totalmente extinguido», afirman los investigadores.
La vida en la Tierra se organiza tradicionalmente en tres dominios (bacterias, arqueas y eucariotas) y, dentro de los eucariotas, en cuatro reinos (animales, plantas, hongos y protistas). El hecho de que prototaxites no encaje en ninguno de estos reinos sugiere así la posible existencia de un reino eucariota completamente desconocido hasta ahora.
Quizás lo más fascinante es que estos organismos, fuesen lo que fuesen, dominaron sus ecosistemas durante decenas de millones de años antes de desaparecer por completo. Eran las estructuras más grandes de su tiempo, formando las primeras contrapartes de los bosques cuando la vida terrestre apenas comenzaba.
Por ahora, no existe un consenso definitivo: la revisión por pares podría afinar o rebatir estas conclusiones, e incluso devolver a prototaxites a la categoría de hongo, como suele suceder en la ciencia.
Mientras tanto, los fósiles que un día fueron considerados simples restos de coníferas se han transformado en evidencia de lo impredecible que puede ser la evolución. Su extinción total, sin descendientes modernos identificables, nos recuerda que la evolución es un experimento constante, plagado de muchos más «fracasos» de los que jamás hemos conocido.
Editado por Felipe Espinosa Wang con información de New Scientist, Science Alert, Intersting Engineering y Popular Mechanics.
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