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Sin invitación: el viaje de J.D Vance y su esposa a Groenlandia

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​Una delegación estadounidense de alto rango visita Groenlandia, para disgusto de los groenlandeses, que critican la «provocación». No están invitados y les acompaña, como guinda del pastel, el vicepresidente J.D. Vance.  

El viaje a Groenlandia de altos representantes estadounidenses recibe críticas desde hace días. Pero los planes de la delegación han cambiado y las cosas se han calmado un poco, al menos del lado danés: en lugar de acudir a sitios históricos y a una carrera de trineos tirados por perros, lo único que está en el programa es una visita a la base militar estadounidense.

El ministro danés de Exteriores, Lars Lökke Rasmussen, consideró «muy positivo» el cambio de planes. Su Gobierno «no tiene objeción» a la visita a la base estadounidense, dijo a la radio pública danesa. La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, habló antes de «presiones inaceptables» de Estados Unidos.

Vance no quiere que su esposa se «divierta» sola

Además, el vicepresidente estadounidense, J.D. Vance, acaba de anunciar que acompañará a su esposa Usha durante la controvertida visita. No quiere «dejarle la diversión a ella sola», escribió en X. En la base espacial de Pituffik, recibirá «una sesión informativa sobre cuestiones de seguridad en el Ártico y se reunirá con soldados estadounidenses».

La Casa Blanca había dicho inicialmente que Usha Vance visitaría el territorio autónomo danés del jueves al sábado junto con su hijo -pero sin su esposo- y una delegación estadounidense. Según medios, la delegación incluye al asesor de seguridad nacional de Donald Trump, Mike Waltz, y al secretario de Energía, Chris Wright, aunque se asegura que la visita es privada.

J.D. Vance y su esposa quieren viajar juntos a Groenlandia. Oficialmente, se trataría de un viaje privado.Imagen: Anna Moneymaker/Getty Images

¿Qué quiere Estados Unidos de Groenlandia?

Es el segundo viaje a Groenlandia de una delegación estadounidense bajo la presidencia de Trump. Su hijo Donald Jr. viajó a principios de enero a Nuuk, la capital, causando también revuelo.

Trump lleva mucho tiempo con el ojo puesto en Groenlandia. Durante su primer mandato en 2019, declaró que quería comprarla. Y los groenlandeses lo rechazaron con indignación.

En su segundo mandato, ha vuelto a expresar su ambición de controlar la isla e integrarla a Estados Unidos, según él, por razones de seguridad nacional. Groenlandia y Dinamarca rechazan firmemente la anexión.

La idea no es nueva: tras la Segunda Guerra Mundial, el presidente demócrata de Estados Unidos Harry S. Truman hizo una oferta de compra a Dinamarca por 100 millones de dólares, que también fue rechazada.

Alta importancia geopolítica

Para Estados Unidos, la isla más grande del mundo tiene una gran importancia geoestratégica. Con Alaska, EE. UU. es también vecino del Ártico y opera una base de la fuerza aérea en el noroeste de Groenlandia. La base es parte importante de su sistema de alerta temprana ante posibles ataques con misiles balísticos intercontinentales.

Según la revista militar austriaca Militär Aktuell, la pista de aterrizaje de la base de Pituffik se utiliza cada año para más de 3.000 vuelos desde EE. UU. y otros países. La base es la instalación del Pentágono situada más al norte y alberga el puerto de aguas profundas más septentrional del mundo.

El avance del cambio climático en el Ártico desempeña un papel adicional. El derretimiento del hielo está abriendo nuevas rutas marítimas, que llegarán a ser considerablemente más cortas que las actuales.

Materias primas y expansionismo

Una de estas rutas, el llamado Paso del Noreste, cerca de la masa continental rusa, ya está siendo desarrollada por China y Rusia como ruta comercial y marítima para el transporte de materias primas.

Como en Ucrania, Estados Unidos también quiere extraer del Ártico tierras raras y otras materias primas necesarias para la producción de aparatos eléctricos. Allí hay también metales, diamantes, carbón y uranio.

Además, «es fácil imaginar que Trump quiera seguir la tradición de los presidentes que ampliaron enormemente su territorio, en el siglo XIX, cuando Estados Unidos creció hacia el oeste y luego compró Alaska», comentó a la prensa alemana el politólogo alemán Thomas Jäger.

¿Qué opinan los groenlandeses?

Muchos groenlandeses llevan tiempo protestando contra las políticas de Trump. El primer ministro saliente, Mute Egede, calificó hace unos días la visita de la delegación estadounidense como una «provocación». Un sentimiento compartido por muchos groenlandeses, según refleja la prensa local.

«No estamos en venta»: protesta contra Trump frente al Consulado de Estados Unidos en Groenlandia.Imagen: Christian Klindt Soelbeck/REUTERS

Las recientes elecciones parlamentarias estuvieron también influenciadas por estas tensiones. El ganador es el partido de centroderecha Demokraatit,una señal de que la mayoría quiere independizarse de Dinamarca. Aunque no está claro si Groenlandia puede sobrevivir económicamente independiente, ya que Copenhague le transfiere cada año cerca de un tercio de su presupuesto.

Groenlandia ha sido autónoma en muchas áreas desde 1979, aunque la antigua potencia colonial decide sobre la política exterior y de defensa. Sin embargo, anteriores violaciones de derechos humanos contra los inuit marcan el deseo de independencia de muchos groenlandeses.

Según una encuesta del periódico danés Berlingske y del groenlandés Sermitsiaq, el 85 por ciento de los groenlandeses rechazaron en enero que EE. UU. se apodere de su isla. 

(rml/ms)

   Una delegación estadounidense de alto rango visita Groenlandia, para disgusto de los groenlandeses, que critican la «provocación». No están invitados y les acompaña, como guinda del pastel, el vicepresidente J.D. Vance. 

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