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Guerra en Sudán: lo que hay que saber sobre el conflicto

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​La guerra en Sudán tiene múltiples actores. ¿Quién lucha contra quién y por qué motivos? ¿Cuál es la situación humanitaria y cuáles son las posibilidades de poner fin a la guerra? Las preguntas y respuestas, aquí.  

¿Quién lucha contra quién?

El conflicto se remonta al fin del Gobierno del presidente autoritario Omar Al Bashir, en 2019, quien basó su poder en el Ejército, las Fuerzas Armadas de Sudán (FAS), hoy bajo el comando del general y gobernante de facto de Sudán, Abdelfatah Al Burhan.

También contaba con el apoyo de varios grupos paramilitares, entre otros, las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), lideradas por Mohamed Hamdan Daglo, conocido como «Hemeti». Tras ser derrocado Al Bashir, tanto el Ejército como las FAR se integraron en un consejo de transición dirigido por civiles.

Pero, en octubre de 2021, organizaron un golpe de Estado conjunto y Hemeti se convirtió en segundo de Al Burhan. Luego, los dos comandantes tuvieron diferencias acerca de la estructura y jerarquía de un Ejército conjunto. Hemeti se negó a integrar su milicia en el Ejército nacional. En abril de 2023, esto desencadenó una abierta lucha por el poder entre ambos, que desembocó en una guerra que abarcó todo Sudán.

¿Qué actores internacionales están involucrados?

Hemeti y Al Burhan no luchan entre sí de forma aislada. Cuentan con el apoyo de socios internacionales que tienen intereses económicos o estratégicos en el país. Al Burhan incluso estableció contactos con Irán, de quien recibió drones de combate.

También Egipto y Arabia Saudita respaldan a Al Burhan, vinculados al líder sudanés por una visión del mundo más bien conservadora. «El Gobierno egipcio no coopera con las FAR porque no son un actor estatal”, explica la politóloga y experta en Sudán Hager Ali, del Instituto GIGA, de Hamburgo.

Según varios expertos internacionales, el jefe de las FAS, Hemeti, por el contrario, cuenta con el apoyo de Emiratos Árabes Unidos (EAU), aunque ese país lo desmiente. EAU tendría interés en las minas de oro sudanesas, y Sudán era, hasta el inicio de la guerra, un importante exportador de alimentos a EAU. Hemeti envió muchas de sus milicias a la guerra que llevan a cabo Arabia Saudita y EAU contra los hutíes en Yemen.

Varias personas desplazadas, sentadas sobre mantas junto a un muro de una escuela con agujeros de disparos, en Sudán.
Sudaneses desplazados buscan refugio en una escuela tras ser evacuados por el Ejército sudanés en marzo de 2025.Imagen: AP/dpa/picture alliance

Por su parte, Rusia ha cambiado su posición. Luego de que Moscú, también interesado en las minas de oro, apoyara en un principio a Hemeti, pasados algunos meses se enfocó en Al Burhan.

El motivo es un centro logístico controlado por las FAS, la ciudad de Puerto Sudán, el principal puerto comercial del país, que será transformado a largo plazo en una base naval. La base sería un trampolín de Rusia hacia África, y además tendría también presencia en el Mar Rojo, una de las rutas marítimas más importantes del mundo.

¿Cuál es la situación humanitaria?

La lucha por el poder entre Hemeti y Al Burhan ha sumido a Sudán en lo que probablemente sea la mayor crisis humanitaria a nivel mundial: según la agencia de refugiados de la ONU, 8,8 millones de sudaneses han huido de su patria como desplazados internos y más de tres millones de personas han buscado protección en países vecinos.

El 70 por ciento de los desplazados son niños, y gran parte de la población corre el riesgo de morir de hambre. Esto se debe, entre otras cosas, a que las milicias de las FAR queman sistemáticamente tierras agrícolas para someter a la población que vive allí. En general, la infraestructura vital para Sudán ha quedado en gran parte destruida.

Además, la población sufre la violencia y la arbitrariedad de quienes ostentan el poder. «Se está produciendo una epidemia de violencia sexual. Hay niños asesinados y heridos. El sufrimiento es terrible», dijo el secretario general adjunto de Asuntos Humanitarios y Coordinador de Ayuda de Emergencia de la ONU, Tom Fletcher, en febrero de este año. Ambos bandos están acusados de crímenes de guerra. Incluso la violencia sexual contra niños pequeños es habitual, denuncia el Fondo de las Naciones Unidas para la infancia, UNICEF.

Un hombre sudanés desplazado, subido a un vehículo con pertenencias de personas desplazadas.
Uno de los 8,8 millones de desplazados internos en Sudán, en febrero de 2025.Imagen: AFP/Getty Images

¿Se vislumbra el fin del conflicto?

Ha habido varios intentos de poner fin al conflicto, pero todos han fracasado. No solo porque los rivales Hemeti y Al Burhan siguen enfrentados en sus posturas irreconciliables.

«Cada bando espera posicionarse como el ‘poder legítimo’ en el país”, explica la politóloga Leena Badri, del think tank británico Chatham House, a DW. Las FAS ponen como condición para iniciar negociaciones de paz el retiro y desarme de las FAR.

Las FAR, por su parte, esperan que, si forman un gobierno, tendrán acceso a importaciones oficiales de armamento, señala Badri. Ninguna de las dos partes muestra voluntad de poner fin a los combates.

Las Fuerzas Armadas del Sudán han logrado recientemente avances territoriales considerables, recuperando la capital, Jartum, pero parece poco probable que sus oponentes se rindan ahora.

Pero incluso si ambas partes acordaran un alto el fuego, no sería fácil lograrlo. Tanto las FAR como las FAS se han aliado con numerosos grupos paramilitares y milicias locales que también persiguen sus propios intereses en la guerra. Mientras la violencia sirva a sus propios objetivos, es poco probable que tengan mucho interés en un alto el fuego.

¿A dónde podría conducir el conflicto?

Sudán ya es un Estado enormemente debilitado. El intento de Rusia de establecer una base marítima en Puerto Sudán indica que el país se está convirtiendo cada vez más en un juguete de intereses extranjeros, contra los cuales tiene poco para defenderse.

En este sentido, Sudán recuerda a la situación en Siria durante la guerra. El país también podría dividirse en varias partes. El impulso para ello vino de las FAR a finales de febrero: firmaron una carta para formar un «Gobierno de paz y unidad” en las zonas bajo su control. La medida está alimentando los temores de que el país pueda desmoronarse de forma permanente.

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ya ha advertido que la declaración podría empeorar el conflicto en curso en Sudán, fragmentando el país y empeorando aún más la ya de por sí terrible situación humanitaria.

(cp/ms)

   La guerra en Sudán tiene múltiples actores. ¿Quién lucha contra quién y por qué motivos? ¿Cuál es la situación humanitaria y cuáles son las posibilidades de poner fin a la guerra? Las preguntas y respuestas, aquí. 

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