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Operación ‘Túnel de Berlín’, uno de los mayores fracasos de la historia de la CIA y el MI6

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La mayor operación de los servicios de inteligencia estadounidenses y británicos destinada a interceptar comunicaciones clasificadas de la URSS y la RDA acabó siendo aprovechada por la KGB para llevar a cabo un plan de desinformación masiva.

La historia de la operación ‘Túnel de Berlín‘, la respuesta de la inteligencia soviética a la operación angloamericana conocida como ‘Operación Oro’ (Operation Gold), se convirtió en una de las operaciones de inteligencia más emblemáticas de la Guerra Fría.

La ‘Operación Oro‘, llevada a cabo en los años 1950 por la CIA y el MI6, tenía como objetivo infiltrarse en las líneas de comunicación soviéticas en Berlín Oriental mediante la construcción de un túnel. Durante varios años, esta operación fue considerada un éxito por los servicios de inteligencia de ambos países. Sin embargo, en 1961 se reveló la cruda realidad: durante todo ese tiempo habían estado siendo engañados.

En absoluto secreto  

A finales de la década de 1940, las agencias de inteligencia soviéticas en Austria y Alemania abandonaron el uso de transmisiones de radio y optaron por dos sistemas de comunicación por cable. Uno de ellos consistía en cables aéreos instalados en postes telegráficos, mientras que el otro empleaba cables subterráneos.

Las agencias de inteligencia de Estados Unidos y Reino Unido dirigieron su atención hacia uno de estos cables subterráneos soviéticos, tendidos prácticamente en el mismo lugar donde se encontraban los cables alemanes de antes de la guerra, según relata el Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia.

En agosto de 1953, Allen Dulles, entonces director de la CIA, fue informado sobre un ambicioso proyecto que consistía en la construcción de un túnel subterráneo que se adentrara en territorio controlado por los soviéticos, permitiendo la instalación de dispositivos de escucha en el punto donde pasaba el cable de comunicaciones que había sido escogido como objetivo.

La operación se caracterizó por su escala y sofisticación, además de por un estricto secretismo, la inversión de cuantiosos recursos económicos y la utilización de tecnología de vanguardia.

En diciembre de 1953 tuvo lugar en Londres una reunión de los servicios de inteligencia británicos y estadounidenses. Uno de los participantes en la reunión fue el oficial de contrainteligencia británico y agente soviético George Blake. A través de él los servicios especiales soviéticos recibieron de primera mano información sobre la operación y decidieron utilizarla para desinformar al enemigo mandando información falsa a través de los cables interceptados.

Un sofisticado túnel

En el barrio berlinés de Altglienicke, situado en el sector estadounidense, las autoridades militares de EE.UU. construyeron estaciones de escucha. Desde ellos se construyó un túnel de aproximadamente 500 metros de longitud diseñado para interceptar y amplificar señales de comunicación. A través de este túnel se conectaron dispositivos de escucha y otros equipos de espionaje a los cables telefónicos que se extendían por el territorio de la República Democrática Alemana (RDA).

El túnel terminaba en un pozo que albergaba líneas telefónicas y telegráficas clave, algunas de las cuales conectaban la embajada soviética, el Comando Supremo en Berlín y las redes de comunicación del gobierno de la RDA

Se tardó casi un año y medio en construir el túnel, instalar el equipo y conectarlo. Cuando empezó a funcionar, diariamente se transportaban en avión a Londres decenas de rollos de cintas magnetofónicas con grabaciones de conversaciones interceptadas. 

Descubierto «por casualidad»

En la primavera de 1956, los altos mandos del KGB llegaron a la conclusión de que seguir utilizando el túnel para difundir información engañosa podría representar un riesgo para la seguridad de la Unión Soviética. 

Esta determinación coincidió con la próxima visita oficial del entonces líder soviético, Nikita Jruschov, al Reino Unido. Con el objetivo de proteger al doble agente Blake, Jruschov dio instrucciones para que el túnel fuera «descubierto» de tal manera que la atención se centrara en el papel de EE.UU. en su construcción, minimizando cualquier mención de la participación británica.

De acuerdo con las instrucciones, la noche del 22 de abril de 1956 un grupo de especialistas en comunicaciones soviéticos «descubrió accidentalmente» una ramificación del túnel de espionaje. 

Al día siguiente, los soviéticos convocaron una rueda de prensa en la que denunciaron una grave violación del espacio soberano soviético en Berlín por parte de Estados Unidos.

A los periodistas presentes se les permitió recorrer el túnel y observar personalmente los dispositivos de interceptación instalados en su interior.

Tras la revelación pública del túnel, una investigación realizada por los servicios de inteligencia británicos y estadounidenses concluyó que el fracaso se debió únicamente a fallos de carácter técnico.

No fue hasta 1961, tras la captura de George Blake, cuando se supo que las autoridades soviéticas habían estado al tanto de la ‘Operación Oro’ desde sus inicios, lo que convirtió el supuesto éxito en un completo fracaso.

El destino de George Blake

El protagonista del fracaso de la ‘Operación Oro’, George Blake, falleció en Rusia en 2020 a la edad de 98 años.

Blake, quien se unió al MI6 en 1944, declaró que comenzó a colaborar con los servicios de inteligencia soviéticos en 1951 de manera desinteresada, motivado únicamente por sus convicciones comunistas.

En 1961, tras recibir información de un desertor de los servicios de inteligencia polacos, las autoridades británicas detuvieron a Blake y lo condenaron a 42 años de prisión.

Sin embargo, en octubre de 1966 logró escapar de la prisión de Wormwood Scrubs, en Londres. Tras su fuga, llegó a la RDA y desde allí viajó a Moscú, donde se estableció permanentemente.

Blake consideraba que su mayor logro profesional había sido frustrar la operación ‘Túnel de Berlín’, un golpe significativo para los servicios de inteligencia occidentales.

  

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