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Economia

Calle El Conde: españoles dieron su propio perfil comercial

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La calle El Conde sigue siendo un testimonio vivo del legado español en la República Dominicana. Aunque la era de los grandes comercios españoles ha quedado atrás, su impronta permanece en la identidad de este icónico paseo.

El historiador y empresario Manuel A. García Arévalo, en su artículo Legionarios del progreso: El empresariado español en la República Dominicana, publicado en la revista conmemorativa del centenario de la Cámara Oficial de Comercio de España en el país, destaca que los inmigrantes que llegaron entre finales del siglo XIX y mediados del XX eran, en su mayoría, hombres jóvenes y solteros con una fuerte orientación al trabajo y la búsqueda de progreso.

Procedentes de regiones como Asturias, Galicia y Cataluña, tenían niveles educativos básicos, pero una tasa de alfabetización superior a la media de los países de acogida.

Movidos por lazos familiares y de paisanaje, muchos fueron llamados por parientes ya establecidos, quienes les ofrecían empleo en sus negocios.

García Arévalo describe cómo estos inmigrantes lograron insertarse en la economía dominicana, creando empresas que impactaron sectores clave como el comercio mayorista y minorista, la manufactura y la agroindustria.

«Tras largos años de duras faenas y privaciones, muchos de estos esforzados inmigrantes lograron hacer sus economías y establecer sus propios negocios» Manuel García Arévalo Historiador y empresario

Sus negocios incluyeron almacenes de provisiones, colmados, supermercados y tiendas especializadas.

También incursionaron en la industria manufacturera con fábricas de textiles, calzado y torrefacción de café, así como en la producción de ron, con marcas emblemáticas como Brugal, Barceló y Siboney.

En el ámbito agrícola, precisa que contribuyeron al desarrollo de cultivos de caña de azúcar, arroz, maní y hortalizas en diversas regiones del país.

Más allá del comercio, la comunidad española dejó su huella en el urbanismo de Santo Domingo, construyendo no solo edificios comerciales, sino también residencias emblemáticas.

En otra publicación reciente, editada por la Cámara de Comercio de España, García Arévalo recuerda que la primera construcción de tres plantas en Santo Domingo fue el edifico Fernández, ubicado próximo a la calle El Conde, en la Arzobispo Meriño.

Incluye en su inventario de las edificaciones de El Conde a La Opera, González Ramos y El Palacio.

Además, muchas de estas familias consolidaron y expandieron sus negocios, manteniendo su liderazgo en varios sectores.

Hoy la transformación de la calle El Conde es un reflejo del dinamismo comercial de Santo Domingo y de la capacidad de adaptación de sus emprendedores. Sin embargo, su deterioro actual plantea la necesidad de un rescate urgente para preservar su historia y revitalizar su rol en la vida económica y cultural de la ciudad.

 La calle El Conde sigue siendo un testimonio vivo del legado español en la República Dominicana. Aunque la era de los grandes comercios españoles ha quedado atrás, su impronta permanece en la identidad de este icónico paseo.El historiador y empresario Manuel A. García Arévalo, en su artículo Legionarios del progreso: El empresariado español en la República Dominicana, publicado en la revista conmemorativa del centenario de la Cámara Oficial de Comercio de España en el país, destaca que los inmigrantes que llegaron entre finales del siglo XIX y mediados del XX eran, en su mayoría, hombres jóvenes y solteros con una fuerte orientación al trabajo y la búsqueda de progreso.Procedentes de regiones como Asturias, Galicia y Cataluña, tenían niveles educativos básicos, pero una tasa de alfabetización superior a la media de los países de acogida. Movidos por lazos familiares y de paisanaje, muchos fueron llamados por parientes ya establecidos, quienes les ofrecían empleo en sus negocios.García Arévalo describe cómo estos inmigrantes lograron insertarse en la economía dominicana, creando empresas que impactaron sectores clave como el comercio mayorista y minorista, la manufactura y la agroindustria. «Tras largos años de duras faenas y privaciones, muchos de estos esforzados inmigrantes lograron hacer sus economías y establecer sus propios negocios» Manuel García Arévalo Historiador y empresario “Sus negocios incluyeron almacenes de provisiones, colmados, supermercados y tiendas especializadas.También incursionaron en la industria manufacturera con fábricas de textiles, calzado y torrefacción de café, así como en la producción de ron, con marcas emblemáticas como Brugal, Barceló y Siboney.En el ámbito agrícola, precisa que contribuyeron al desarrollo de cultivos de caña de azúcar, arroz, maní y hortalizas en diversas regiones del país. RELACIONADAS Turismo El declive de la calle El Conde: un paseo entre abandono y nostalgia Más allá del comercio, la comunidad española dejó su huella en el urbanismo de Santo Domingo, construyendo no solo edificios comerciales, sino también residencias emblemáticas. En otra publicación reciente, editada por la Cámara de Comercio de España, García Arévalo recuerda que la primera construcción de tres plantas en Santo Domingo fue el edifico Fernández, ubicado próximo a la calle El Conde, en la Arzobispo Meriño. Incluye en su inventario de las edificaciones de El Conde a La Opera, González Ramos y El Palacio.Además, muchas de estas familias consolidaron y expandieron sus negocios, manteniendo su liderazgo en varios sectores.Hoy la transformación de la calle El Conde es un reflejo del dinamismo comercial de Santo Domingo y de la capacidad de adaptación de sus emprendedores. Sin embargo, su deterioro actual plantea la necesidad de un rescate urgente para preservar su historia y revitalizar su rol en la vida económica y cultural de la ciudad. Economía, Turismo, Joaquín Caraballo, Santo Domingo, Calle El Conde 

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