Mundo Motor
El peligro de tener coches cada vez más viejos: son el doble de letales en un accidente
La antigüedad media de los turismos crece sin parar desde 2008 y ya está en los 14,5 años en el caso de los turismos. Leer
Hace casi 20 años, quien esto escribe adquirió un pequeño utilitario japonés. El coche costó unos 14.000 euros, de los que 900 eran solo del control de estabilidad ESP, un sistema -opcional en aquel modelo- que puede reducir hasta en un 50% los accidentes mortales.
El ESP se hizo obligatorio en 2014, como antes había pasado con el ABS o los airbags y que se repitió en julio de 2024: desde esa fecha, todos los turismos nuevos a la venta en la UE tienen que venir con ocho asistentes de seguridad (o ADAs) como el detector de fatiga y somnolencia; la alerta de tráfico trasero o el mantenimiento de carril.
Estas sucesivas exigencias, más las que plantean las normas de emisiones, han impactado en el precio, sin duda. Pero poco dinero está tan bien invertido: según Fundación Línea Directa y Centro Zaragoza, casi 2.700 personas murieron en accidentes con coches de más de 15 años entre 2011 y 2020. Además, el porcentaje de turismos con más de 15 años implicados en accidentes mortales se triplicó (del 15% al 44%). Porque tienen menos sistemas para evitar un siniestro y no protegen igual cuando ocurre.
El estudio aportaba, además, dos grandes conclusiones. Por un lado, que el riesgo de fallecer en un automóvil que pase de los 15 años era 2,2 más alto que en uno de menos de cinco años. Aunque, lógicamente, esa ratio debería ir bajando relativamente ya que no es lo mismo un coche con 15 años vendido en 1995, que uno con esa edad pero que se matriculado en 2005. En todo caso, teniendo en cuenta esa letalidad, que se podrían salvar hasta 260 vidas al año si se bajase la edad media de los coches por debajo de los 10 años.
En 2024, esa cifra se situó en 14,5 años (tres meses más que en 2023) según la asociación Anfac y el dato no ha dejado de crecer desde 2008. Así, nuestro parque está entre los más viejos en Europa. Y fuera de los turismos (que son el 86% del parque circulante) no están mejor las cosas: la edad media de las furgonetas sube a 14,7 años y en los camiones llega a los 15,1 años. Sólo se salvan, y relativamente, los autobuses, con una antigüedad media es de 11,5 años.
Varias razones lo explican. Así, el encarecimiento de los coches nuevos (cerca de un 40% desde 2019), las dificultades para su adquisición y la confusión sobre las tecnologías han hecho que las matriculaciones de los últimos años hayan estado entre 240.000 y 450.000 unidades por debajo de las que había antes de la pandemia del coronavirus.
Aunque lo que ha ocurrido es que decenas (incluso cientos) de miles de esos clientes, que necesitaban cambiar de vehículo, hayan tenido que decantarse por uno de segunda mano. Pero no seminuevos (hasta cinco años) sino, especialmente, los que pasan de 15 e incluso 20 años. Además, como el mercado de ocasión viene a ser el doble que el de turismos y 4×4 nuevos, renovar el parque ha sido materialmente imposible.
Tampoco el Gobierno central ha puesto de su parte para revertir la situación, cuando los coches más viejos son también mucho más contaminantes. Salvo el fracasado Renove de 2020, que fue un plan tecnológicamente neutral, sólo ha habido ayudas a la compra para coches eléctricos e híbridos enchufables. Sumados ambos, no llegan ni al 12% de las matriculaciones.
Ahora ni siquiera tienen subvenciones. El plan Moves III caducó el 31 de diciembre y tras el gatillazo de finales de enero con el famoso decreto omnibús, los clientes siguen esperando a que vuelvan las subvenciones. Aunque se cobren con un retraso de entre uno y dos años, y parte de ellas haya que declararlas en el IRPF, ascienden a un máximo de 10.000 euros que nadie va a despreciar.
Un último apunte. Obligatoria desde 1985, la ITV se creó para chequear la seguridad y las emisiones de los automóviles. Pero hasta el 32% de los que están citados no acuden, según la patronal Aeca-ITV. ¿Y qué automóviles son los que más se la saltan? Ha acertado: los más viejos, ya que su valor es inferior al de las reparaciones o ajustes que tendrían que hacerse para superar la prueba.