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Cada equinoccio de primavera, un dios regresa a Chichén Itzá: el espectáculo de Kukulcán que los mayas crearon hace 900 años

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Cada equinoccio de primavera, un dios regresa a Chichén Itzá: el espectáculo de Kukulcán que los mayas crearon hace 900 años

Cada año, alrededor del 21 de marzo, un antiguo dios maya regresa a la Tierra. Concretamente, a Chichén Itzá. Este complejo de ruinas mayas es uno de los principales sitios arqueológicos prehispánicos en Yucatán y, de entre todas las construcciones, ‘El Castillo’ se lleva la palma. Nos lleva fascinando desde mediados del siglo XIX, pero además de conocerlo por ese nombre, también podemos referirnos a él como el Templo de Kukulcán.

Y, como cada equinoccio de primavera desde hace siglos, esa serpiente divina está a punto de cobrar vida para descender por la escalinata e inaugurar de forma mágica la estación primaveral.

Kukulcán. Aunque se incorporó de forma tardía al imaginario mitológico de los mayas, Kukulcán pronto se ganó un puesto fundamental en esta cultura prehispánica. Es decir, si fuera una deidad menor, no tendría algo tan monumental como la pirámide que los mayas construyeron en su honor en el siglo XII d.C. Así, Kukulcán es el dios supremo del universo que no sólo representa la sabiduría, sino también la fertilidad y la vida.

Castillo Chichen Itza

Foto de Daniel Schwen

El Castillo es tan fascinante que sigue siendo motivo de estudio en la actualidad, pero siglos después de su construcción, hay dos momentos cada año en los que sus escalinatas vuelven a ser pisadas por un dios.

El descenso de la serpiente emplumada. La estructura tiene una forma y orientación muy precisas que responden a los avanzados conocimientos matemáticos y arquitectónicos de los mayas. Kukulcán también es el dios que representa la fertilidad y la vida, algo que se puede asociar con las cosechas, y la visita de este dios es una bendición para los cultivos. La siembra de la milpa, concretamente.

Así, los mayas construyeron su templo de forma muy precisa para que cada equinoccio de primavera, que se da entre alrededor del 21 de marzo cada año, la representación de la serpiente volviera a descender por la escalinata del templo. Este 2025 se estima que ocurrirá entre el 20 y 23 de marzo.

Unas horas antes del ocaso, los grandes bloques de uno de los laterales proyectan sombras triangulares sobre el costado de la escalinata, formando una serie de triángulos que conectan con la enorme cabeza de piedra de la serpiente, Kukulcán, ubicada en la base de la pirámide.

Chichenitzaequinox

Más allá del espectáculo. Aparte de esos enormes conocimientos matemáticos, astronómicos y arquitectónicos de la civilización maya, el descenso de la serpiente emplumada marca el comienzo de la primavera y, por tanto, la renovación de la vida. También simbolizaba la unión entre cielo, tierra e inframundo y suponía una bendición para las cosechas.

Dura poco, apenas unos diez minutos y también se puede apreciar durante el equinoccio de otoño, alrededor del 22 de septiembre. Al final, son los dos periodos que marcan el inicio de los dos ciclos agrícolas y es Kukulcán el que da su bendición para que las cosechas sean abundantes.

Piramide Equinoccio Uno

Una fiesta. Al margen del simbolismo y la tradición, la bajada de Kukulcán por la escalinata de Chichén Itzá es una parada turística obligatoria si nos encontramos por la región. Este sitio arqueológico es, con diferencia, el punto más turístico de la Península de Yucatán (y de México), con decenas de miles de visitantes cada año, y el espectáculo de la serpiente emplumada es una oportunidad más para sacar partido a la construcción prehispánica.

Ahora, los invernaderos y la rotación de cosechas nos permiten no depender tanto del buen humor de Kukulcán, pero hemos convertido sus dos llegadas anuales en una fiesta que reúne a miles de visitantes. Es un espectáculo no sólo por lo precisa que es la construcción de la pirámide, sino porque se realizan espectáculos y rituales mayas tradicionales con música y danza.

¿Casualidad? Que los mayas tenían grandes conocimientos en matemáticas y astronomía es algo indiscutible, pero sí hay posturas que cuestionan que todo esto del descenso de Kukulcán fuera el resultado del diseño consciente de los mayas. El motivo que se esgrime en la reevaluación de este pensamiento es que sí, el fenómeno y el juego de luces es importante durante los equinoccios, pero el mismo efecto se puede ver de forma nítida durante varias semanas.

Más bien, en lugar de marcar con tremenda precisión unos pocos días del año, los mayas habrían querido marcar un ciclo agrario de mediados de febrero hasta octubre. De la manera que sea, y tuviera el significado que le damos ahora, sigue siendo inapelable el valor arquitectónico del sitio y la intención arquitectónica de representar ese descenso de la serpiente emplumada.

Serpent Head At The Base Of El Castillo

La cabeza de Kukulcán | Foto de Frank Kovalchek

Pero… no es único. Ahora bien, aunque el del Castillo de Chichén Itzá es el punto más célebre en el que visualizar estas proyecciones, no es la única construcción maya en la que se da un fenómeno similar. En el Templo de las Siete Muñecas, o Templo del Sol, en ambos equinoccios podemos ver un espectáculo de rayos solares a través de las aberturas de la estructura.

También en la pirámide de Mayapán, pero la gran diferencia entre la pirámide de esta ciudad y la de Chichén Itzá es que no hay una enorme cabeza de serpiente conectando con la tierra y que, además, no está tan bien conservada como ‘El Castillo.’

Siglos después de su llegada, y aunque ahora tenga menos trabajo, seguro que Kukulcán se siente honrado porque su pirámide no sólo siga en pie, sino por haber convertido su figura en protagonista de una fiesta. Y por eso sigue descendiendo por una de las principales construcciones de la cultura maya.

En Xataka | Las multas que impone México por subirse a las pirámides de Teotihuacán o Chichén Itzá


La noticia

Cada equinoccio de primavera, un dios regresa a Chichén Itzá: el espectáculo de Kukulcán que los mayas crearon hace 900 años

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Alejandro Alcolea

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 Cada año, alrededor del 21 de marzo, un antiguo dios maya regresa a la Tierra. Concretamente, a Chichén Itzá. Este complejo de ruinas mayas es uno de los principales sitios arqueológicos prehispánicos en Yucatán y, de entre todas las construcciones, ‘El Castillo’ se lleva la palma. Nos lleva fascinando desde mediados del siglo XIX, pero además de conocerlo por ese nombre, también podemos referirnos a él como el Templo de Kukulcán.

Y, como cada equinoccio de primavera desde hace siglos, esa serpiente divina está a punto de cobrar vida para descender por la escalinata e inaugurar de forma mágica la estación primaveral.

Kukulcán. Aunque se incorporó de forma tardía al imaginario mitológico de los mayas, Kukulcán pronto se ganó un puesto fundamental en esta cultura prehispánica. Es decir, si fuera una deidad menor, no tendría algo tan monumental como la pirámide que los mayas construyeron en su honor en el siglo XII d.C. Así, Kukulcán es el dios supremo del universo que no sólo representa la sabiduría, sino también la fertilidad y la vida.

Foto de Daniel Schwen

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Así, los mayas construyeron su templo de forma muy precisa para que cada equinoccio de primavera, que se da entre alrededor del 21 de marzo cada año, la representación de la serpiente volviera a descender por la escalinata del templo. Este 2025 se estima que ocurrirá entre el 20 y 23 de marzo.

Unas horas antes del ocaso, los grandes bloques de uno de los laterales proyectan sombras triangulares sobre el costado de la escalinata, formando una serie de triángulos que conectan con la enorme cabeza de piedra de la serpiente, Kukulcán, ubicada en la base de la pirámide.

Más allá del espectáculo. Aparte de esos enormes conocimientos matemáticos, astronómicos y arquitectónicos de la civilización maya, el descenso de la serpiente emplumada marca el comienzo de la primavera y, por tanto, la renovación de la vida. También simbolizaba la unión entre cielo, tierra e inframundo y suponía una bendición para las cosechas.

Dura poco, apenas unos diez minutos y también se puede apreciar durante el equinoccio de otoño, alrededor del 22 de septiembre. Al final, son los dos periodos que marcan el inicio de los dos ciclos agrícolas y es Kukulcán el que da su bendición para que las cosechas sean abundantes.

Una fiesta. Al margen del simbolismo y la tradición, la bajada de Kukulcán por la escalinata de Chichén Itzá es una parada turística obligatoria si nos encontramos por la región. Este sitio arqueológico es, con diferencia, el punto más turístico de la Península de Yucatán (y de México), con decenas de miles de visitantes cada año, y el espectáculo de la serpiente emplumada es una oportunidad más para sacar partido a la construcción prehispánica.

Ahora, los invernaderos y la rotación de cosechas nos permiten no depender tanto del buen humor de Kukulcán, pero hemos convertido sus dos llegadas anuales en una fiesta que reúne a miles de visitantes. Es un espectáculo no sólo por lo precisa que es la construcción de la pirámide, sino porque se realizan espectáculos y rituales mayas tradicionales con música y danza.

¿Casualidad? Que los mayas tenían grandes conocimientos en matemáticas y astronomía es algo indiscutible, pero sí hay posturas que cuestionan que todo esto del descenso de Kukulcán fuera el resultado del diseño consciente de los mayas. El motivo que se esgrime en la reevaluación de este pensamiento es que sí, el fenómeno y el juego de luces es importante durante los equinoccios, pero el mismo efecto se puede ver de forma nítida durante varias semanas.

Más bien, en lugar de marcar con tremenda precisión unos pocos días del año, los mayas habrían querido marcar un ciclo agrario de mediados de febrero hasta octubre. De la manera que sea, y tuviera el significado que le damos ahora, sigue siendo inapelable el valor arquitectónico del sitio y la intención arquitectónica de representar ese descenso de la serpiente emplumada.

La cabeza de Kukulcán | Foto de Frank Kovalchek

Pero… no es único. Ahora bien, aunque el del Castillo de Chichén Itzá es el punto más célebre en el que visualizar estas proyecciones, no es la única construcción maya en la que se da un fenómeno similar. En el Templo de las Siete Muñecas, o Templo del Sol, en ambos equinoccios podemos ver un espectáculo de rayos solares a través de las aberturas de la estructura.

También en la pirámide de Mayapán, pero la gran diferencia entre la pirámide de esta ciudad y la de Chichén Itzá es que no hay una enorme cabeza de serpiente conectando con la tierra y que, además, no está tan bien conservada como ‘El Castillo.’

Siglos después de su llegada, y aunque ahora tenga menos trabajo, seguro que Kukulcán se siente honrado porque su pirámide no sólo siga en pie, sino por haber convertido su figura en protagonista de una fiesta. Y por eso sigue descendiendo por una de las principales construcciones de la cultura maya.

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por
Alejandro Alcolea

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