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Bienestar

¿Qué prescripción de ejercicio es la adecuada?

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Tener respuestas adecuadas para cualquier problema suena tan bien que, sin profundizar mucho más, ya nos ayuda a entender lo difícil que es. Saber qué prescripción de ejercicio es la que necesita cada persona, eliminando toda incertidumbre, como si sacáramos la terapia milagrosa de un vademécum del entrenamiento es, por supuesto, bastante poco realista. Si has acudido a un fisioterapeuta en algún momento de tu vida, algo bastante probable, casi seguro que te propuso una tabla de ejercicios para ayudar a tu rehabilitación. Me apuesto a que una de las primeras preguntas que te hizo en las sesiones posteriores fue la de «¿cómo te ha ido con los ejercicios?». Que un profesional que haga esta pregunta, ya te está indicando que las cosas no siempre funcionan tal y como está previsto que lo hagan.Escribo estas líneas en categoría de ‘paciente experto’ dado que hace veintiocho años tuve una lesión grave de rodilla (la famosa triada) y acumulo muchas horas de consultas, pruebas, rehabilitación, molestias, dolores, días buenos, malos y un largo etcétera. Cuando alguien pasa por un pequeño calvario de este tipo es normal que otras personas en la misma situación te pregunten ‘¿qué ejercicios hiciste?’, ‘¿es normal que me siga doliendo?’, por nombrar dos de las más clásicas y razonables dudas que cualquiera puede tener. El tratamiento de cualquier condición física implica una medida relativa del resultado que se obtiene en función a una persona real, con diferentes necesidades y funciones. La rehabilitación de una rodilla para volver a ser campeón del mundo de esquí se valora y se aborda de una manera completamente diferente a la de alguien que, simplemente, quiere volver a caminar o subir y bajar escaleras sin que nada note. En mi experiencia, la rehabilitación y el ejercicio prescrito ha sido más una situación adaptativa, que se perfecciona progresivamente, que una prescriptiva simplemente establecida al principio. Agregamos cosas, quitamos cosas y adaptamos cosas en un proceso iterativo a medida que medimos la respuesta en los resultados elegidos. La intensidad, la frecuencia y el tipo de ejercicios se pueden y deben ajustar según la persona, sus necesidades y los resultados deseados. En mi humilde opinión, sentirse cómodo con eso es clave para acabar llegando a tener éxito porque hay que estar abierto a cambios de guion y de rumbo para seguir progresando. Es posible que cambies de opinión sobre cuál es el problema o qué te está viniendo bien, a medida que avanzas en tu proceso de prueba y error personal . La intervención inicial y sus parámetros son solo un comienzo, un test para ver qué sucede a continuación, pero esto muchas veces no se tiene en cuenta porque creemos que si un médico o un terapeuta dice A es porque existe una certeza absoluta de que lo siguiente será B. Eso no es así. Incluso el ejercicio diseñado para el alto rendimiento se está volviendo menos prescriptivo. Ya se ha demostrado que las adaptaciones físicas pueden ocurrir a partir de un montón de rangos de repeticiones y cargas. El esfuerzo y la intensidad parecen ser clave para las adaptaciones físicas, estos parámetros rara vez se miden en la investigación de rehabilitación. Es un proceso de aprendizaje conjuntoDesde mi punto de vista, la relación terapeuta – paciente deberían entender este viaje como un proceso de aprendizaje, en lugar de un fracaso o un reflejo de no saber qué hacer. La idea de que hay respuestas o actuaciones con éxito garantizado de antemano es a menudo perjudicial, ya que puede socavar la confianza en la capacidad del terapeuta o del entrenador y crear expectativas que son diferentes de la realidad. Los datos recogidos en investigaciones pueden utilizarse a veces como una herramienta poco precisa, como también puede hacerlo la experiencia clínica, por supuesto. Se puede suponer que la condición específica de cada individuo, el tratamiento y el efecto del tratamiento serán todos coherentes con lo que está escrito en un artículo. Pero si observamos más de cerca la presentación de los datos, también tiene su propia estimación de la variabilidad, por lo que tal vez solo podamos saber cómo afecta en cada caso después de la aplicación y no antes.Lamentablemente, es mucho más atractivo proclamar a los cuatro vientos que un tratamiento funciona, y si lo hace en tiempo récord y sin esfuerzo apaga y vámonos. Es la clave de cualquier vendehúmos repleto de seguidores en redes sociales. El sesgo y la polarización son los reyes del mambo en la actualidad. En mi opinión, el gran terapeuta o el gran entrenador no es el que tiene la mejor receta o el mejor plan, sino el que sabe qué hacer cuando las cosas no salen según lo planeado. Alguien que puede adaptarse y ajustarse en consecuencia a las situaciones y personas con las que trata.

​Tener respuestas adecuadas para cualquier problema suena tan bien que, sin profundizar mucho más, ya nos ayuda a entender lo difícil que es. Saber qué prescripción de ejercicio es la que necesita cada persona, eliminando toda incertidumbre, como si sacáramos la terapia milagrosa de un vademécum del entrenamiento es, por supuesto, bastante poco realista. Si has acudido a un fisioterapeuta en algún momento de tu vida, algo bastante probable, casi seguro que te propuso una tabla de ejercicios para ayudar a tu rehabilitación. Me apuesto a que una de las primeras preguntas que te hizo en las sesiones posteriores fue la de «¿cómo te ha ido con los ejercicios?». Que un profesional que haga esta pregunta, ya te está indicando que las cosas no siempre funcionan tal y como está previsto que lo hagan.Escribo estas líneas en categoría de ‘paciente experto’ dado que hace veintiocho años tuve una lesión grave de rodilla (la famosa triada) y acumulo muchas horas de consultas, pruebas, rehabilitación, molestias, dolores, días buenos, malos y un largo etcétera. Cuando alguien pasa por un pequeño calvario de este tipo es normal que otras personas en la misma situación te pregunten ‘¿qué ejercicios hiciste?’, ‘¿es normal que me siga doliendo?’, por nombrar dos de las más clásicas y razonables dudas que cualquiera puede tener. El tratamiento de cualquier condición física implica una medida relativa del resultado que se obtiene en función a una persona real, con diferentes necesidades y funciones. La rehabilitación de una rodilla para volver a ser campeón del mundo de esquí se valora y se aborda de una manera completamente diferente a la de alguien que, simplemente, quiere volver a caminar o subir y bajar escaleras sin que nada note. En mi experiencia, la rehabilitación y el ejercicio prescrito ha sido más una situación adaptativa, que se perfecciona progresivamente, que una prescriptiva simplemente establecida al principio. Agregamos cosas, quitamos cosas y adaptamos cosas en un proceso iterativo a medida que medimos la respuesta en los resultados elegidos. La intensidad, la frecuencia y el tipo de ejercicios se pueden y deben ajustar según la persona, sus necesidades y los resultados deseados. En mi humilde opinión, sentirse cómodo con eso es clave para acabar llegando a tener éxito porque hay que estar abierto a cambios de guion y de rumbo para seguir progresando. Es posible que cambies de opinión sobre cuál es el problema o qué te está viniendo bien, a medida que avanzas en tu proceso de prueba y error personal . La intervención inicial y sus parámetros son solo un comienzo, un test para ver qué sucede a continuación, pero esto muchas veces no se tiene en cuenta porque creemos que si un médico o un terapeuta dice A es porque existe una certeza absoluta de que lo siguiente será B. Eso no es así. Incluso el ejercicio diseñado para el alto rendimiento se está volviendo menos prescriptivo. Ya se ha demostrado que las adaptaciones físicas pueden ocurrir a partir de un montón de rangos de repeticiones y cargas. El esfuerzo y la intensidad parecen ser clave para las adaptaciones físicas, estos parámetros rara vez se miden en la investigación de rehabilitación. Es un proceso de aprendizaje conjuntoDesde mi punto de vista, la relación terapeuta – paciente deberían entender este viaje como un proceso de aprendizaje, en lugar de un fracaso o un reflejo de no saber qué hacer. La idea de que hay respuestas o actuaciones con éxito garantizado de antemano es a menudo perjudicial, ya que puede socavar la confianza en la capacidad del terapeuta o del entrenador y crear expectativas que son diferentes de la realidad. Los datos recogidos en investigaciones pueden utilizarse a veces como una herramienta poco precisa, como también puede hacerlo la experiencia clínica, por supuesto. Se puede suponer que la condición específica de cada individuo, el tratamiento y el efecto del tratamiento serán todos coherentes con lo que está escrito en un artículo. Pero si observamos más de cerca la presentación de los datos, también tiene su propia estimación de la variabilidad, por lo que tal vez solo podamos saber cómo afecta en cada caso después de la aplicación y no antes.Lamentablemente, es mucho más atractivo proclamar a los cuatro vientos que un tratamiento funciona, y si lo hace en tiempo récord y sin esfuerzo apaga y vámonos. Es la clave de cualquier vendehúmos repleto de seguidores en redes sociales. El sesgo y la polarización son los reyes del mambo en la actualidad. En mi opinión, el gran terapeuta o el gran entrenador no es el que tiene la mejor receta o el mejor plan, sino el que sabe qué hacer cuando las cosas no salen según lo planeado. Alguien que puede adaptarse y ajustarse en consecuencia a las situaciones y personas con las que trata.   

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