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Dos pueblos de Cantabria quieren unirse mediante una nueva carretera. Se han topado con un obstáculo: el oso
Sobre el papel el proyecto de la carretera Reinosa-Potes es ‘solo’ eso: el proyecto de un nuevo vial entre dos comarcas cántabras, una infraestructura no excesivamente larga (14 o 20 km, dependiendo de la opción que se escoja) que movilizaría unos 100 millones de euros en inversión. Eso sobre el papel. En la práctica la idea ha generado un considerable debate en Cantabria en el que se tocan otros dos temas candentes en la región España: la turistificación y el complejo equilibrio en la protección del oso pardo.
El debate está servido.
¿Qué ha pasado? Que en la política cántabra está ganando protagonismo un viejo proyecto recuperado por el Gobierno del PP: la carretera Potes-Reinosa, un vial de unos 14 o 20 kilómetros (en función de la alternativa que se escoja) que uniría las comarcas de Campoo y Liébana atravesando el corazón de la Cordillera Cantábrica. La idea no es nueva. Ya intentó sacarse adelante en los años 90, en tiempos del presidente Juan Hormaechea, aunque sus orígenes pueden remontarse aún más atrás, a finales de la década de 1960.
¿Por qué es importante? Porque, más allá de su extensión, características técnicas o presupuesto, estimado entre los 90 y 100 millones de euros, el proyecto de la carretera Potes-Reinosa tiene implicaciones que tocan algunos de los temas más relevantes de la actualidad cántabra (y española): turistificación, integración y conservación medioambiental, afectando directamente, según denuncian sus detractores, a los esfuerzos por recuperar el oso pardo en la región.
¿Y cuál es la razón? Que la carretera (un nuevo tramo desde la CA-183 y el PK 20 de la CA-184 dotado de dos carriles de 3,5 metros) pasaría por el corazón de la Cordillera Cantábrica. Y eso, advierten sus detractores, tendría un impacto medioambiental de calado. «Atravesaría en dirección Este-Oeste la vertiente norte de la Sierra del Cordel y la Sierra de Híjar, ambas incluidas en la Zona de Especial Conservación (ZEC) ‘Valles altos del Nansa y Saja y Alto Campoo'», argumentan en un manifiesto que supera las 1.900 firmas y tiene el respaldo de al menos 200 expertos.
En el documento, impulsado por Cantabristas y particulares, incluidos científicos e investigadores de ecología, zoología, geografía e hidráulica, se esgrimen las razones por las que rechazan la nueva carretera. Pero sobre todo hay una de peso: su impacto en los hábitats y especies que busca proteger precisamente la declaración de zona ZEC. «No solo pondría en peligro valiosos ecosistemas de montaña, sino que iría en contra de los compromisos de conservación de España».
¿Y qué tienen que ver los osos? Ese es otro de los argumentos de peso esgrimidos en el manifiesto, en el que además de alertar de que el nuevo vial «fragmentaría» hábitats, «alteraría» corredores ecológicos y el tráfico de vehículos generaría contaminación acústica y lumínica, advierte del impacto que tendría en concreto sobre las poblaciones de osos. «La carretera atraviesa las áreas delimitadas por el Plan de Recuperación del Oso Pardo en Cantabria», zanja.
«Estas zonas han sido designadas específicamente para la protección y recuperación de una especie en peligro de extinción, cuyo hábitat ya se encuentra seriamente fragmentado», esgrime el manifiesto antes de señalar que las obras podrían acarrear sanciones e impugnaciones. En caso de que el proyecto se lleve a cabo y las obras finalicen, Cantabristas apunta el riesgo de atropellos a osos.
¿Por qué es interesante? La advertencia entronca con el debate en torno a la recuperación del oso en el norte peninsular. Tras verse casi condenado a la desaparición por el hostigamiento de los furtivos y el deterioro de su hábitat, las poblaciones de oso en la Cordillera Cantábrica y otros puntos del país han ido aumentado en los últimos años, lo que ha tenido a su vez múltiples derivadas.
En Asturias o León hay ganaderos, agricultores y vecinos que advierten de su impacto negativo, mientras en Somiedo, Asturias, han visto en las poblaciones de osos un potente filón turístico que atrae cada verano a miles de visitantes que aspiran a ver ejemplares en libertad en la Cordillera Cantábrica. Ahora en Cantabria advierten del daño que causaría el ruido y tráfico de la nueva carretera en el comportamiento de los osos y su apareamiento. «Sería incompatible con los objetivos de conservación», precisan.
¿Una carretera para turistas? El proyecto toca otro de los temas más candentes en Cantabria: el riesgo de la masificación turística, que ya ha sacado a miles de vecinos a la calle al grito de «No queremos ser la Ibiza del norte». El manifiesto recuerda que Liébana y Campoo, las comarcas que conectaría el vial, son «dos áreas ampliamente turistificadas» y cuestiona cuál es el objetivo real del proyecto, teniendo en cuenta que ambas poblaciones ya están «conectadas a través de otras rutas de la red viaria».
«En un momento en que la sostenibilidad y la conservación deben ser prioridades, y en un contexto de cambio climático acelerado y de crisis global de biodiversidad, este tipo de macroproyectos que sirven únicamente para masificar el turismo van en la dirección contraria», añaden los detractores. A modo de queja Cantabristas incluso llegó a desplegar una pancarta de cerca de 30 metros en Peña Labra en la que podía leerse «Nuestras montañas se defienden».
¿Y por qué les preocupa? En una entrevista con elDiario.es, la edil de Potes María José Bustamante (PSOE) apuntaba en la misma dirección: «Entendemos que el enorme coste medioambiental ni puede ni debe asumirse pues el único móvil que encontramos para haber puesto en marcha este proyecto faraónico no es otro que el turístico, y de eso ya vamos servidos en Liébana». A lo largo de los últimos meses la región ha llegado a tomar medidas para limitar la afluencia de visitantes en ciertos puntos icónicos, como el bosque de Cabezón de la Sal o el faro del Caballo de Santoña.
¿Son todo críticas? No. El Gobierno de Cantabria defiende la importancia del proyecto y cuestionan que acciones como la de Cantabristas realmente representen el sentir de los habitantes de la región. Su consejero de Fomento, Roberto Media, insiste además en que la infraestructura es «de primera necesidad para muchos» cántabros, no una obra pensada para los turistas. Es más, el dirigente advierte que hay valles «que se están muriendo por estar incomunicados».
«No vamos a permitir que eso siga siendo así», insiste Media, que ya adelante que el Gobierno cántabro no va a dar “un paso atrás” en sus planes de conectar los valles de Campoo, Liébana y Nansa para que sus vecinos mejoren su conexión con la meseta o puedan llegar al hospital de Reinosa en «poco más de 20 minutos». El Ejecutivo ya ha adjudicado el estudio informativo con una inversión de más de 400.000 euros.
Imagen | Cantabristas
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La noticia
Dos pueblos de Cantabria quieren unirse mediante una nueva carretera. Se han topado con un obstáculo: el oso
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Xataka
por
Carlos Prego
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